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Sonríes una vez que logras meter su pequeño y frágil cuerpo, a la tina.

Se ve tan vulnerable, en ese momento, se ve incluso más indefenso que en el instante en que lo tomaste, y sin embargo no deja de verse sumamente deseable ante tus ojos, sumamente roto y por demás apetecible, no pensaste que fuera posible que se viera más indefenso de lo que ya era, pero para tu desgracia todo eso y más era posible. Ya no contaba con los amarres, que te permitieron tomar su cuerpo a tu antojo, pero el que haya estado toda la noche pasada, preso en aquella cama, le había dejado marcas en las muñecas, y el sólo ver esas notables marcas (al borde de ser hematomas), una fuerte puntada azotó tu sexo, y terminó estando tan erecto como en el momento que le arrebataste su pureza sin embargo (y haciendo un esfuerzo sobrehumano para ignorar tu latente excitación), continuaste limpiando cada parte de su ser, sabiendo muy bien, que él hacía un gran esfuerzo por mantener sus ojos semi abiertos, ya que no poseía fuerzas ni para intentar mantenerse consciente. Y como si de una verdadero muñeco de trapo se tratase, no te costó nada, colocarlo con suma facilidad sobre tus piernas, pero está vez, consiguiendo con tal acto, que el pequeño, que debías cuidar, dejara de darte la espalda y quedara sentado sobre tu erección, era verdad que no pensabas penetrarlo en ese mismo instante, pero deseas torturarlo con tu dolorosa erección, debido a que la misma era en gran parte por su culpa. Porque para su suerte, estabas disfrutando del baño que se estaban dando juntos y no querías que ese glorioso momento terminase, por el contrario, deseabas alargarlo más y más. Querías que durase todo lo que fuera posible.

Cuando su cuerpo, quedó depositado sobre el tuyo, verde con marron se mescló. Tú y él se miraron, y aunque tus orbes no mostraran más que deseo absoluto, los suyos continuaban derrochando pureza, pese a que su inocencia ya había sido rota, y aquel hecho te excitó así como también te enfureció. Te daba placer la idea de poder romper su inocencia una y otra vez, hasta que no quedara ni una migaja de la misma, pero también era verdad que el que continuara con esa pureza tan propia de él, porque aunque te pesara y lo poseyeras mil veces, era todo inocencia, toda pureza y eso era algo que quizás ni tú mismo podría cambiar. Le sonreíste, una vez más, y lo besaste asegurándote con ello de robarle hasta su último aliento, y es que así te lo hacía ver su acelerada respiración, después de que sus labios dejaron de formar uno solo.

Estabas seguro de que ese pequeño, era una de tus adquisiciones más valiosas y era por lo mismo que jamás lo dejarías ir, porque era solamente tuyo y aunque te odiasen por esa verdad, el mundo entero tenía que verlo. Tú pequeña marioneta te pertenecía y así sería hasta el último día de su vida y de ello te encargarías personalmente.

Lo vuelves acomodar sobre ti, pero esta vez te atreves acomodar la punta de tu sexo sobre su pequeña y apretada entrada. Tu erección ha aumentado de tamaño (como era de esperarse), y por un momento dudas poder entrar en él, pero toda razón se espuma al oírlo gemir por lo bajo, a causa de que inconscientemente, ya te encontrabas empujando para poder entrar en su interior. Un nuevo gemido, por parte de él se repitió y el mismo fue el culpable de que terminaras entrando en su dulce interior de una sola y primera estocada como lo hiciste la primera vez. Un grito salió de su pequeña boca, mientras que fuiste capaz de gemir como demente en su oído, ya nada importaba, ya no tenía salida y se lo demostrarías. Retrocedes de forma lenta para que pueda sentir cada parte de tu sexo invadiendo su apretado interior y cuando sientes que ya no resistes más vuelves a entrar en él, de la manera más bestial posible, robándole un nuevo grito, el mismo que te incita a continuar y por ello no demoras en moverte dentro de suyo a tu antojo, sin mostrar una pizca de delicadeza ya que no la creías necesaria al ya no ser tan puro como en un principio. Vuelves a gemir en su oído con toda la intención de torturarlo todavía más, y sin necesidad de ver sus gestos de dolor para excitarte continuaste destrozando su pureza, sintiendo el olor a sexo en el aire y el golpeteo constante de sus cuerpos al embestirlo con tanta desesperación como deseo. Y fue solamente cuando sentiste, como su interior apretaba tu hombría, que pudiste ser consciente de que él también disfrutaba, por lo mismo continuaste entrando y saliendo de él con toda rudeza sin sentir remordimiento alguno.

—Ahh…ba-st-a.

La idea de que llegase a gemir de placer, provocó una sonrisa desquiciada en ti, ¿cómo podía alguien tan roto poder disfrutar de una casi violación? Y  sería tal cosa de no ser por sus jadeos o gemidos de placer. Gruñiste en respuesta y te dejaste ir en su apretado interior, en el momento en que sentiste como había sido capaz de correrse. Lo llenaste de ti, sin poder contenerte y sólo cuando las respiraciones agitadas, eran lo único que se oía, fuste consiente del leve ardor que provenía de tu espalda, ese niño se había atrevido arañarte, lo que demostraba que esta vez sí habías logrado hacerlo sentir más dolor que placer, o de lo contrario no habría actuado como actuó.

En el instante, que se percata que sus cuerpos siguen formado uno solo, baja la mirada y esto te llena de diversión, ya que a pesar de haber llegado al punto máximo de placer, no deseabas abandonar su interior y ni tú mismo sabías el porqué.

—Deberías acostumbrarte a esto, a la sensación de sentirme dentro de ti.

Él te observa sin entender y así te lo hacen ver la confusión que muestran sus orbes marrones, y por lo mismo  te vuelves adueñar de sus pequeños labios sin previo aviso.

—Déjate hacer esto—acaricias su dañado labio inferior con tu pulgar y continuas—déjate joder, pequeño y te prometo que volverás a ver a tu padre.

Sus orbes marrones brillan como nunca, al oír que mencionas a su amado padre, él es ingenuo, él es un niño, él es pura inocencia y se dejara follar gustoso si con eso consigue ver a su progenitor y para su desgracia sabes esa verdad mejor que nadie.



Perverso |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora