Joaquín despertó con el embriagante aroma de Emilio. La luz del sol entraba ligeramente por la ventana. Frotó sus ojos suavemente y lo primero que vio al despertar fueron las manos del rizado alrededor de su cintura. El cuerpo del mayor estaba pegado a su espalda mientras que su cabeza quedaba perfectamente embonada arriba de la de Joaquín, habían dormido de cucharita y nunca se dio cuenta. El destino había sido muy bueno con él, y esperaba que lo siguiera siendo.
Alargó su brazo para tomar el celular de la mesita de noche con todo el cuidado del mundo, tratando de no despertar a Emilio. Eran las 10:48 de la mañana y tenía 13 llamadas pérdidas de su madre. Que trágico volver a la realidad. Su teléfono comenzó a vibrar.
"Oh no." Susurró.
"¿Te tienes que ir?" Joaquín se quedó paralizado después de escuchar la voz ronca de Emilio. En un movimiento ágil, Joaquín se separó de inmediato para pararse a contestar la llamada en el baño.
"¿Si?" Hizo una mueca cuando se vio en el espejo.
"Pásame a Emilio. No es posible que estés aún allá." Su madre sonaba molesta. Joaquín suspiró poniendo los ojos en blanco.
"Está dormido."
"Joaquín, ¿quieres que te cancele tus permisos? Pásamelo."
"Enserio no lo puedo despertar, nos quedamos hasta tarde ensayando las líneas del musical." Susurró para que Emilio no escuchará y su madre no levantará sospechas.
"Ok. Te veo cuando decidas llegar a casa." Su madre colgó sin siquiera despedirse de él. Joaquín suspiró y tomó su cepillo de dientes recordando lo que había pasado en la madrugada; quizá podía omitir cepillarse y mantener la esencia de Emilio en sus labios. Se resignó tocándolos en señal de despedida para después introducir el cepillo de dientes. La habitación parecía estar callada.
"Soy un imbécil y ahora Emilio creerá que soy tan intenso y probablemente un acosador." Pensó al enjuagarse. "¿Por qué nunca te callas Bondoni, por qué?" Acomodó el cepillo de dientes en su lugar, pero nunca se dio cuenta de que él no había llevado y el que acababa de utilizar era el de Emilio, se arregló el cabello y salió de ahí.
Emilio estaba hablando por teléfono cálidamente. Asentía sin parar, Joaquín quería esconderse y evitar su mirada. Caminó rápido hacia donde se encontraba la camiseta de su pijama y se apresuró en ponérsela. Emilio colgó.
"Tu mamá me odia." Joaquín lo miró extrañado. De todas las personas en el mundo su madre nunca podría tener sentimientos negativos hacía su compañero.
"¿Porque piensas eso? ¿Te dijo algo?" Se sentó en la cama para conversar cómodamente. Emilio acomodaba su cabello.
"Se molestó porque no le avisaste hasta que horas te quedarías." Joaquín puso los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza. "Wey, básicamente me dijo que solo podías salir conmigo en las tardes."
"Wow."
"No te preocupes, ya veré la manera de robarte un día de estos." Le guiño el ojo riendo. "Y cuéntame, ¿qué tal estuvo el ensayo de líneas de anoche?" Alzaba las cejas juguetón.
"Buenísimo, estoy ansioso por volver al teatro." Remojó sus labios. "No tenía otra opción, mi madre sabe cosas que podrían asustarte, ya sabes, ese tipo de cosas." Cosas como su gran atracción por su compañero.
"Nada me asusta." Se paro de la cama para irse a cambiar. "Salgo y te llevo a tu casa, mis días están contados si llegas más tarde."
Joaquín asintió para ir a esperarlo en el recibidor.
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