Capítulo 21

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—La única valentía que tengo, es decirte todo lo que siento en estos trozos de papel que jamás leerás.

De los escritos de Derek Miller (16)

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Derek se detuvo en la puerta cuando escuchó sonidos provenientes del interior, quedándose completamente quieto aguzó el oído para tratar de identificar a aquel que ingresó a su nido... Pero no tuvo que ir muy lejos en la lista, y la esencia dulce que le llegaba de forma suave era femenina, era sabido que todas las mujeres tenían prohibido el acceso, sin embargo a pesar del aleteo esperanzado de su corazón ese aroma no era cítrico como el de Jeanine, y a costa del disgusto del lobo, reconocer a Madeleine le trajo alegría.

Para evitar asustarle giró la perilla haciendo un ruido bajo, y abrió la puerta con cuidado, su recién descubierta media hermana le esperaba de pie junto a la chimenea de concreto, sonreía suave y tenía cierto brillo de esperanza en sus ojos color miel, un tono más oscuro.

La mezcla de aromas dulces despertó el hambre en su estómago, al bajar la mirada Derek se encontró con dos tazas con humeante té que desprendía algo dulce y natural, como hiervas de infusión, colocadas sobre la pequeña mesa central, junto a las tazas una bandeja de madera portaba galletas de chocolate rellenas de caramelo.

Esas galletas no eran las que hacía Javier.

—Emmy las trajo —respondió—. Ella dijo que el cocinero de su clan le había llenado la alacena de galletas. —Madeleine rió suave—. Y que le dolería los dientes si se las comía todas.

Sonriendo, Derek fue hasta el sillón doble color negro, dejándose caer tomó una galleta que todavía estaba tibia, era pesada y un poco esponjosa en el centro, sus ojos divagaron hasta encontrarse con los de Madeleine, palmeando el espacio libre junto a él, le invitó a sentarse.

Ella asintió, como obedeciendo una orden y al tomar su lugar agarró una de las tazas, ofreciéndosela.

—Frutilla y tilo —dijo—. Relaja mente y cuerpo.

Derek agradeció en silencio la bebida, no acostumbraba a consumir té, mucho menos de sabores exóticos, medicinales o lo que fuera que le entregara Madeleine, Derek tomaba chocolate, café, ocasionalmente los mezclaba con leche, o sino recurría a un par de bebidas alcohólicas.

Pero el sabor era interesante, algo dulce pero cítrico a la vez, extrañamente le recordó a Jeanine y no sabía cuánto de eso debía alarmarlo.

— ¿Qué haces aquí? —Preguntó y al ver que ella bajaba la mirada se apresuró a decir—. Quiero decir..., no me malinterpretes me encanta pasar tiempo contigo, pero no es usual que me visites.

—Quería... yo quería verte una última vez...

Alarmado, Derek giró hacia ella expandiendo los sentidos, no percibía dolor, malestar o enfermedad alguna pero no podía estar cien por ciento seguro.

— ¿De qué hablas Maddie?

Ella redondeó los ojos con sorpresa, era la primera vez que la llamaba por un apodo afectuoso, Derek lo había encontrado cuando, incapaz de dormir la noche después de que ella apareció, pensó que debía tener uno, al menos así se sentiría tener un lazo de hermanos.

Los hermanos se ponían apodos dulces y tontos, ¿no? Bueno él quería eso.

— ¿Puedo llamarte Maddie?

Esa débil sonrisa se amplió, hermosa.

—Sí... ¿Puedo llamarte..., Dary?

Riendo, Derek arrugó la nariz.

Libérame [Serie Moon Fighters 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora