Últimamente, Julen ha llegado muy puntual. 7:15. No ha habido retrasos. Tampoco se ha cambiado el suéter en tres días, lo que es raro porque él siempre parece muy aseado.
El problema es que hoy llega con otra chica. Los veo entrar al edificio y cruzo corriendo el apartamento, dejando a mi papá con la duda de qué tanto miro a través de la mirilla.
Hoy, Uli, mi gato, se queda dentro, maullando a través de la puerta y chillando de pronto. Tengo que cargarlo en brazos y acariciarle su rizado pelo antes de que haga más ruidos y Julen voltee hacia la puerta y sospeche algo.Deja que la castaña entre, y yo me rindo y voy a mi habitación, pensando que será igual que la ocasión anterior.
Pero no es así.
Horas más tarde, escucho que alguien toca el timbre. Aunque la habitación de mi padre esta más cerca, sé que se pone esos audífonos aislantes para dormir mejor. En completa oscuridad, me dirijo a abrir. En el camino, choco con la mesilla de la sala, tirando un vaso de vidrio que colapsa al tocar el piso. Sigo andando, y mis pies descalzos encuentran pedazos de cristal que se incrustan en la carne. El timbre sigue sonando. La sangre corre por las plantas de mis pies. Sangre oscura y espesa, que mancha el piso y me hace tropezar. Mis manos también sangran. El timbre sigue sonando. Me arrastro hasta la puerta. El timbre sigue sonando. Temblando, saco un fragmento de cristal enrojecido. El timbre sigue sonando. No puedo ponerme de pie. El timbre sigue sonando. Estiro los dedos, rozando el pomo frío y metálico.
"¿Qué te pasó, Aletia?"
Todo esta manchado. Mi cara, mis palmas, mis piernas. La ropa que traigo puesta y la puerta. El camino hasta aquí, los restos del vaso. Mis manos siguen goteando.
Julen me ayuda. Le indico dónde está el botiquín del baño y me quita los fragmentos de vidrios, de las manos y los pies. Les pone una venda y antiséptico, porque ninguno de los dos sabe qué hacer en estos casos. Barre lo que queda en el piso, y al limpiar con un trapo, ya no quedan restos en la madera de la puerta.
"¿A qué venías?", pregunté, después de que me ayudó y recordé a la castaña de hoy.
"A entregarte esto", me da una llave, "Para que entres a mi departamento siempre que quieras."
El metal cayó sobre el vendaje en mis palmas. La tomé con los dedos y la analicé, admirando el brillo y escuchando el maullido del gato.
"Hoy... Repite, Aletia."
Hoy, miércoles 2 de septiembre, Julen Tate escuchó un ruido muy fuerte en mi apartamento, le abrí la puerta y me ayudó a curar mis manos. Después, se quedó a dormir conmigo y regresó a su departamento antes de que amaneciera.
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Julen
Short StoryEse chico, el del departamento de enfrente, el 6C, parece simpático. No, no estoy enamorada de él. Es muchísimo peor. //Historia corta. Obra original.//