SUPER PAPÁ 4x4 KAKAIRU

«Amigo especial».

«Amigo especial».

Durante toda mañana Naruto, su alumno más revoltoso, no había parado de hablar de que con suerte ese día le recogería un tal Yamato y le llevaría a comer a esa cadena de restaurantes que tanto adoraban los críos. De hecho, hacía ya días que hablaba de ese Yamato y a Kakashi no le gustaba nada.

—Buenas tardes, busco a Naruto —le dijo educadamente un chico de ojos castaños a la hora de recoger a los críos—. ¿Clase 1-A, es usted el profesor?

—Sí. ¿Quién es usted?

—Soy amigo de su padre. Hoy tenía reunión en el trabajo y me ha encargado venir a por Naruto.

—No puede llevárselo sin más, a mí no me han avisado. Usted podría ser cualquiera y luego sería responsabilidad mía.

—¿Cómo? Pues... no sé que decir... Que venga Naruto, él dirá si me conoce o no.

—No hablará con el niño. Acredite usted qué relación tiene con Iruka, esto; con el señor Umino.

—¿Qué le acredite...? Somos amigos.

Kakashi lo miró de arriba a bajo: joven, atletico, guapo. Demonios. ¿Cómo que amigos? ¿Era un rival?

—Con eso no me vale. Lo siento, no le dejó llevarse a Naruto.

—Pero...

—¡Yamato! —se oyó gritar a Naruto y como una flecha corrió y se lanzó hacia él

Como una lapa se agarró con brazos y piernas a la pierna de este.

—Estás aquí, ¿al final mi papá no ha podido venir?

—Lo siento, está trabajando...

—Jo... bueno, pero ¡me alegro de que estés tu! ¿Jugarás conmigo toda la tarde?

—Claro, Naruto.

—Naruto ¿de qué conoces a este hombre? —intervino Kakashi.

Él se deslomaba por enseñarle cosas, a veces, y jamás le había saludado con tanta alegría como a ese... extraño.

—Es el amigo especial de papá.

«Especial».

Ambos cruzaron miradas.

—Mi papá y él ahora siempre están juntos. Aunque muchas veces se van a hablar a solas y no juegan conmigo.

—No... no es ese tipo de especial... —habló ese tal Yamato, pero a Kakashi ya le daba igual.

Hizo un gesto con la mano señalando que eran libres de irse cuando quisieran.

Alicaído caminó hacia el aparcamiento de profesores.

—Especial... —suspiró—. Demonios, debí imaginarlo.