VII

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El trabajar en tu hogar, nunca fue una opción para ti, sentías que si te ausentabas por mucho tiempo de la corporación que estaba a tu mando, las consecuencias serían fatales, ya que pese a que dijeses lo contrario, considerabas a todos y cada uno de tus empleados, unos completos incompetentes, unos inútiles que ni siquiera se merecía el sueldo que ganaban, aunque claro no podías deshacerte de toda esa bola de inútiles, (como claramente deseabas), porque la bondad de tu abuelo como de tu querida madre, estaban siempre por encima de tus decisiones, y aquello no hacía más que molestarte porque si de ti dependiera ya hubieras tomado cartas sobre el asunto despidiendo a todo aquel que no supiera desenvolverse (como debería) en el ámbito laboral. Su total incompetencia te hacían perder tiempo y dinero, detalle importante que a tu familia no parecía importarle, todo por no tomarse la molestia de dejar sin trabajo a todo el que lo mereciese.

La única persona, que parecía estar a la altura, era ese dolor de cabeza, conocido como tu querida hermana menor, Amber, podría tener la actitud de una adolecente pero a la hora de los negocios era toda una profesional, una persona firme y sin emoción alguna a la hora de tomar una decisión importante, y es que así debía ser, por ello te alegraba que tu madre pensara en la posibilidad de cederle la vicepresidencia de la empresa.

Debías admitir, que el único culpable de que estuvieras desde hace una semana en esa cama, era tú y solo tú porque sin importar la fuerte lluvia de hace unos días, trabajaste como si fuera un día más, exponiéndote a no sólo la fuerte tormenta sino también al gran frío, consiguiendo como consecuencia un fuerte resfrió que te obligó, por orden médica, a estar una semana completa en cama, logrando así sentirte sólo un poco mejor, ya que el resfrió no se te había quitado por completo pese a todas las medicinas recetadas. Odiabas que una tonta gripe pudiera más que tus ganas de levantarte de esa maldita cama. Era sumamente frustrante haber estado limitado hasta para realizar tus actividades con total normalidad como acostumbrabas, te resultaba realmente insoportable sentirte un completo inútil.

Y como cada día, desde que enfermaste, recibiste una llamada de tu madre preguntando por tu salud y si habías tenido alguna mejoría, le agradeciste la atención que tenía contigo, y cuando colgaste para continuar con tu trabajo, usando únicamente tu laptop para controlar la contabilidad de la corporación, una llamada por parte de tu hermana consiguió hacerte suspirar de cansancio, al saber que no podrías concentrarte en tu objetivo de esa tarde, pero sin embargo le respondiste por el hecho de saber que contabas con una familia que a pesar de todo estaba pendiente de ti, y cuando retomaste, el trabajo, una nueva llamada logró ponerte de malhumor, al ver que se trataba de esa insoportable mujer, Kira, que no lograbas que te dejara en paz, definitivamente fue muy mala idea permitir que esa perfecta desconocida conservara tu número por eso no te molestaste en responder.

Te colocaste las manos sobre la cara, y segundos después colocaste la laptop sobre la mesita de luz, que permanecía junto a la cama, en la cual estabas, pretendiste dormir un poco para poder recuperar fuerzas, pero la puerta de la habitación se abrió sin previo aviso, dejándote ver a ese niño, que te había estado visitando a toda hora, desde que enfermaste, el mismo que en un momento de debilidad, (y creyendo que morirías), te confesó que creía estar maldito, él que era toda inocencia, pensaba que era su culpa que tu estuvieras en esa cama, ya que estaba tan traumatizado con todo  lo malo que le había pasado, que creía que todas las personas que él quería o las personas con las que él estaba, estaban destinadas a morir. Él en su ignorancia e inocencia pensaba que era alguien que le traía la muerte o desgracia a cualquiera que él quisiera o estuviera con él. Y tú, en lugar de sacarlo de su error, te aprovechaste de su estúpida creencia para advertirle que no debía querer o estar con otra persona que no seas tú o de lo contrario esa persona terminaría muriendo como su madre y abuela y como era de esperarse el menor terminó pensando que tenías toda la razón, y con todo el dolor del mundo se terminó alejando de todos, con la intención de protegerlos de su “maldición”, volviéndose así más inseguro de lo que ya era, de a poco lo estabas rompiendo cada vez más y más, claro que no eras consciente que pese a lo insistente que había sido él, ese niño de cabello azabache no se había alejado de su persona, por más que Cyrus le suplicase que lo hiciese.

Perverso |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora