Capítulo 4

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Escucho pacientemente mientras me cuenta las horribles pesadillas que le acechan noche a noche, y también lo poco que duerme.

Al principio su madre se ocupaba de ella, por una vez fue la fuerte de la familia, pero Katniss veía cómo ella se volvía a marchitar por dentro, que no podía soportar sobre sus hombros el peso del dolor de las dos...

- Así que un día la dije que tenía que marcharse, que sería más útil trabajando como doctora en el 4. Ella no quiso, y tuve que insistir durante días hasta que al final la convencí pero... Peeta, lo intenté. Pensaba que lo mejor sería afrontar esto sola como hice con lo de mi padre pero... pero no pude. –Dice mientras se le quiebra la voz.

Yo la abrazo agradeciendo que desde esta postura no pueda verme la cara, ya que yo también estoy llorando, por ella, por mí y por esta guerra que nos ha superado a todos. Sé perfectamente que bajo esa armadura que usa Katniss para protegerse tan solo hay una chica confundida y rota, cansada de hacerse la fuerte ya sin motivos para seguir luchando; y yo la entiendo, y sé también por todo lo que está pasando ya que yo estoy pasando por lo mismo, pero, desgraciadamente no sé cómo ayudarla, tan sólo la estrecho contra mi pecho hasta que logra recomponerse.

Me habla de sus ataques de ansiedad por las noches, y de esos momentos en que la ira hace que pierda los estribos y rompa todo lo que encuentre a su paso; esa es su forma de canalizar la ira. Se ha cargado casi toda la vajilla, muebles, el teléfono...

Sae la visitaba de vez en cuando, hasta que dejó de abrirle la puerta. Con Haymitch más de lo mismo (ahora entiendo por qué se molesta cada vez que hablo con él de ella, está enfadado porque intentó ayudarla y Katniss le rechazó). Apenas se ocupaba de la casa, apenas comía... su vida era un auténtico caos.

Hasta esta mañana. Katniss se había levantado, como de costumbre y había ido a darse una ducha, como días atrás rompió la caldera tuvo que conformarse con un frío chorro de agua que le congeló hasta los huesos. Al salir del baño la casa estaba igual de fría. Se puso lo primero que vio y bajó a recoger el correo: propaganda, carta de su mama (que apiló en el montón) y ahí estaba.

Una carta de Gale.

Siento un dolor punzante en el pecho al oír su nombre y lo que podría con llevar que Gale apareciese de nuevo en nuestras vidas.

- ¿Qué ponía? –Logro decir, a penas.

- No... no lo sé. –Contesta algo confundida.- No pude leerla ya que tendría que revivir lo que pasó ese día, el de los paracaídas. Y bueno,el Gale de antes era valiente, habría dado la cara en lugar de comunicarse por carta. Ahora no lo conozco. Siempre tuve la esperanza de que un día lo encontraría al pie de mi puerta, dispuesto a hablar las cosas... dispuesto a intentar retomar nuestra... amistad.

La interrumpo.- No tienes que darme más explicaciones. –Digo mientras le acaricio el pelo mojado. La verdad es que me ha dolido bastante oírla hablar de Gale, me ha demostrado lo mucho que le quiso... y que en el fondo le sigue queriendo.
- Por eso lo del humo... No supe qué hacer con la carta así que la quemé, fui echando en la chimenea todo lo que había por la casa, y la cosa se descontroló un poco...
- Eso es peligroso, podría haberte pasado algo.

Ella se limita a bajar la cabeza.

- Katniss, te vas a mejorar. Anda, vamos a la cama, hoy han sido muchas emociones. Duerme hasta la hora de la comida, yo te aviso.

Y la subo a mi habitación, para que duerma en mi cama mientras yo voy al cuarto de pintura. Para mí también han sido muchas emociones y también necesito canalizarlas, a mi manera.


¿Dejaran de ser trágicos para ser solo amantes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora