Capítulo 34 (+18)

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Subieron a varios juegos más, incluidos el carrusel, los autos chocadores y las hamacas colgantes. Después pasaron por los puestos de artesanías en donde Derek le regaló un lobo tallado en madera que guardó en el bolsillo de su chaqueta, y luego regresaron, él volvió a pasar por el puesto para pedir un poco más de frutillas con chocolate.

—¿Cómo la has pasado? —Derek le preguntó mientras le quitaba el candado y la cadena a su bicicleta blanca.

—Bueno... Ash tendrá que perdonarme, pero esta es la mejor cita que he tenido.

Derek sonrió, amplio y brillante, orgulloso.

—Mi tarea se ha cumplido.

Jeanine alzó una ceja.

—Tu trabajo todavía no ha comenzado.

Derek dejó el candado para ponerse de pie y caminar hacia ella, este hombre que se veía tan fuerte y confiado estaba a millas de distancia del alfa al borde del derrumbe que había compartido su liderazgo en el clan. Era un hombre nuevo, y le gustaba, pero Jeanine sentía que el cambio en su personalidad podía llevarlo a negar su naturaleza para aparentar ser un lobo común como los demás solitarios. Cuando las manos de Derek le tomaron por las caderas, cada pensamiento se esfumó, y el rápido acercamiento envió una chispa que recorrió su cuerpo entero cuando chocaron. El lobo le observaba, oculto detrás de la dulce miel.

—Ya me tienes, Jeannie —dijo, luego bajó hasta dejar sus labios cerca de su oído izquierdo para susurrar deliciosamente:—. Ahora volvamos a casa.

Casa.

Inevitablemente, la imagen de su nido, sus tierras y el bosque, invadieron el momento para dejarle un sabor agridulce. Ahora tenían conceptos diferentes de los que la palabra casa significaba para ambos, no iba a discutirlo, ella solo quería disfrutar esto.

El viaje de regreso fue oscuro y silencioso, Jeanine tenía como música de fondo la respiración continua de Derek, quien disfrutaba reposar su mentón en el hombro de ella. Le costó dominar el cansancio y ella le insistió varias veces en cambiar de lugares para que pudiera descansar, comprobó que todavía era un necio orgulloso.

—¿La dejarás afuera? —Le preguntó al verlo tirar la bicicleta en el patio delantero de la casa.

Derek la miró, y luego regresó a ella encogiéndose de hombros.

—Es un pedazo de chatarra barata, ¿quién la querría robar?

—Ese pedazo de chatarra te lleva a todos lados, ¿no?

Derek abrió los labios y luego los cerró, dándole la razón.

—Bien, la voy a entrar.

Ella le sostuvo la puerta mientras ingresaba con la bicicleta, inspeccionó los alrededores, era tarde ya, la noche se había cerrado y los vecinos tenían sus luces apagadas. Adentro escuchó un quejido proveniente de la cocina, Jeanine fue y lo encontró encorvado junto al fregadero.

—¿Derek?

—Estoy bien.

Un espasmo le hizo temblar. Ella supo la respuesta que se esforzaba por ocultar, largó una risa baja.

—No lo digas.

Ella se acercó, colocó ambas manos en los hombros del lobo y luego dejó reposar su mejilla en la ancha espalda.

—Te lo dije, ¿te duele el estómago?

Derek largó el aire que estaba conteniendo.

—Sí... Pero solo un poco.

Libérame [Serie Moon Fighters 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora