Capitulo Ocho

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Salí del baño listo para hablar con la policía. Cuando sos una persona que está más adentro de la ley que afuera (por lo menos de la justicia ordinaria) no te intriga demasiado que puede querer la policía un domingo a la mañana.

Le dije a Aylen que me esperara en el departamento que seguro se trataba de alguna confusión y baje por el ascensor decidido a que se trataba del incidente de la noche anterior en la concesionaría.

Al llegar a la planta baja un patrullero y cuatro policías esperaban en el lobby del edificio. Me presenté dándoles la mano, pero no me fue devuelto el saludo. En cambio, fueron al grano y me respondieron que tenían que hacerme algunas preguntas.

-Señor, tenemos pruebas obtenidas de las cámaras de seguridad de una concesionaria de autos donde se lo ve claramente dañando parte de la entrada de vidrio. -dijeron sin vueltas -Va a tener que acompañarnos para poder tomarle declaración.

Reflexione y conteste que si tenían que llevarme los acompañaría pero que estaba dispuesto a pagar el daño al dueño y así dar por terminado el asunto. Que por eso no había problema ni teníamos que llegar a algún judicial.

-La verdad señor es que podemos tomar su reclamación acá, pero si quiere convenir el arreglo de los daños ocasionados puede hacerlo con aquel hombre -dijo con autoridad señalando hacia la puerta -es el dueño de la concesionaria.

Sentí que mi corazón dejaba de funcionar. Era un detalle que no esperaba. Estaba frente a frente con el hombre que podía (si es que ya no lo había hecho) arruinar mi negocio y parte de la vida de varios.

El hombre se presentó y a diferencia de antes esta vez si nos saludamos estrellando nuestras manos. Intenté estudiarlo con la mirada, pero no venía más allá de lo físico. Un hombre alto y delgado, completamente bronceado, a tal punto de preguntarme si había nacido con ese tono o tenía algún truco mágico para dar la impresión de vivir en la playa. Calculé a ojo que tendría al menos diez años más que yo. Era algo completamente diferente a lo que me había imaginado cuando me junte con Adriana. Si bien era un perfil típico empresarial me lo imaginaba de otra manera.

-Disculpé todo este despliegue, pero cuando hice la denuncia no me imaginé que serias amigo de Adriana. -aclaró mostrando sus dientes blancos y perfectos. Al hablar estiraba las palabras dando ese clásico tono de gente de la High Society Argentina. Mucho polo, sol, y vacaciones en Punta del Este.

-En realidad soy amigo su marido, Pablo -contrarié buscando alguna reacción inmediata -en realidad Adriana es la mujer de mi mejor amigo.

Hizo silencio, pero no contestó a mi ataque. Lo esquivó con sutileza. Evidentemente era muy astuto.

-Bueno, ella fue quien te reconoció en el video. De haberlo sabido antes no hubiera llamado a la policía. Te pido disculpas.

Dicho esto, se acercó a los oficiales y sin que yo pudiera escuchar que les decía logró que se retiran del lobby. Con un gesto de saludo hacia mi inclinaron sus gorros y salieron por la puerta del edificio. Me apure a hablar.

-...bueno ahora que la policía ya no está y nos salteamos ese problema. Esta semana puedo enviarte un contratista para vaya a cambiarte la vidriera. Puedo pasarte mi teléfono si es que...

No dejó q terminara de hablar que me interrumpió.

- ¿Creo que vos y yo nos merecemos una charla un poco más profunda no? - preguntó con ánimos de sinceridad.

-Supongo que podríamos -contesté -pero en casa no estoy solo y prefiero dejar este tema entre vos y yo. ¿Podríamos hablar en la terraza que te parece bien?

Asintió con la cabeza e ingresamos juntos al ascensor. Subimos diez pisos en completo silencio. Incómodo. Me sacó del trance el sonido las puertas del ascensor.

Caminamos juntos costeando la pileta del edificio y nos sentamos en el deck principal. Estábamos completamente solos.

-Bueno, antes que nada -me dijo -estoy acá porque sé que sos como parte de la familia de Pablo y Adriana. Viendo cómo dejaste la vidriera de concesionaria creí oportuno venir a hablarte, aunque no debiera hacerlo.

Agradecí el gesto lo primero que pregunté fue:

- ¿porque Adriana? ¿Que los llevo a hacerle esto a Pablo?

Mientras hacia esa pregunta pensé por dentro que mi falta de escrúpulos iba en ascenso ya era enorme. Estaba pidiéndole a un desconocido que hiciera lo que yo jamás había hecho por nadie.

-Porque en la vida hay cosas que no se eligen, nos exceden. Como ciertos amores, amistades, situaciones e infinidad de otras cosas cotidianas. Con Adriana nos conocimos. Siempre supe que ella estaba casada y ella siempre supo que yo estoy divorciado y que además tengo hijos chicos. Creo que lo que nos llevó a frecuentarnos fue la confianza y todo lo que cada uno depositó en el otro durante este tiempo. Nos fuimos complementando a diario.

Yo escuchaba con atención. No podía hacer otra cosa. Lo que decía era más que lógico. El 80% de las personas sienten lo mismo solo que no todos llegan al nivel de este hombre con Adriana. Son muchas las personas que buscan la contención en personas que no son su pareja. Mal necesario, mal de muchos, no lo se. Simplemente una realidad actual. Otra de las tantas.

- ¿Pero en algún momento pensaron en Pablo? -Cuestioné con énfasis - ¿No pensaron en lo que podía pasar con el si lo que ustedes tienen llega a oídos suyos?

-Te soy sincero -dijo con una mueca en su boca -con Adriana nos unimos justamente para evadir nuestros problemas. Así empezó nuestro amor. Nos conteníamos, nos ayudábamos, nos fuimos amando y enamorando de a poco. Así que no, nunca pensamos en Pablo porque entiendo que Adriana también estaba escapando de su vida junto a él.

Yo sabia que Pablo era muy especial, quizás demasiado tradicional, muy estructurado, poco relajado, sin iniciativas propias más que para el trabajo. Si eso lo traslado a su cama o su vida de matrimonio podría llegar a entender que a través de estos meses Adriana haya estado pensado en dejarlo.

-Bueno pero el tema no termina ahí -dije con cuidado por lo que estaba por venir -vos sabes que el asunto está más complicado.

- ¿Lo decís por el embarazo? -dijo sin sorpresa -Si claro. Es una de las mejores cosas que nos paso a ambos en mucho tiempo. Confirma nuestro amor y con Adriana ya arreglamos lo que se viene. No va a ser fácil pero unidos nada nos va a poder frenar.

- ¿Eso quiere decir que tarde o temprano se va a separar de Pablo?

-Esa es una decisión que va a tomar ella cuando lo desee, pero si, claro. En eso ella sabe que cuenta y tiene todo mi apoyo. -respondió con seguridad.

Mientras el mozo del minibar se aceraba a ofrecernos algo de tomar yo sentía que me estaba quedando sin energías. El sol se reflejaba en el agua de la pileta y de ahí daba directo en mi cara.

Ambos le dijimos que no queríamos tomar nada y le dimos las gracias. Estuvimos en silencio unos minutos. Daba la sensación de que el esperaba a que yo saliera del shock para retomar la charla. Un cansancio enorme me invadió el cuerpo. Seguro que lo notó porque lentamente se fue levantando de la silla y estiró la mano.

- ¿Sin rencores? -dijo otra vez con esa mueca en su cara. Alargué la mano y se la di.

El caminó hasta el ascensor sin que tuviera que enseñarle la salida.

Las puertas se abrieron y antes de irse se dio vuelta y dijo.

-Tus contratistas pueden pasar cualquier día de la semana para cambiar los vidrios. Por eso no hay problema. Muchas gracias por la charla.

Las puertas se cerraron y el ascensor bajo. El día era hermoso, pero para mi se estaba acercando una tormenta de incalculable tamaño.

Un hombre en la CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora