Capítulo 20.-

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La luz volvió al lugar, iluminando el departamento y el sector en el cual él estaba parado. Era un sueño, el castaño estaba seguro de eso. El mayor estaba realmente empapado, con un pequeño bolso en la mano. Estaba vestido de una manera diferente a la que estaba acostumbrado verlo. Llevaba una camiseta blanca, que a causa de la lluvia se le pegaba al cuerpo, unos pantalones color crema y unas zapatillas de lona negras. Era un Jeno muy despreocupado, vestido de aquella forma. Respiraba como si hubiese estado corriendo mucho. 

—Perdón—fue lo primero que los labios masculinos soltaron.

Jaemin sonrió emocionado y luego se mordió el labio inferior para tirarse sobre él y plantar su boca en la suya. 
Jeno lo abrazó con fuerza contra él, sintiéndose completamente dichoso de ser amado por Jaemin. Le respondió el beso desesperadamente. Lo había extrañado demasiado. El menor soltó su boca solo para besarle el resto de la cara, rió por lo bajo y luego el castaño lo abrazó, escondiendo el rostro en su cuello.

—¿No es un sueño, verdad?—le preguntó. 

—No, enano—susurró Jeno mientras le acariciaba la espalda—No es un sueño, vine a buscarte, no podía seguir viviendo sin ti.

Jaemin se alejó un poco para mirarlo a los ojos. Debería simplemente arrojarle algo por la cabeza y decirle que no lo necesitaba. Pero… ¡No podía! No podía hacerlo. Porque aquello sería completamente mentira. Claro que lo necesitaba, por Dios, lo necesitaba tanto. 

—Ay, Jeno, te necesito tanto…

—Ya estoy aquí, mi amor—sonrió levemente y acarició su rostro—Perdóname, por haber sido tan imbécil, Jaemin.

—Ya está, ya no me pidas más perdón, ya estás aquí, eso es todo lo que necesito, mi amor, mi vida—lo besó de nuevo en los labios. 

Y aquel suave beso pasó a ser demandante y desesperado. Ambos sabían lo que necesitaban. En ese momento no podían detenerse y ponerse a hablar de todo lo que había pasado. Necesitaban sentirse, ser uno,
Jaemin acercó a Jeno un poco más a él, incitándolo a entrar del todo al departamento. El pelinegro dio los primeros pasos, pero entonces recordó que su bolso estaba afuera. Maldita sea, realmente necesitaban controlarse un poco. Soltó los labios dulces de Jaemin.

—Mi amor, mis cosas—susurró agitado.

Jaemin lo soltó al instante y rió algo nervioso. Simplemente se estaba comportando como un desesperado. Él mayor estaba empapado y seguramente cansado por el largo viaje. Era un pervertido. Jeno tomó su bolso y entró al departamento de Jaemin. El otro cerró la puerta y soltó un suspiro cuando se giró a verlo. Todavía no podía creer que él estuviera allí. 

—¿Quieres darte un baño?—le preguntó. Jeno estaba mirando atentamente a su alrededor. Aquel lugar era agradable. Él volvió la mirada a el castaño.

—¿Qué tipo de baño?—quiso saber.

Jaemin sonrió.

—Un baño…para poder ponerte cómodo y sacarte esa ropa mojada. 

—¿Lo tomare solo? 

El menor sintió cosquillas en su vientre, y en su mente se filtró la imagen de él y Jeno en la ducha. Sería grandioso. Aunque ya se había bañado, pero al demonio, no iba a gastarse por un poco más de agua.

—¿Te gustaría que te acompañe?—le preguntó.

—Estoy loco por ello. 

Jaemin sonrió pícaramente y lo tomó de la mano para conducirlo hacia el pequeño baño que aún retenía algo de vapor en su interior. Encendió la luz y giró rápidamente para encontrarse con la boca de su salvaje.
Jeno vagó sus manos sobre el cuerpo del menor. Mientras sus lenguas se encontraban en un caliente baile. Le quitó la pequeña playera, aquel pequeño sport que llevaba puesto comenzaba a estorbarlo de una manera increíble. Jaemin fue un poco más rápido, soltó sus labios para poder quitarle la camiseta mojada y tirarla al suelo. Él copió su acción y se deshizo de su sport. 
El castaño soltó una pequeña risita y se escapó de sus brazos para entrar a la ducha y prender el agua. Desesperadamente Jeno terminó de quitarse el resto de sus ropas y entró detrás del castaño. Intentó abrazarlo de nuevo, pero Jaemin se hizo a un lado dejando que el agua cayera sobre él.

Salvaje - Nomin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora