Capítulo 12

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-¿Estás despierta?-se oyó la voz de Santi al otro lado del teléfono.

-La pregunta más bien sería si he dormido.-contestó Aurora.

Se hizo el silencio por parte de ambos, pero no era un silencio incómodo.

-¿Quieres venir a mi casa esta tarde?-preguntó Santi.

-Claro.

-Lo siento por no poder estar por la mañana contigo pero tengo que cuidar de mis primos pequeños.

-No, no pasa nada.

Se despidieron y colgaron. Después ella cogió los cascos y se tumbó en la cama escuchar música y mirar al techo, cosa que hacía siempre que estaba desanimada. Aunque ya hacía semanas que no lo hacía. Antes estaba así casi todos los días. Hubo una vez que iba por la calle de camino a su casa y un gilipollas que la vio la llamó ‘’pelo-mierda’’, ella siguió andando como si nada pero cuando llegó a su casa se tiró en su cama a escuchar música y a mirar al techo llorando. Nunca le había gustado su pelo, era rizado pero demasiado abultado asíque desde ese día se lo empezó a alisar siempre.

Ahora eso le parecía una tontería comparado con lo que estaba sintiendo en ese momento asíque se levantó de la cama y se fue al baño a ducharse.

Se lavó el pelo y se fue a su habitación. Se secó y se vistió. Se miró en el espejo. Ahora su pelo rizado no le parecía tan malo. Ya no se lo volvería a alisar nunca más. Le importaba una mierda lo que los demás dijeran a ella le gustaba y punto.

Miró el reloj. Las dos de la tarde.

Salió de su habitación y bajó las escaleras. Le daba miedo lo que se encontraría abajo. Desde ayer no veía ni a su primo ni a su madre ni a su tía.

Cuando llegó abajo vio a Mario viendo la tele en el salón pero no había ni rastro ni de su madre ni de su tía.

-Hola.-dijo la chica con timidez.

-Hola.-dijo Mario volviéndose para mirarla un segundo.-Por fin has salido de tu habitación.

-Si…¿Dónde están nuestras madres?

-Se han ido a ver a tu padre.

Aurora tardó un momento en procesar aquello.

-¿Qué…?-preguntó aturdida.

-Han cogido dos billetes para el ave esta mañana y se han marchado hace unas horas.

-¿Pero…cómo…?-balbució Aurora que no se lo acababa de creer.

-Han dicho que nos llamarán esta noche. Es todo lo que se.-se giró para mirarla.-¿Y tú que harás?

-Me iba a ir esta tarde a casa de Santi.

-Ah.-dijo él sin mucho entusiasmo.

-¿Te apetece comer algo?-dijo ella al cabo de un rato.

-No, gracias. No tengo mucha hambre.

-Bueno, pues vale.-dijo ella en bajo dirigiéndose hacia la puerta.

-Por cierto, te queda mejor el pelo así, no te lo vuelvas a planchar.-le dijo su primo cuando estaba a punto de salir por la puerta.

Aurora sonrió para sí y fue hacia la cocina.

Abrió la puerta de la nevera. La verdad es que ella tampoco tenía mucha hambre. Cerró la nevera y cogió una manzana. Después subió a su cuarto y sacó el ordenador. Hacía bastante que no escribía. Abrió el ordenador y comenzó a escribir su libro.

Se pasaron las horas volando y cuando se quiso dar cuenta ya eran las cinco de la tarde y había quedado con Santi a las cinco y media.

Bajó las escaleras. Mario ya no estaba en el salón. Supuso que se había subido a su habitación. Como no le quería molestar le dejó una nota en un posit y lo pegó a la mesa del pasillo para que lo viera. Ya le había avisado de que se iba a ir pero por si acaso se lo puso.

Después salió. La casa de Santi estaba un poco lejos de su casa pero prefirió ir andando. Quería pensar.

Cuando llegó se quedó parada en frente de la puerta. Su casa era enorme. Dudó unos segundos antes de tocar el timbre pero al final de decidió.

Santi no tardó en abrir la puerta.

-Pensé que no vendrías, ya estabas tardando mucho.

Aurora miró la hora. Eran casi las seis de la tarde.

-Lo siento, es que vengo andando.

-¿Por qué no has cogido un taxi o el autobús?

-Me apetecía andar.

Santi suspiró.

-Venga, pasa.

Cogió a Aurora y le llevó hacia dentro de la casa. La casa era enorme tanto por fuera como por dentro.

Santi se acercó a Aurora por detrás.

-Me encanta tu nuevo peinado.-la dijo al oído. Ella sonrió para si.

-¿Quieres ver una peli?-le dijo él dirigiéndose al salón.

-Claro.

-Siéntate.-dijo Santi señalando el sillón de cuero negro del salón.

Aurora obedeció.

-¿Cuál quieres ver?-preguntó Santi abriendo un armario del mueble de la tele. Había cientos de películas.

-Pues no se… Hay muchas.

-Ya. Son casi todas de mi hermana asíque supongo que a ti también te gustarán, tenéis gustos parecidos.

En ese momento a Aurora le recordó a la escena de ‘’Y por eso rompimos’’ cuando Ed y Min están en la tienda de trastos viejos y él la dice que ella le gusta pero que la recuerda a su hermana. ‘’Pero Ed no se parece en nada a Santi.’’, pensó Aurora.

-¿De qué te ríes?-dijo él cogiendo una película del armario.

-De nada.

Santi se acercó a ella y la besó en los labios.

-Me gusta verte sonreír.-dijo él contra sus labios. Y volvió a besarla.

-¿Qué película vamos a ver?-dijo ella cuando se separaron.

-¿Te gusta esta?-dijo él mostrándole la carátula de la película ‘’Las ventajas de ser un marginado.’’

-Me encanta.-dijo ella sonriendo.

-No se por qué, pero me lo imaginaba.

Santi puso la película y se sentó en el sillón. Aurora se acurrucó a su lado.

-De pequeña mi padre y yo veíamos las películas así. Estaba muy unida a él.-dijo Aurora. Una lágrima empezó a asomarse dando paso a un mar de ellas.

-Estás muy unida a él.-dijo Santi remarcando el ‘’estás’’ mientras le limpiaba la lágrima que caía por el rostro de la chica, impidiendo que más cayeran.-Y ahora no hables de él. Disfruta de la película y olvídate de todo.

Aurora sonrió.

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