Habían pasado cuatro meses después de la muerte de Jorge.
El sol achinaba sus ojos, se puso su gorra y miró hacia la gente que se acercaba a ella en sus caballos. Layla rió al ver que Dagna aún tenía miedo a montar. Layla se puso de pie apoyada en su bastón, que se había vuelto algo fundamental para ella. Antonia y Norrinson bajaron del caballo que compartían y se metieron a la casa grande de Regina.
– ¿Qué pasa? –Preguntó Jahir mirando a la chica que no paraba de mirar hacia todos lados.
–Creí escuchar algo, es todo –contestó ella nerviosa.
– ¿Qué escuchaste? –Preguntó Roberto acercándose a la chica.
–No es nada…
– ¿Por qué no les dices la verdad? –Preguntó una voz masculina atrás de ella –. ¿Tienes miedo a que se asusten?
Antonia salió de la casa con las limonadas en las manos. Aquella persona se dirigió hacia la señora y la tomó del cuello apuntándole con el revólver en la cabeza.
–¿Qué quieres Nathan? –Preguntó Layla –. Tenías que venir a arruinar mi felicidad ¿Verdad?
–No, solo… vengo a hacerte pagar –Dijo Nathan –. Agradece que ya no tengas que lamentarte por tener una vida tan desgraciada.
–No, no tengo nada que agradecerte –Dijo Layla mirando a Margaret, quien seguía a Nathan temblorosa –. ¿Y tu Margaret? ¿Sigues siendo su perrito faldero?
La chica la miró con furia, estuvo a punto de lanzarse hacia Layla, pero Nathan le indicó que no. Apretó sus labios con furia.
–No, pensándolo bien, aquí a la única a la que tengo que agradecerle es a ti –Dijo Layla caminando hacia Margaret –. Sí, por pelear para que Iker me librara.
–No menciones a Iker con tus sucios y asesinos labios –Dijo Nathan
–Jaja, ¿Y qué? ¿Iker no era un asesino? –Preguntó Layla burlona.
Layla ya estaba muy cerca del chico. Sus ojos se cruzaron y Layla no apartó la mirada, en cambio Nathan miró su revólver.
–Suelta a mi madre –Indicó Layla –. Si a lo que vienes es a matarme… vamos hazlo. Pero suelta a Antonia.
Nathan hiso caso.
– ¡NO, LAYLA! –gritó Antonia, pero Norrinson la tomó.
–Vamos, mátame –Dijo Layla tomando el revólver y elevándolo a su frente. Nathan no lo había soltado. Continuó hablando al ver que Nathan no disparaba –. Ya me disparaste en el hospital. ¿Por qué no hacerlo ahora que te estoy dando la oportunidad?
La tensión comenzó a reinar en el rancho. Nathan temblaba como nunca. Todos observaban petrificados la escena. Layla solo estaba firme en sus palabras, no se arrepentía de nada de lo que había dicho.
–Yo sé porqué –continuó –. Por qué ahora no andas… ¿drogado? Sí, esa vez en el hospital te habías drogado y por eso no pensaste cuando me disparaste. Hoy eres consciente de lo que estás haciendo ¿De verdad quieres hacerlo?
Layla observó a los policías que se acercaban en silencio por detrás de Nathan y Margaret. Estos se le habían otorgado a Layla por su propia seguridad. Se concentró en no estropear la escena y solo miró a Nathan dudosa de saber la respuesta a su pregunta.
–Sí –contestó el chico.
–No, no lo quieres.
–No, tú no sabes lo que quiero, tú…
–Suelte el arma y ponga las manos en donde las pueda ver –Dijo uno de los policías.
Nathan obedeció. El policía se acercó y esposó a Nathan, para después hacer lo mismo con Margaret. Layla soltó un juramento y después suspiró.
Horas después…
–Creí que morirías –Le dijo Jahir a la chica que lo acompañaba caminando a lo largo del jardín del rancho.
–No. Seguiré aquí molestándote con mi presencia –Dijo Layla burlona.
– ¿Con la presencia de tu fea cara? –Preguntó Jahir. Layla rió y asintió.
–Y tu eres hermostruo –Dijo Layla riéndose.
Jahir sacó su lengua jugando y Layla lo abrazó fuertemente. Antonia llegó junto con Dagna, Regina y Roberto.
–Hola asesina –Dijo Dagna. La sonrisa se borró del rostro de Layla y miró a su amiga enojada –. Solo bromeaba, ya lo habías superado.
–Dagna… mejor cállate –Dijo Regina.
–Está bien, pero… ¿puedo hacerle cosquillas?
Nadie dijo nada, la chica se acercó a Layla y comenzó a hacerle cosquillas provocando que la chica no parara de reír.
Después de unos minutos se puso de pie, se acomodó su corto cabello despeinado, y fingió ser una chica seria. Todos rieron de ella y Layla solo los miró sin esbozar una sonrisa, todavía fingiendo.
–Digamos que… todo ha acabado –Dijo Roberto.
–No, todavía falta que me aguanten más tiempo –Bromeó Layla.
Jahir rió y la besó.
– ¡Qué asco! –Bromeó Antonia.
–Sí, ¡Qué asco! –Sus amigos le siguieron el juego.
Layla sonreía mucho en aquel rancho de Regina. Había recordado todo, su pierna no estaba por completo sana y tenía que caminar apoyada de un bastón. Sin embargo, eso no le importaba. Había librado la leucemia, salido de dos secuestros, superado un asesinato y librado de aquella amnesia que tanto le provocaba dolores de cabeza.
–Te amo –Le dijo Jahir.
– ¡Que cursi eres!
–Y tú estás fea –Dijo Jahir. Los dos rieron.
–No, Antonia es la que esta fea –Dijo Norrinson.
–Yo creo que las dos –Dijo Jahir.
Layla y Antonia se quedaron boquiabiertas y tomaron las limonadas, para después mojar a aquellos dos.
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Positive vibe (...Continuación)
RomanceLayla, una chica de dieciséis años, sufrió de una enfermedad. Al poco tiempo, esta regresa, pero no le desgarra la esperanza y felicidad que ella siente de salir adelante. Siempre sintió el desprecio de su papá, gracias a su abandono y este vuelve...