Chapter IV

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(Edad de Leslie: 5 años)

(Ahora 14 años)

Una mansión fue construida en aquel lugar, repitiendo la misma historia con algunas variaciones, pues la mansión era de un conde el cual fue quemado muerto junto con su esposa y los srivientes de dicha mansion, dejando a sus hijos huérfanos y siendo estos secuestrados y torturados en una secta satánica. Pero raramente, poco después, la mansión fue reconstruida y el mayor de los hermanos volvió a ella.

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Nueve años después ....

La joven Leslie vivía con la tia Betty en el centro de la ciudad, una casa de una sola planta de tres habitaciones, un baño, sala de comedor, una cocina, una galería y una terraza. No era tan grande como su casa anterior, pero era cómoda.

La morena caminaba por la ciudad comprando algunas frutas y víveres para la comida, observando una tienda de dulces que le llamaba mucho la atención. Sus pupilas se dilataron al ver los dulces de la Compañía Funtom que tanto le apetecía comerlos, pero su economía no se lo permitía por lo que solo le quedaba contemplarlos.

Que ricos se ven — decía la joven admirandolos con un  brillo en los ojos.

Un hombre alto, rubio, con barba y un sigarro en la boca, observaba a la chica desde la otra esquina de la tienda como si cierto interés se despertara en él.

Pobresita. — dijo una chica de cabello negro y vestido exagerado, acompañada de otras dos las cuales por sus vestimentas parecian de alta economía.
A los pobres como tú solo les queda contemplarlos —. La azabache y sus amigas se echaron a reir burlandose de ella, a lo que Leslie bajó la cabeza ofendida y se alejó de la tienda.

—No hay nada que me irrite más , y son las niñas como esas — gruñia el rubio mordiendo el cigarrillo con furia.

La morena se dirigió a su casa con sus ojos critalizados por lo ocurrido, pues el dinero de sus padres la ayudó con parte de sus necesidades mientras era niña, pero como el dinero  no se multiplica, su tía trabajaba por horas en cinco lugares diferentes para poder llevar de comer a casa. Leslie nunca dio problemas, era una chica con pocos caprichos, conforme con cualqiier cosa, tranquila, amable y con lo peor de todo,

con baja autoestima.

¡Ya estoy aquí!— dijo en voz alta con el fin de ser escuchada por su tía la cual aun no había  llegado a casa.

Me tocará a mi hacer la comida— suspiró.

Mientras ella termianaba de preparar la mesa, alguien llamó a la pierta tocando dos beses. Leslie abrió despacio porque sabía que no era su tía, pero no había nadie, solo había una cesta con dulces de la compañía Funtom debajo de sus pies.

¿Quién habrá dejado esto aquí? — pensó ella. Con alegría, tomó la cesta con una sonrisa en su cara mirando a todos lados para ver si veía al responsable el cual la miraba desde lejos sonriendo, pero solo veía a las personas que pasaban por ahí  como si nada.

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¿Estás gastando el dinero en dulces?— le reprochaba devorando la comida echa por su sobrina.

En realidad, alguien me los regaló — dijo deleitandose con una paleta. — Están deliciosos. ¿Quieres uno? —.

No gracias. Disfruto más viendo lo bien que chupas —dijo burlona.

La castaña le dio una patada debajo de la silla y ambas se echamos a reir. Después de comer, Betty lavó los platos y Leslie se fue a su habitación dejando la canasta encima de su cama. Sacó los dulces dejando caer un llavero de conejo blanco, con un chaleco azul y mangas blancas y un parche negro en el ojo derecho.

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