Final de un amor verdadero

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-Dean deberías tranquilizarte y dejar a los ayudantes en paz-soltó Sam exasperado mientras evitaba que Gabriel se terminara todos los postres de la boda-Tienes que dejar de comerte la comida de la boda Gabe.

-¡Solo estoy probándolos para que nadie se muera envenenado!-soltó Gabriel con una sonrisa y migajas de azúcar blanca por sus labios-¿Puedo comer una más?

-¡Gabriel, deberías dejar de comerte los postres si no quieres que no te sirva el vestido!-refutó Anna por lo bajo a Gabriel haciendo que este cruzara sus brazos con un mohín molesto.

Dean rodó los ojos por que no tenía tiempo para discutir con su hermano y los demás, estaba más preocupado en que todo se viera bien y que todo saliera perfecto. Les gritó a un par de ayudantes que decoraban las sillas por que el lazo estaba mal hecho, también habló seriamente con la mujer de las flores por que algunas estaban marchitas. Castiel apareció en el lugar por insistencia de Balthazar, alegando que su futuro esposo estaba histérico y no dejaba trabajar a nadie. Y así fue como lo vio inspeccionando de cerca a los que colgaban las luces de navidad entre los árboles y carpas blancas. Sonrío con alegría acercándose a Dean abrazándolo y besándolo con efusividad, estaba más que feliz.

-¿No se supone que los novios no se puedan ver antes de la boda?-soltó con ironía Dean haciendo reír a Castiel, al rubio se le saltaron unos cuantos latidos por el momento.

-¿No se supone que estés dejando trabajar tranquilamente a los demás?-Dean sonrío besando a Castiel nuevamente ajeno a como los demás suspiraban feliz de no escuchar los gritos del rubio-¿Que te parece si dejas que los demás trabajen mientras que tu y yo haremos otras cosas mas divertidas?

-¡No metas ideas al histérico Castiel!-gritó Charlie de forma molesta y observando con sus brazos cruzados aquel par-¿Que haces aquí Castiel? Te vienes conmigo y las demás para que te preparares.

-No dejaré que te lo lleves-soltó Dean como cachorro degollado envolviendo a su ángel en sus brazos-Castiel es mío pelirroja.

-¡Me ofendes rubio! Primero fue mío así que te aguantas-soltó Charlie indignada tratando de salvar a su mejor amigo-Tienes suerte que me lleve bien contigo rubio, dale las gracias a que te guste Star Wars al igual que a mi.

-Me tengo que ir Dean-susurró Castiel con una sonrisa llena de cariño-Nos vemos en el altar futuro esposo mío-Dean sonrío mostrando todos sus dientes abrazando al otro en el aire y besándolo con pasión.

-Creo que tendré que comprar insulina para la azúcar-soltó la pelirroja tomando a su mejor amigo por un brazo llevándolo al carro y lejos del rubio.

Al llegar al cuarto de hotel en donde se estaban hospedando actualmente se dieron cuenta que los demás aún no habían llegado. Charlie soltó un bufido molesta comenzando a llamar a todos los que se suponían que tenían que estar allí en aquel instante. Castiel observó la habitación cayendo en cuenta de los nervios que habían comenzado a dominarlo, al igual de las náuseas que comenzaban a fastidiarlo. Un rato después apareció Anna junto a Gabriel y un minutos después apareció Dorothy con la estilista. Después de eso todo se volvió un lío y risas, hasta que se escuchó el sonido de un par de tacos de punta chocar contra el limpio suelo de aquella habitación. Una mujer con aspecto recto y enfundada en un traje crema apareció en la habitación haciendo que todos se callaran de un plumazo. La mujer frunció su ceño por el cambio drástico en el ambiente, no entendía el por que todos siempre hacían lo mismo al verla.

-Hola tía Naomi-soltó Charlie con una radiante sonrisa-Te vez increíble en ese vestido.

-Tu también te ves hermosa Charlie-habló Naomi con una pequeña sonrisa-Me encantan como se ven todos-observó a su hijo menor con la cabeza metida en un bote de basura y moralmente pálido-¿Nervios antes de la boda hijo mío?

Living the NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora