Capitulo Diez

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Las sesiones de Aylen son demasiado largas y creo que jamás voy a entender porque. Tampoco voy a ponerme a pensar en eso, es su trabajo y no pienso meterme.

La noche anterior vino a comer el fotógrafo que viajo con nosotros, es un muchacho con el que Aylen trabaja hace años.

Durante la cena con Aylen y él hablábamos sobre el tiempo que tiene una modelo para hacer la diferencia. Lamentablemente estar atado a la belleza y cómo está no es eterna por ende tampoco lo es el negocio. La modelo debería reinventar su negocio mientras tiene un ingreso de dinero fluido. Aylen es medida con este tema, no tiene grandes lujos pero muchas de las chicas que conocí por ella tienen un ritmo de vida en donde su economía está al límite y otras acceden a un trabajo del cual no estoy en contra, ya que cada uno hace lo que quiere con su cuerpo, pero son parte de un ecosistema al cual ingresan gratuitamente teniendo privilegios en hoteles, bares o boliches de moda pero detrás de eso hay un contrato tácito de sexo con empresarios, gente del gobierno, gente de la TV, estafadores y hasta narcos. Conozco el paño, sé que es un trabajo súper relajado y que da buen rédito en dinero y conexiones pero como todo tiene sus riesgos.

En mi caso particular, hace unos años atrás, conocí a un hermosa chica que de día estudiaba en la UCA, tenía su departamento y llevaba una vida bastante elevada económicamente. Seguramente ya estará recibida y toda esa vida pudo mantenerla ya que con cinco clientes mensuales ganaba hasta tres veces más que cualquier chica en una oficina. Supongo que también es un estilo de vida. Después de ese ritmo nadie quiere vovler a ser cajera en un supermercado.

Lo importante de este relato no es hacer un juicio de valor sobre lo que cada uno desea hacer con su cuerpo durante el tiempo de vida que tenemos, sino sobre un comentario de este fotógrafo que elevó nuestro tono de voz, quizás por el tequila libre que llegaba a nuestra mesa constantemente sumado a que Aylen ya había ido a dormir para estar descansada al día siguiente.

El calor y el tequila son un cocktail explosivo para cualquiera que se sumerge en la noche mexicana. Hinchado en alcohol hizo un comentario que no me gusto o que por lo menos rompió la armonía de la charla en la que estábamos hablando.

-sin ofender. -dijo mirándome a los ojos -creo que deberías ponerte las pilas con Aylen.

El consejo me sacó de ese estado de relajación que provoca estar a metros de la playa bebiendo sin límites. Lo observé durante una segundos antes de contestar.

-¿Que me ponga las pilas? ¿De que estás hablando?

La música sonaba en el lugar. Unas canciones de mariachis con letras de desamores mexicanos llevaban inundando el ambiente hacia más de una hora.

-Bueno, es que tenes fama de ser un profesional, muy independiente y es como si tu noviazgo estuviera en segundo plano, ademas.... -respondió buscando con lentitud cada una de las palabras por culpa del tequila. No lo deje terminar.

-¿Además? ¿Además que? -le conteste en la cara.

-Bueno no te enojes. Digo que además es evidente que sos bastante mujeriego y bueno nada, eso hace que quizás ella no sepa bien a donde queres ir.

Me levante de la silla golpeando la mesa. Estaba enfurecido. Dude si darle un golpe en esa cara de nene caprichoso o si irme del lugar. Opte por no callarme y contestarle.

-Antes de hablar de mi pensa lo que vas a decir porque esta es la última vez que lo vas a hacer teniendo la cara entera.

Miré hacia los costados y le dije una frase que en el fondo tenía una trampa para ver su reacción.

-La próxima vez que me entere que te acostas con ella, que le insinúas algo, que le mandas un mensaje que no tenga que ver con el trabajo o simplemente que la miras con esa cara de pajero como haces siempre te voy a meter la cámara de fotos con todos los accesorios en el medio del culo.

Saque algunos dólares de la billetera haciendo tiempo y esperando alguna reacción que jamás llego. Eso solo significaba una cosa. Aylen y el se habían acostado.

Deje algunos billetes sobre la mesa. Me di vuelta y me fui.

Salí del lugar directo a la arena de la playa. Aunque era de noche aún estaba tibia. La falta de reacción se debía a que ese fotógrafo había tenido algo con aylen. De no ser así me lo hubiera negado, sin embargo optó por callarse. Asumiendo que yo sabía algo. Me la jugué como en el póker o el truco. Mentira-verdad y me había salido bien.

Camine en dirección al hotel. El aire de mar me despejaba aún más la mente. La rabia que sentía se fue aplacando y por primera vez pensé en que quizás en esta historia no era el único que se daba el lujo de tener sus "permitidos".

Que diferente es cuando uno cree que es el único y cómo cambia todo cuando te das cuenta que no. A lejos veía el imponente hotel. Dentro de el Aylen ya estaba dormida.

Camine lento pero firme. Moje mis pies en el mar. El caribe me estaba enseñando cosas que la ciudad no me permitía ver. Haber descubierto lo de Aylen y su fotógrafo me había molestado pero no sabría explicarles en este momento el porqué. No tenía motivos y no podía decir nada. Creo que esta vez iba a tener que callarme la boca y aprender a masticar la bronca. Lo mejor iba a ser no decir nada y dejarla pasar.

Por lo visto esta vez me había tocado estar del otro lado del mostrador.

Un hombre en la CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora