Capítulo 12

2.7K 144 9
                                    

Llevo ya un par de horas bastante entretenida preparando mis cosas y procurando no pensar en lo que acaba de pasar para no derrumbarme, aunque es difícil, ya que no dejo de cuestionarme el porqué de mis acciones, y, sobretodo, no dejo de pensar en Peeta... ¡yo, que precisamente había hecho esto para olvidarme de él! Está claro que las cosas no han salido como yo quería pero, ¿qué era lo que quería? Aún no lo sé, sigo demasiado confundida y él lo ha tenido que pagar. ¿Dónde está? ¿Estará bien? ¿Debería ir a buscarlo? Lo único que tengo claro es que soy la peor persona del mundo, que he hecho todo esto porque me asusta el compromiso, porque me asusta sentir cosas tan extrañas por alguien...

Un ruido interrumpe mis ensimismaciones, y dejo sobre la cama la camiseta que estaba doblando al darme cuenta de que están llamando a la puerta, ¿será él? Las piernas tiemblan mientras bajo las escaleras, al volver la cara hacia la cocina puedo observar el desastre que es ahora, y unas gotitas de sangre fruto de las heridas de Peeta, hacen que me lleve la mano a la boca al darme cuenta de la magnitud de mis actos.

Estupendo Katniss.

Abro la puerta cuando me recompongo, y me sorprendo al encontrar detrás a un Haymitch sobrio –casi- que ha cambiado su habitual mueca socarrona por un semblante mucho más serio.

-¿Qué?- digo ante su incriminadora mirada, cruzando los brazos a la defensiva.

Él tan solo me mira incrédulo

- Vamos a la cocina, me preparas algo y además tenemos que hablar- dice al fin y pasa dentro sin esperar respuesta.

Al ver en el estado en que se encuentra la sala dice:

- Uh, la merienda puede esperar, mejor vamos al salón.
- Qué lastima que no te pueda preparar nada –Digo sarcástica.
- Mira encanto, sé que me habrás echado de menos. Llevo semanas sin hablar contigo.
- Una eternidad...
- He estado demasiado molesto contigo como para hablarte sin soltar alguna perla de las mías.
- Has hecho bien, no creo que tuviera la paciencia necesaria para aguantártelas.

Se toma su tiempo para sentarse y acomodarse en el gran sofá mientras yo le miro de pie con los brazos cruzados.

- ¿Y bien...?

- Katniss... déjame escoger las palabras adecuadas. -Soy consiente que hace esto para ponerme de los nervios así que procuro no picar.

- Como quieras- digo dejándome caer en el sofá confidente de al lado.

Mi mentor saca una botella del bolsillo de su chaqueta, la desenrosca concentrado y da un largo trago. Puedo adivinar el contenido sólo con olerlo. Tras unos minutos empieza a hablar:

- Soy consciente de lo que acaba de pasar, Peeta ha venido a casa y me lo ha contado.

Con un gesto de  hombros trato de hacerme la indiferente

- Sinceramente, pensaba que eras un poco más lista.

Definitivamente no esperaba eso.

- Y algo menos egoísta.
- No tienes ningún derecho a hablarme así.-interrumpo, furiosa.
- Claro que lo tengo. Te has ganado este trato a pulso–responde con una risotada.
- Fuera de aquí. No necesito que vengas para decirme esto.
- Ya, pues yo creo que sí, que necesitas que alguien te abra los ojos –dice esto sin moverse ni un ápice y dando otro trago a la botella, cuando empieza a hablar, lo hace más en serio- Mira, Katniss, no sabes por lo que está pasando ese chico.
- ¿Y sabes tú cómo lo estoy pasando yo?
- ¿Me vas a dejar de interrumpir? -dice, exasperado- quiero decirte que tal vez mis palabras sean algo rudas, pero veo que no mereces que pierda el tiempo buscando otras mejores, preciosa –Me sonríe.
- ¡Y yo!
- ¡Y todos, Katniss! ¿Te crees que eres la única que ha perdido a un ser querido? ¡Yo también perdí todo lo que quería cuando volví de la arena y no me propuse joder a los demás para sobrellevarlo como haces tú! ¡Esta guerra nos ha matado a todos, pero cuanto antes lo superemos, mejor!

De repente para, como sopesando sus palabras, yo me he quedado muda, directamente.

- Y tú, que encima estas echando de tu vida a las pocas personas que todavía te quedan: tu madre, Peeta... Pero él sí. A él no le queda ni un familiar al que aferrarse solo tú, y ni siquiera eso. No puede contar con la chica a la que salvó la vida. ¿Es que no te das cuenta de lo fácil que sería consolarlo?, no quiero decir que deban mantener una relación  amorosa sólo te pido que dejes de hacerle daño, ¡Es Peeta, por Dios! ¿Es tan difícil no hacerle daño a ese chico intachable?

Hace una pausa para respirar mientras mira el fuego crepitar en la chimenea. Y lo agradezco, no quiero que me mire. Sus palabras suenan más conciliadoras cuando empieza a hablar de nuevo.

- Te lo pido por favor, por tu bien y por el suyo. Cógelo o déjalo ir. El ataque de hoy podría haber acabado mucho peor, ambos lo sabemos. Como también sabemos las consecuencias que eso podría haber acarreado, él no se lo habría perdonado, Katniss.

Y se gira para mirarme. Pero yo trato de esquivarle hundiendo la cabeza entre mis rodillas.

- Él no necesita esto, no en un día como hoy ¿En serio no te habías dado cuenta? Ha llegado la hora de madurar, preciosa. –Dice negando con la cabeza, todavía está enfadado- ¡Si dejases de creerte el centro de este mundo te darías cuenta de lo mal que lo pasan todos, no solo tú! ¡Por Dios, Katniss! ¡Ese chico ha hecho un esfuerzo sobrehumano saliendo de esta casa porque pensaba que iba a matarte! –Y vuelve a hacer una pausa esperando que yo diga algo, pero me es imposible articular palabra-.
- Perfecto, Katniss, no te reconozco. Creía que eras fuerte pero no. El fuerte aquí es él. Él es quien está afrontando tanto tu depresión como la suya propia –Se levanta exasperado y se dirige a la puerta, abriéndola, pero se frena un segundo antes de salir diciendo:
- ¿Recuerdas cuando te dije que ni aunque vivieses cien vidas merecerías el amor de Peeta? No lo he dudado en ningún momento.

Y se marcha, dejando la casa tan fría como el hielo.

No sé cuánto tiempo ha pasado cuando logro reaccionar. Solo sé que estoy sentada frente a la puerta de casa, cerrada desde que Haymitch y sus verdades como puños se largaran, y que se me han acabado las lágrimas ya.

Mi cabeza es un auténtico desorden, y cuando trato de ordenar mis ideas saco una cosa en claro: quiero a Peeta. No sé de qué manera, ni con qué grado de romance (si es que es con alguno), pero lo quiero. Y no soporto verle así.

He sido una completa idiota, me he comportado como una niñita al intentar huir de él, al tratarlo así, al echar de mi vida a la única cosa buena que aún me quedaba. No merezco su perdón, pero lo peor de todo es que sé que lo hará. Por lo pronto... ¿cómo puedo empezar a arreglar este lío?


¿Dejaran de ser trágicos para ser solo amantes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora