Capitulo 7.-

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—¿Quiere… —sacudió la cabeza—¿Quieres ir a montar? 

Él lo miró emocionado. 

—¿Me vas a acompañar?

—Si quieres. 

—Si quiero —asintió contento. 

—Bien —sonrió el pelinegro—Prepararé a los caballos entonces. 

Jaemin observó como sacaba a White de su cuadra y luego a otro caballo color café. El menor frunció el ceño levemente.

—Jeno—le habló. 

—¿Sí? —preguntó.

—No estarás pensando que voy a subir a White ¿O sí?

Él lo miró sobre su hombro y le dedicó una galante sonrisa. Jaemin sintió cosquillas en la panza.

—Es tu caballo, enano —dijo divertido—Obvio que vas a subirte a él. Además de que ya te dije que no tienes que tenerle miedo.

—¿Y cómo sabes que no va a hacerme daño? —quiso saber.

Jeno les colocó las sillas a los animales.
 
—Yo mismo lo crié y enseñé todo lo que sabe.

—Así que… ¿Debo confiar en tu enseñanza?

—Claro que sí.

Terminó de acomodar todo y se giró a verlo. Jaemin lo miró algo nervioso.

—Creo que olvidé como montar, Jeno.

—Tonterías —dijo él y se subió al caballo café —Ven aquí.

Lentamente Jaemin se acercó hasta donde estaba. Jeno se inclinó un poco y sin el más mínimo esfuerzo lo alzó y lo colocó sobre White. El caballo protestó un poco y él se agarró con firmeza del brazo de Jeno. El pelinegro le habló al caballo y al instante este se quedó quieto. Jaemin lo miró sorprendido.

—¿Siempre es así de obediente? —quiso saber.

—Solo conmigo.

Jeno le dio un leve golpecito a su caballo y este comenzó a galopar. Jaemin miró asombrado como se alejaba y salía del establo. Respiró profundamente y tomó las riendas de White. No era que había olvidado como hacerlo, no. Solo le faltaba un poco de práctica. Pateó el costado del caballo y este comenzó a andar a toda velocidad. Ahogó un gritito y la luz del sol le dio en el rostro cuando salió del establo. Divisó a Jeno a unos cuantos metros, esperándolo. El caballo se dirigió hasta él. 
Lo detuvo cuando estuvo cerca. Jeno lo miró realmente divertido. El menor se aferró con firmeza y lo miró con seguridad.

—Te juego una carrera —le dijo. Jeno arqueó una ceja.

—¿Una carrera? —inquirió.

—Sí—sonrió el castaño —Hasta el viejo roble. 

—¿Aún recuerdas donde queda? —dijo sorprendido.

—Claro que sí, salvaje.

Él sonrió bobamente. Jaemin se acomodó mejor y lo miró. Jeno también se acomodó.

—Nada de trampas, enano.

—Jamás hice trampa —aseguró.

—No lo sé, no lo sé.

Él rió divertido.

—¿Listo? —él asintió —¡Ya!

White comenzó a tomar ventaja. Sorprendido, Jeno, intentó alcanzarlos. Pero le fue imposible, ese caballo era salvaje.
El menor llegó y detuvo a su caballo. Se bajó y comenzó a festejar divertido. Volvió a abrazar al gran corcel blanco. Parecía ese caballo de los cuentos de hadas, que traían encima al príncipe azul. 

Salvaje - Nomin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora