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Oficial.

"Emilio, no me asustes." Joaquín golpeaba su'avemente el brazo del mayor mientras este manejaba. Emi emitió una risa que lo tranquilizo. Joaquín sacó su celular para ver la hora. 9:56 de la noche. Su madre siempre solía recogerlo al salir de las grabaciones, pero desde que formalizaron su relación, había dejado al rizado llevarlo a casa. No dejaba de pensar en cómo se alteraría su mamá y quizá terminara llamando a la policía si no llegaba antes de las 10:20. "Ya dime a donde vamos y a qué horas me llevarás a mi casa."

"Vamos a un lugar. Y es una sorpresa." Emilio seguía atento al camino con una sonrisa maravillosa.

"¿Mi mamá sabe de esto?" Joaco jugaba con nerviosismo con la funda de su celular, quitando la esquina para volverla a ensamblar.

"No. No tiene nada de malo que solo hoy te vengas conmigo." Emi reía mentalmente al darse cuenta de lo doble intencionada que podía sonar esa frase y de como Joaquín era tan inocente. El chico en el asiento de copiloto solo asentía diciéndole adiós a todos sus próximos permisos del mes. Llegaban a un lugar completamente oscuro, pero gracias a la luz del auto de Emilio y algunos postes Joaquín lo reconoció.

"¡Tomaste otro camino! ¿Por qué no me mencionaste que vendríamos a tu casa?" Joaquín se asomaba por todas las ventanas mientras se quitaba el cinturón de seguridad.

"¿Qué clase de monstruo crees que soy para arruinarte nuestra fiesta sorpresa?" Emilio tapaba su boca con ambas manos justo después de revelar el gran evento que planeó la noche anterior con ayuda de sus amigos. Joaquín sonreía con la boca abierta sorprendido.

"No tenías que hacer nada Emi. Tu eres mi mayor sorpresa. Estar contigo me da vida." Ambos se veían fijamente ignorando que sus invitados los esperaban. Emilio tomó la nuca de Joaquín para acercarlo más a el y acabar con el espacio que separaban sus labios. Comenzó a depositar cortos besos provocando que el menor entrecerrará los ojos en cada beso, hasta que sintió la sonrisa de Joaquín aparecer. Con una mano abría su guantera para sacar una pequeña bolsa de cartón.

"Seré breve. Esta es la oficial." Emilio se alejaba a una corta distancia viendo a Joaco a los ojos, que desviaba la mirada a sus labios en segundos para después volverlo a ver. No necesitaban decir nada que sus ojos no gritarán en ese momento. "Joaquín Bondoni. ¿Quién iba a creer que terminaríamos aquí? Madres, yo siempre se que decir pero esto es lo que provocas en mí." Emilio tomó la mano de Joaquín que se encontraba expectante. "Me vuelvo un tonto cuando te tengo cerca o te miró. No sabes lo agradecido que estoy con mi padre por haber conocido a tu familia antes que yo, le besó las manos a mi padre por hacerte firmar ese contrato. Se que no te puedo prometer que estaremos juntos para siempre, pero si te puedo jurar que trataré de hacerte feliz cada bendito día que este contigo. ¿Quieres ser mi novio?"

"Siempre." Joaquín asentía con lágrimas que parecían esperar a salir de sus ojos. Ambos sonreían completamente mientras se abrazaban fuertemente. Emilio revolvía el cabello del menor mientras que este reconocía la efervescente loción del rizado que tanto lo volvía loco.

"No quiero romper este momento, pero te juró que cuando vimos esto no pudimos evitar pensar en ti y en lo bien que lucirías con el." Emilio recuperaba la postura entregándole la pequeña bolsa a Joaquín.

"¿Vimos?" Joaco levantaba una ceja en señal de curiosidad mientras tomaba la bolsa con gesto de sospechar algo.

"No te pongas celoso bebé, mi mamá y yo lo compramos." Emi apretaba suavemente la rodilla de Joaquín que sonreía mientras abría el contenido de la bolsa, encontrando un bonito choker de cadena plateada en su interior. Joaquín no pudo evitar gritar de emoción diciendo que el regalo era precioso y definitivamente terminó enamorado de su nuevo accesorio. El menor inmediatamente estuvo dispuesto a colocárselo. "Todo te queda tan bien. Ya puedes quitarme el amarre, ya me tienes contigo." Emilio reía justo después de que Joaquín golpeara delicadamente su rodilla negando con la cabeza.