Inoportuno cazador

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Erwin recorría el bosque, suspiro al recordar que esa mañana había visto a su lindo e imposible amor en el pueblo, como siempre se veía tan lindo.

Sonrío al recordar las más de tres palabras que se dijeron.

"Hola"

"Buenos días"

"Adiós"

Ese era todo un logro, siguió su camino hasta que un grito lo alertó, corrió hasta donde se escuchaba cierto alboroto.

Al llegar al lugar se sorprendió de no ver nada, revisó la zona, hasta que un nuevo ruido lo alertó, estaba por acercarse a un arbusto cuando una prenda de ropa salió volando seguida de varias más.

Al revisar el arbusto sus ojos casi se salen al ver a su amigo el lobo sobre Caperucita.




El lobo sonreía, el chico no oponía resistencia alguna, así que tras un apretón en ese lindo y muy bien formado trasero lo arrastró a uno de los arbustos.

Ahí se apresuró en tocar, morder y besar lo que podía de piel, sacando un pequeño grito de sorpresa cuando mordió el muslo de su Caperuza.

- Es mejor si no hay ropa.

- Tienes toda la razón.

Se apresuró en sacar las prendas de el chico, todo iba bien hasta que alguien interrumpió.

- Que oportuno.

- Cejotas, por este tipo de cosas te va mal en el amor.

- Vístete Caperuza, te llevaré a tu casa.

- Aburrido, bueno lobito, otro día será.

El lobo miro con molestia al cazador, y antes de que el chico escapara de sus garras le dio una nalgada que hizo que Caperuza sonriera.

- Adiós lobito.

- Adiós.

El cazador negó, tomó al chico de el brazo para sacarlo de el bosque.

Una vez fuera de su casa, Caperuza entró azotando la puerta en el rostro de el cazador, este bufo molesto para caminar de regresó al bosque, ya se encargaría de meter en cinta a ese lobo aprovechado.

ℓσɓσ ƒεɾσƶ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora