Capitulo Dieciséis

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Dos días después de esa noche en mi estudio y con la carpeta del proyecto en zona norte en mis manos aguardo que la pareja me visite en mi oficina. Hoy es un día de sol en Buenos Aires. Realmente bello. Pienso en todos los días que me perdí la vida diurna por vivir la nocturna. Es un pensamiento en el cual no quiero profundizar. Apenas arranca a tomar forma en mi cabeza lo alejo de mi. Es la primera vez desde que Aylen no esta tan pegada a mi que me levanto tan temprano. Al menos anoche no tuve la necesidad de dormí dentro de la bañera. El dolor de cabeza matutino con el que me despertaba a diario había desaparecido y estaba enfocado, lucido, salvo por la ansiedad de ver por primera vez a esta intrigante joven rubia. No se de donde me brotan estas ideas, estos impulsos, esas inquietudes siempre pegadas al misterio, a la mente de ellas, deseo meterme en laberinto de sus cabezas para confirmar cada una de mis teorías.

Me acomodo en mi silla dejándome abrazar por su forma esperando que esta gente llegue para pedir el café.

Ingresaron a la oficina en el mismo instante que estaba con los ojos cerrando girando el cuello en varias direcciones es para relajarme; a diferencia de otras veces, nunca me avisaron que había gente esperando.

A primera vista parecían una pareja simple pero refinada. Claramente la parte de buen pasar y económica venia del lado de el, en cambio ella era propietaria del mayor activo: era la que manejaba la pareja. Estaba claro de antemano que ella era quien llevaba las riendas de la relación. Quizás haya sido ese el primer indicio que había estado esperando confirmar. Reflexioné en ese instante si la motivación por este proyecto era encontrar una nueva mujer que pueda darme lo que me falta o estaba a la búsqueda de otra cosa que aún no podía comprender. Ya no me conformaba con tener esos impulsos intrincados, sino que además me estaba poniendo exquisito, ahora el deseo quizás también pasaba por subir un nivel de enrosque o en enfocarme realmente en lo que quiero para mi vida.

Con un gesto y una sonrisa los invité a sentarse, antes me levanté de mi silla y los tres estrechamos las manos. Al sentarnos pregunte si querían café y ambos contestaron que si. Llame a la asistente y aguardamos que llegara nuestro desayuno.

Comenzamos con una charla informal. Era claro que ella hablaba solo en los momentos que eran decisivos dejando para él los comentarios simples o que carecían de definición alguna. Cuando entramos en conversación sobre el proyecto terminé de confirmar que ella tenia una personalidad fuerte y que esa misma fortaleza se devoraba la de él dejándolo siempre de costado. No creo recordar haberlo visto con tanta claridad algo así en el pasado. Supongo que si era tan evidente para mi debería serlo para todos. Esto no me dejaba pensar otra alternativa de que ellos también eran consientes y de que de esta manera habían decidido ser felices. Por mas que yo sea de esta manera y de que a veces crea que mi cabeza tiene pensamientos que limitan lo prohibido esta clase de pareja posiblemente funcione durante años ya que si bien los roles son muy marcados cada uno de ellos acepto su lugar. Creo que les estoy contando esto porque si hablara del proyecto los aburriría.

Mi celular vibró en mi pantalón y mientras ella confirmaba algunos detalles con su novio sobre el proyecto yo saqué el teléfono y leí que era una notificación de Tinder. Con algo de disimulo abrí la aplicación delante de ellos. Este tipo de aplicaciones (Tinder, Badoo, Happn) tiene a mi criterio implícitamente algún tiempo de estudio en la cual, sin efectos visibles, previsibles y/o atribuibles nos hacemos adictos. Digo esto porque cada vez que aparece una notificación necesito ver quien de aquellas personas que ¨Yo seleccione¨ por alguna razón (que aún desconozco) también lo hizo conmigo. Pero, ahí no termina este juego de adicción. Esta ludopatía y adicción se da mayormente cuando siento que de todo el catalogo de personas que podemos ver, observar, fantasear (sin importar con cuantas coincidamos) sentimos que aun no llegó la que es, a nuestra falta de criterio, ¨la persona perfecta¨. Esta es a mi criterio la trampa, no existe lo perfecto y siempre queremos mas porque esta al alcance de nuestras manos lograrlo.

Como era de esperar cuando vuelvo a estar conectado en la reunión ella ya había decidido sobre su futuro marido los detalles del proyecto y esperaban de mi con ansias alguna fecha aproximada de finalización del proyecto. Claramente sin ser demasiado especifico y dejando en claro algunos puntos técnicos les di una fecha. Por dentro me pregunte ¿Cuál será la fecha de expiración de esta pareja tan desequilibrada en sus roles? Realmente era algo que no debía importarme. Entendí que en sus fantasías mas cercanas esta joven rubia hermosa no estaba jugar un doble juego conmigo. Lentamente sentí que esa idea que había percibido al ver la carpeta el proyecto la noche anterior se desinflaba como un globo de cumpleaños olvidado días después en un salón inmenso, oscuro y vacío.

Cuando se estaban retirando confirmamos otra reunión para ultimar algunas cuestiones, pero mi entusiasmo se había ido nuevamente para siempre. Necesitaba alejarme de la oficina un rato. Saldría a tomar otro café, esta vez de Starbucks. En el medio enviaría un Whatsapp a Aylen para hablar con ella. Algo muy dentro mío me indicaba como si fuera una alarma de un automóvil que se estaba avecinando un huracán y que en breve me preguntaría como es que estoy dentro de el sin siquiera haberlo visto llegar.


Aylen sintió vibrar su celular sobre la mesa de luz. Aun estaba dormida cuando levantó el teléfono. El mensaje era claro ¨Aylu, buen día. Necesito que nos juntemos a hablar. ¿Podes?"

Ella sabia que ese mensaje estaba al caer. ¿era cuestión de días, horas? ¿O tal vez un mes? En este ultimo tiempo dividía su cabeza entre Tincho y él. No podía continuar con las dos cosas al mismo tiempo. Una de las dos tenía que terminar. Una de las dos se estaba terminando y la otra recién estaba empezando ¿o mejor dicho continuando después de tantos años?

Lo peor de esta situación era el momento de ¨la decisión¨, nadie pueda asegurar en ese instante que es catalogado el final que lo que estamos haciendo es lo correcto. Todos dudamos, no esta mal, es lógica. Solo que la duda es un síntoma que al instante que confirmamos que nos equivocamos duele, y duele mucho. También Aylen entendía, mientras estaba acostada, que para poder seguir adelante tenia que enfrentar esa duda y por ende la decisión que tomara. Reflexionó que lo mejor no era contestar ese mensaje de Whatsapp ahora. No abrió la aplicación para que no sepa que lo había leído. Como si se tratara de algo que debe dejarse reposar volvió a apoyar su celular en la mesa de luz. La luz del sol se filtró por la ventana del departamento. Ya no iba a poder dormirse. La próxima hora la pasaría mirando el techo o moviéndose despacio en esa cama que no era la suya, pero la frecuentaba mas tiempo que ninguna. Tampoco la persiana que dejaba pasar la luz del sol, mucho lo era esa habitación. Estaba desnuda y sin bañarse. A su costado estaba Tincho completamente dormido. Pensó en si estaría soñando. Lentamente salió de la cama quitándose la sabana de encima. Caminó hacia el baño y abrió la ducha. Se metería antes que se el amor de su vida se despertara. Necesitaba estar a solas un rato. Quizás simplemente para ducharse, para sacarlas la culpa (si es que existía alguna) y también porque no, para juntar valor para todo aquello que estaba por venir. 

Un hombre en la CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora