Se asomó con cuidado detrás de aquella ventana. El ojimiel tenía que lograr acercarse a él y saber cómo estaba. Desde que supo que sus hermanos lo habían herido, no había podido dormir, ni dejar de pensar en él. Cruel destino que no los dejaba en paz. Idiotas sus hermanos que le habían tocado. A veces lograba odiarlos.
Se acercó más al vidrio, logrando ver en el interior de la habitación. Y allí estaba él, acostado en la cama, con los ojos cerrados y tranquilo. El corazón se le estrujó. Levantó una mano y la apoyó contra el cristal, deseando que él le viera.
Entonces Mark giró la cabeza mientras abría los ojos, sus miradas se encontraron. El sonrió bobamente mientras retenía un par de lágrimas. No sabía por qué quería llorar. El rubio se sentó rápidamente en la cama, siseó ante el repentino dolor que le invadió el brazo.-No, Mark-musitó él.
El otro ignoró el dolor y se puso de pie, caminó lentamente hasta la ventana, se arrodilló ante ella y con la poca fuerza de su otro brazo logró abrirla.
-¿Qué haces aquí, bebé? -le preguntó de manera tierna. Eran increíbles las cosas que él le hacía sentir. Simplemente verlo allí parado lo había hecho olvidarse de todo, hasta del dolor.
-Tenía que saber cómo estabas -dijo Haechan y de repente sus labios temblaron mientras trataba de no llorar -Lo siento tanto, Mark -no pudo evitarlo, la primera lágrima resbaló por su mejilla -Te juro que no quería que eso pasara... casi muero cuando lo supe. Insulté a mi padre, a mis hermanos, a mi madre... me encerraron. Pero logré escapar.
-No no no, bebé, no llores -murmuró el rubio y estiró su mano para tocar su mejilla. Secó las lágrimas con su pulgar -Como ya ves estoy vivito y coleando -Haechan esbozó una pequeña sonrisa -Y no me tienes que pedir perdón... no fue tu culpa.
Se quedaron en silencio, mirándose detenidamente a los ojos. Mark seguía acariciando su rostro. Se sentía dichoso, su corazón latía fuerte. Se agachó un poco más. Podía besarlo. Jamás lo había hecho antes, tenía miedo de no... agradarle. Pero ahora que lo tenía allí, con los ojos llenos de lágrimas, mirándolo de aquella manera tan linda, no podía evitarlo.
Haechan pestañeó. ¡Él iba a besarlo! La respiración lo abandonó por completo. Siempre había querido que el chico de sus sueños fuera el primero en besarlo. Cerró los ojos lentamente, esperando sentir sus labios.
Mark sonrió, se veía adorable así. Se acercó un poco más. Su brazo protestó, pero no le prestó atención. Tenía algo mucho mejor al frente. Sus labios rozaron su nariz, depositó un casto beso allí, bajó un poco más, y un suspiro chocó contra su mentón.-Mark... ¿Estás despierto?
Él se incorporó rápidamente al escuchar la voz de Jeno a punto de entrar a la habitación. Miró hacia la puerta y luego miró a Haechan. El tenía el ceño levemente fruncido.
-Viene alguien -le contó. El castaño alzó ambas cejas en un gesto de asombro. Sacudió la cabeza, tenía que irse de allí -En una hora te veo detrás del gallinero.
-Pero, Mark, tu brazo...
-Shhh -lo calló -Te esperó allí, bebé -le sonrió bobamente. El copió su acción, sintiéndose demasiado tonto -No me falles.
Cerró la ventana y casi voló hasta su cama. Maldijo por lo bajo ante el asfixiante dolor que lo invadió.
'Él lo vale, él lo vale' pensó.
La puerta se abrió y Jeno entró. Mark lo miró extrañado. ¿Desde cuando su primo sonreía de aquella manera tan estúpida? El chico de ojos profundos caminó hasta la cama que estaba a su lado y se dejó caer pesadamente con los brazos detrás de la cabeza.-¿Cómo está tu brazo? -le preguntó luego de unos segundos. Mark frunció el ceño. Jeno estaba raro... muy raro.
-Mejor -se limitó a contestar -Oye... no es que sea extraño en ti, ni nada por el estilo, pero ¿Por qué estás sonriendo como imbécil?
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Salvaje - Nomin
RomanceJeno y Jaemin se aman desde muy pequeños, el destino los separa y cada uno sigue su camino. Hasta que se reencuentran de nuevo y hacen todo por sacar adelante su amor. •Adaptada•