Capítulo 13.-

7.1K 831 732
                                    

Cada parte de  su cuerpo se quejaba. Se sentía tan cansado, pero extrañamente se sentía bien. Bastante bien. No tenía ganas de abrir los ojos. Pero sabía, o algo le decía, que no estaba en la cama de su habitación. Su cama no era así de cómoda y no tenía aquel agradable perfume caro. Respiró profundamente, y entonces abrió los ojos. Se sentó rápidamente en la cama al observar en que habitación estaba. ¿Cómo demonios había ido a parar al cuarto de Jaemin? Miró a su alrededor buscándolo. Al parecer él no estaba allí. Se destapó y se puso de pie. Un leve dolor de cabeza lo invadió así que se volvió a sentar, lo último que recordaba era que estaba en el auto del señor Na, con la cabeza apoyada en las piernas del castaño. Pero después de eso su mente estaba completamente en blanco. Se miró a si mismo y vio que no llevaba remera. Miró la venda que cubría su hombro derecho y siseó un poco cuando la apretó ligeramente.

La puerta del cuarto se abrió y Jaemin ingresó con una bandeja. Le sonrió al verlo despierto. Jeno frunció el ceño levemente.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó amable mientras se acercaba a él y apoyaba la bandeja con el desayuno sobre la mesita de noche. 

—Bi…bien —logró decir —Algo confundido.

—¿Algo confundido? —inquirió el castaño divertido. 

Tenía ganas de acercarse a él y besarlo. Pero se aguantó las ganas, quería que fuera él el que lo hiciera, se había despertado hacia una hora y al verlo dormir tan tranquilo había decidido ir a prepararle el desayuno y avisarle a Irene en dónde estaba su hijo. 

—Sí—dijo Jeno y se rascó la nuca—Verás, no tengo ni la menor idea de cómo es que estoy en tu habitación…

Jaemin lo miró bien y dejó la tostada que había agarrado de nuevo en el plato.

—¿Qué? —preguntó. Jeno volvió a rascarse la nuca.

—Lo último que recuerdo es que estábamos en un auto, viniendo hacia aquí. Después de eso mi mente parece estar…vacía. 

Jaemin procesó cada palabra que él acababa de decir. ¿No recordaba nada? ¿Nada? Se sintió terriblemente decepcionado. Pero entonces recordó que él había ido a verlo cuando ardía en fiebre, simplemente estaba delirando, miró hacia la bandeja sintiéndose un completo idiota. ¿Y ahora que iba a hacer? ¿Decirle que él lo había ido a buscar a su cuarto, le había dicho cuanto lo había hecho sufrir y luego lo había besado de aquella manera tan tierna? No, simplemente no podía. 

—Bien—habló y volvió a mirarlo—¿Vas a desayunar?

Él lo miró fijo. Había algo raro en el menor. De repente había cambiado su aura. Su linda sonrisa había desaparecido y parecía preocupado.

—¿Cómo llegué aquí, Jaemin? —quiso saber.

Pudo notar el repentino nerviosismo en el castaño. 

—Yo…dije que te trajeran aquí porque era más cómodo para tu hombro y esas cosas.

—Ah, ¿Sí?

—Sisi—dijo rápidamente y tomó una tostada para llenarla de mantequilla y dársela. Él la tomó y le dio un pequeño mordisco—Ya estás mejor, ¿verdad?

—Al parecer sí—le sonrió —Me duele un poco el maldito hombro.

El menor lo miró con ternura.

—De verdad muchas gracias por haberme protegido, Jeno.

—Para eso estoy, enano—le aseguró. El otro sonrió con los labios sellados. 

Entonces Jeno se encontró levantando la mano y acariciando su mejilla. Recordó que antes de que la maldita serpiente lo mordiera él iba a besarlo. ¿Se hubiese atrevido a hacerlo realmente? Estaba seguro de que sí. Pero entonces tuvo la sensación de que había algo raro entre ellos. No podía explicarlo, no entendía. La puerta de la habitación de Jaemin se abrió de golpe y ella entró furiosa.

Salvaje - Nomin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora