La jornada de fotos fue extenuante, pero entre un cambio y otro Aylen se la pasó pensando en como se vestiría una vez que termine la sesión. Imaginaba ese momento en el cual quedaría a solas con Alejando, el fotógrafo. Recordaba lo bien que la habían pasado la ultima vez que se vieron. Esa efervescencia de los recuerdos que de a ratos se iba volvía abruptamente con mayor ritmo e intensidad.
Tres horas después Aylen lo miraba fijo con su boca perfecta y se sacaba la ropa suavemente mientras él la admiraba acostado en la cama. Su cámara de fotos ahora descansa en la mesa de luz de ese hotel tres estrellas. Eran solo sus ojos mirándose y fundiéndose en el deseo que les provocaba verse. El día había sido largo, lleno de fotos, tomas, y poses. En el set hubo química desde el principio y el cansancio que tenían ambos no contaba.
Lo primero en caer fue su vestido floreado. El mismo que uso para el segundo cambio de ropa en el backstage. A pesar de no ser de gran tamaño sus pechos naturales desbordaron de su ropa interior por estar algo corrida debido a la previa que habían tenido. Su mirada fija en el bóxer del fotógrafo la incentivaba. Esa repentina erección la alentaba a desabrochar su corpiño y a taparse sus tetas rápidamente para que él no tenga el placer de verlas tan fácilmente. Con una sonrisa improvisada dejar de taparlas provocativamente y empezó a masajearlas como si se tratara de un cortejo a su rey. Solo tenia pegada al cuerpo su bombacha chica y de encaje.
Se acercó pgateando hacia la cama y pasó por encima de las piernas de Alejandro hasta quedar su cara a la altura del bóxer. Con una mano acarició el contorno del pene y lo hizo tan lento que parecía no tener fin. Al llegar al borde bajó el bóxer y quedó al encuentro con ese pene recto y duro que tanto había deseado. Lo beso y él se dejó llevar. En su pensamiento no pudo descubrir si fue su sobre excitación o el trabajo de esos labios de otro planeta, pero sintió la succión como nunca la había sentido en su vida. Intentó alejar de su mente el peor miedo; irse rápidamente en la boca de esa hermosa mujer y morir cansado ahí.
Aylen lo sabia, estaba acostumbrada a llevar el ritmo, no era solo una mujer bonita, además era independiente y nunca fue el premio de nadie. Lo masturbó despacio mientras lo comía sin apartar la vista de los ojos de Alejandro. Lo hizo sufrir y lo puso en una situación de vulnerabilidad extrema. No era fácil aguantarse cuando ella sacaba lo mejor de sí misma. En ninguno momento pensó en su novio. Esa noche ella también había tenido su permitido.
Me encontraba dentro del auto cerca en la esquina de la casa de Pablo y Adriana. No había pensado qué palabras iba a decir, pero si estaba seguro del objetivo de mi misión. Hacer que Adriana recapacite y que terminara con esa aventura amorosa que acabaría con Pablo, pero también con parte de la vida profesional de mi amigo. La esperé a que llegara de Pilates, sabia que a esa hora iba a Pilates, porque me lo había confirmado Aylen unas horas antes de terminar su backstage de fotos en Mendoza. De hecho, ese fue el ultimo mensaje que recibí de ella hasta el momento.
Necesitaba calmar la ansiedad o elevarlas, pero no me podía quedar así. Cualquier cosa que me estimule estaría bien. Abrí la guantera del auto y no había nada, revisé mis bolsillos, tampoco. Me agaché para ver si había dejado algo dejado del asiento del auto y no encontré absolutamente nada. Al levantarme vi pasar por mi costado izquierda el auto de Adriana que estaba a punto de estacionar en la puerta de la casona en la cual la pareja vivía hacia varios años.
Ella descendió del auto y yo hice lo mismo apurado. Me acerqué con velocidad para lograr que no entrara y poder cruzarla en la puerta. Lo logre un minuto después, nos cruzamos y se sobresalto sorprendida al verme. Nos saludamos como hacemos habitualmente.
-Que estas haciendo por acá -me preguntó sorprendida.
-En realidad estoy acá porque necesito hablar con vos -dije ansioso e impaciente.
- ¿Estas drogado? -me cuestionó descolocada y con tono de madre.
- ¿qué? Yo no hago esas cosas... -me defendí sabiendo que jamás me creería.
-Bueno... supongamos que no -respondió - ¿Querés hablar acá o entramos?
-Prefiero que hablemos dentro -dije tajante.
Adriana abrió el portón de la casa sin entrar el auto. Caminamos por un parque enorme que era la entrada a la casa y estaba llena de arboles y plantas. Una casona antigua se encontraba detrás de toda esa hermosa vegetación que Pablo se encargaba de mantener en perfecto estado a través de sus jardineros.
Los chicos salieron a saludarme, pero Adriana entendió que debía mandarlos a sus cuartos para poder hablar tranquilos. Dejó las llaves en un tazón de porcelana sobre un hogar enorme y lleno de leña que prácticamente nunca lo habían usado. Se frenó en dirección a la cocina.
- ¿Vas a tomar algo? -consultó con la amabilidad que la caracterizaba.
La miré de los pies a la cabeza. Era la mujer que uno jamás creería que podría engañar a su marido. Estaba terriblemente equivocado.
Ambos caminamos hasta el juego de sillones que estaba en el centro del living y nos sentamos enfrentados. La casona por dentro era increíble a pesar de tener más de cien años, estaba impecable y la sala de estar rodeada de ventanales gigantes que, a pensar de ser de noche, aun se podía admirar todo el parque y su imponente vegetación.
-Mira Adriana, voy a hacer franco se que estas engañando a Pablo. -las palabras salieron de mi boca como balas. Quizás debería haber trabajado el volumen de mi voz porque Adriana se incomodó y miró hacia los costados sin decir nada.
-No es lo que vos pensás... -dijo con un hilo de voz.
-Mira sé que eso es lo que decimos todos cuando estamos en una situación así, vos me conoces yo soy un santo, pero... -no me dejo terminar la frase.
-Antes de que sigas hablando tengo que decir que no es como vos pensás. Estoy metida en problema enorme... -no pudo terminar la frase porque se tapó la cara con sus dos manos y comenzó a llorar modulando el volumen para que nadie además de ella y yo pudiéramos escuchar.
- ¿Adriana te enamoraste? Mira si es eso tenes que priorizar tu familia. Vos sabes qué mal podés hacerle a Pablo si el se entera... yo te aseguro que el hoy no sabe nada, pero tampoco es tonto. Siempre uno termina cometiendo algún error y todo sale a flote no es mejor ... -otra vez no me dejo terminar de hablar.
-Basta por favor. No es eso. -hizo una pausa eterna -Estoy embarazada.
Sonó a una confesión entre llantos. Firme, como si tratara de liberar de toda la culpa que sentía por dentro.
No supe qué decir. No hizo falta entrar en detalles. En decirme que ese bebé no era de Pablo, que pensaba decir, que iba a hacer.
En un estado de shock me levanté y abrí la puerta de entrada. De manera surrealista me alejé atravesando ese jardín con forma de bosque de cuento infantil. Recién al estar en la puerta tomé una bocanada de aire renovador. Me subí al auto y al no poder ordenar mis pensamientos me perdí entre las calles del barrio sin saber hacia donde iba. Solo tenia una certeza. Ahora si iba a necesitar calmar mi cabeza con cualquier cosa que me alejara de la realidad. Tomaría lo primero que encontrará.
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Un hombre en la Ciudad
FanfictionEsta es la historia de un hombre de 43 años, arquitecto, soltero y diferente. Intelectual, emprendedor, adicto a las relaciones ocasionales. Selectivo su única familia es su hermana quien lo escucha y trata de entender. Con códigos y pensamientos de...