El Tío Dante.

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Dante.

Ciudad Fortuna. Estaba caminando a paso lento, no tengo mucha prisa.

Aunque debería.

No todos los días te llega una carta de tu hermano el desinteresado. Pues desde hace un poco más de cinco años no tengo noticias de él, el muy sucio.

No debería molestarme en escribir las razones en un papel; espérame en la plaza de la ciudad.

Seguramente Vergil estaba enojado por ser tan impuntual, Pero...¿Qué son cinco minutos de retraso? Él es muy correcto, debería aguantar un poco más.

A lo lejos pude divisar a alguien sentado en una banca con capucha y gabardina azul...¿Marino?

Mientras más me acercaba comencé a notar algo que estaba a su derecha, pelaje blanco ¿Será alguna criatura?

No fue necesario saludar, Vergil se paro de un golpe y se volteó completamente logrando así verme la cara.

– Ha pasado media hora.

– Tsk, ¿Ni siquiera un "Hola Dante, los años te han puesto más guapo, espero que me hayas extrañado porque yo si lo hice", nada referente?

Vergil se quitó la capucha e ignorando lo anterior habló.

– No quiero más preámbulos, hay algo muy importante que debes saber.

– ¿Y eso es..? – Dije cruzándome de brazos.

Él solo estiró su brazo, haciendo el ademán de atraer algo o alguien hacia él.

Y ahí lo vi.

Era un enano de cabello blanco, tez clara, labios rosados y unos ojos perfectamente azules.

Más claros que los de Vergil diría yo.

No tenía palabras, estaba ya entendiendo el momento pero no sabía cómo reaccionar.

Estaba muy claro y lo tenía en frente, Vergil no tiene el corazón tan cálido como para recoger un niño de la calle pues no estoy pasando por alto que el niño tenía su cabello sucio, su rostro con algunas heridas abiertas y lleno de tierra y ni hablar de la ropa.

Pero eso no fue lo que llamo completamente mi atención. Su brazo derecho era algo que, para nada era humano; como una especie de brazo reptiliano.

Deben compartir lazos sanguíneos. No lo olviden, el idiota es muy correcto y quizás por excepción aceptó cumplir la responsabilidad.

– No pude escribirlo en la carta, creí que las palabras correctas de explicar esto serían mucho mejores si te lo decía en tiempo real.

La mano de Vergil descansaba en la coronilla del chiquillo.

Si estuviéramos adaptados a la serie de los Looney Tunes mi mandíbula ya hubiese estado en el suelo.

El muy idiota suspiró negando y continuó.

– Su nombre es Nero, supongo que ya sabes de qué va esto.







Blue Eyes [C A N C E L L E D] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora