Meces, tus largas piernas, de atrás hacia delante. Estás muy aburrido. Pensaste, que asistir al colegio, para poder librarte de la presencia del hombre que está a cargo de ti, sería divertido pero sin embargo no lo es, y no lo es porque ese hombre de actitud tan fría te ha hecho prometerle que no formaras ningún lazo de amistad, en ese lugar, aunque tuvieras la oportunidad. Pero sabes, que tu obediencia será bien recompensada, cuando por fin tengas la dicha de ver nuevamente a tu padre. Todo será para bien, o eso es lo que intentas cree porque aunque intentes no pensar en ello, la forma de ser de TJ para contigo te disgusta mucho, no te gusta nada el hecho de que pretenda tener control total de tu vida, hasta el punto de que no puedas hacer nada sin que él lo sepa primero, ¿por qué quería saber todos y cada uno de tus pasos? ¡Eres solo un niño! ¿Qué podrías hacer que lo disgustase? Pero por más, que le molestara enormemente, no podía evitar que convivieras con otras personas que no sean solamente él. La institución educativa era un lugar para socializar y no podría evitar que te vieras obligado a dialogar con los demás aunque te lo prohibiese una y mil veces.
Estás en plena hora libre, pero la misma, no te causa ninguna satisfacción, estás aburrido, y desde que haz llegado esa mañana, no haz cruzado palabra con absolutamente nadie, no porque no quisieras sino porque el hombre, que estaba a cargo de ti, así te lo había ordenado y desobedecerlo implicaría no ver a tu padre por un buen tiempo, como parte de su castigo, él mismo te lo había dejado muy claro, y algo te decía que ese sujeto no amenazaba en balde, pero pese a que habías procurado acatar su orden, no comprendías qué lograba con volverte un antisocial.
Una vez, que la campana, te avisa que debes volver a tu salón de clases, logran salir de tus pensamientos y caminas lentamente hacía donde deseas. Cuando cruzas la puerta del enorme salón, ves con sorpresa como un niño de cabellos negros, está sentado junto a tu pupitre, maldices que así sea, ya que ese compañero tuyo podría arruinar la promesa que le habías hecho al que es tu tutor, aunque si corres con suerte, tal vez el niño de ojos color verde no se digne a hablarte.
Error.
¿Qué te hizo pensar que correrías con tanta suerte? Que no se te olvide que la vida y las circunstancias nunca han sido tus aliadas.
Caminas, hasta tu pupitre, y al llegar a este, te dedicas a mirar el libro de ciencias, suplicándole al mismo Dios que ese que está junto a ti, no se digne siquiera a mirarte.
— ¿Hola?—espeta, él temeroso, y en ese instante confirmas tu teoría: la vida te odia, y te odia mucho.
—H-hoola
¡Ah! Pero qué bonito te parecía jugar con fuego, no podías negarlo, ese compañero tuyo, había logrado llamar tu atención, al ver como en la primer hora de clase, había estado ojeando una revista sobre tus amados reptiles.
Extrañabas los días en que tu amada abuelita, te llevaba a los parques en donde podías apreciar aquellos hermosos animales sin restricción alguna.
Esa sin duda fue la mejor época de tu vida.
Entonces sin olvidar aquello, una gran idea cruzó por tu cabeza: quizas podías conseguir que te regalase la revista, ya que el que es tu tutor, no te dejó conservar nada de tu antigua vida, a duras penas te dejó conservar la foto de tu abuelita. Y sin poder evitarlo inicias la maldita conversación, que momento atrás pretendías evitar, pero después de pensarlo, te diste cuenta de que era imposible que TJ supiera que lo desobedeciste, por ello platicaste largo y tendido, con el niño, que tenía por nombre Jonah Beck.Y como lo pensaste, anteriormente, el chico de pelo color negro, te obsequio su revista sobre reptiles, dándote así una gran felicidad que ni se imaginaba, te alegraste mucho por su regalo, pero como nada era gratis, te hizo prometerle que te sentarías todos los días junto a él.
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Perverso |Tyrus|
FanfictionSu vida era normal, hasta que por circunstancias de la vida, tuvo que hacerse cargo de ese niño que sin proponérselo ira corrompiendo su mente con su inocencia ¡Jodido niño! Nunca pensó sentir placer por el dolor ajeno, pero sin embargo el dolor del...