Capitulo Diecinueve

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Anoche no dormí en la bañera y volvía a llover en Buenos Aires. Las dos cosas era un presagio de algo. Que no durmiera otra vez en ese mismo lugar era porque los mensajes de WhatsApp eran mas fluidos y cordiales con Aylen. En un rato y a pesar de la lluvia nos íbamos a encontrar en el shopping abasto. La lluvia era un presagio de que algo lúgubre. El día estaba negro a pesar de ser temprano. acomodo al pasar el libro "Nuestros nombres después de la tormenta" y ahí acababa de irse el tercer presagio.

Si bien con Aylen el trato era fluido hasta ese momento no nos habíamos vuelto a ver. Algo que dentro mío y con el correr del tiempo debería haber detectado.

Mi predisposición era la de ir a verla, que no era poco, porque verla era lo mas lindo que iba a tener ese día. Llegue a pensar en varias oportunidades que más allá de ser hermosa en sí mismo (algo que no es poco) además muchas cosas siempre conspiraban a su favor para enaltecer más esa belleza.

Como por inercia me vestí, me duche y mientras lo hacia pensé que en lo loco que sonaría decirle a alguien que me estoy dando un baño sobre el mismo lugar que había sido mi cama durante un tiempo atrás. Me conozco cuando estoy ansioso suelo pensar estupideces como esa en base a tonterías que hago: como dormir acá dentro, donde me estoy bañando.

Decidí no tomar nada porque íbamos a merendar. Algo en el aire estaba espeso. Deje mi departamento y directamente subido a mi auto me sume al transito. Si bien estaba metido entre muchísimos autos no tengo la sensación de haber demorado mucho. Seguro porque mi cabeza iba a mil y el entorno daba la sensación de ir lento, pero a pesar de eso estaba mas concentrado en mi cabeza. Deje el auto en primer estacionamiento que puedo. Caminé bajo la lluvia y otra vez volvía a entrar a un Starbucks. En el fondo de ese local, en donde predomina el marrón de distintas tonalidades y da la sensación de ser un lugar saludable creo que es tan nocivo como cualquier otro lugar en donde todo es estandarizado, bajo un proceso y producido en masa. Otra vez pensamientos negativos, me acerqué hasta una de las mesas en donde pude ver que estaba sentada Aylen. Me llamó la atención que ya estaba tomando su café, y eso era lo único en la mesa. No había nada para comer, no me había esperado para pedir juntos. Debí haber notado que eso era una señal. Me senté y saludé sin un beso, más bien una sonrisa que parecía una mueca. Le pregunte cómo estaba. Me dijo que bien. Solo eso. Le dije que me acompañara a pedir algo y me contestó que prefería quedarse para no perder la mesa. Acepté. Fui a comprar, pedí, aboné, me apoyé en la barra para esperar a que me llamaran por mi nombre. Ese tiempo fue eterno. Evité querer darme vuelta y verla. Algo andaba mal, lo podía oler en el aire, pero me negaba a aceptarlo. Endulce mi café ni siquiera sé con qué. Volví a la mesa apenas me acomodé en mi silla Aylen hablo.

-Tengo que decirte algo -no levantó la vista de su café -pensé y pensé la manera creo que la mejor es decirte que...

Espere a que terminara la frase.

-decirme qué? – pregunté.

-Que me voy a ir del país, viajo a Francia a hacer una campaña durante más o menos un año. Es una oportunidad única para mi carrera y la verdad es que no puedo arrastrarte conmigo y si lo pudiera hacer no lo haría.

Alejé mi boca de ese intento de vaso de café. No respondí tampoco tenia respuestas. ¿Qué iba a decir? Daba la sensación de que me estaban despidiendo de un trabajo en donde la decisión ya estaba tomada solo que se trabaja de una relación.

Tengo recuerdo de haber tenido tiempo para preguntar, pero las preguntas que hice no fueron las mejores, estaba como en estado de shock. Vine con una idea y Aylen me había pateado el tablero jamás había imaginado algo así.

- ¿Cuándo te vas? -consulte en un hilo de voz como si mi garganta se había dado tres sorbos aún.

-En una semana -dijo -quiero que sepas que esto no tiene nada que ver con vos. Vos entenderás que ya tenés tu vida armada, tu carrera, sos reconocido en lo que haces, también llegado el momento te fuiste afuera a estudiar y volviste. Vos más que nadie puede entender que lo que me pasa es lo mismo por lo que pasaste vos años atrás.

Daba la impresión de que Aylen tenía todo planeado, cada palabra estudiada y yo no tenia fuerzas para luchar contra eso. Esos quince o veinte minutos frente a ella me habían consumido toda la energía. Seguí sintiéndome así, cuando se fue, cuando volví a buscar mi auto, cuando regresé a mi casa y también varios días después.

Aylen se levantó de la silla y la tomé de la mano con fuerza.

-Prométeme que esta no es la ultima vez que vamos a vernos, necesito verte y que nos despidamos antes de que viajes a Francia.

No se si eran lagrimas, pero mis ojos se habían nublado esperando una repuesta.

Aylen no separó mi mano de la suya ante de responderme. Estaba tan frágil que solo me contenté con ese leve contacto que tuvimos esa tarde.

El vacío me tragaba entero y me invitaba una caída libre.

-La verdad es que no puedo prometerte nada, tengo muchas cosas que arreglar, pero voy a hacer todo lo posible. Despegó su mano de la mía, hizo una mueca que intentó ser una sonrisa y salió por la puerta que estaba cerca de esa mesa. Creo que hasta eso estaba pensado. La ubicación de la puerta de salida cerca de la mesa. No se volteó abrió su paraguas bajo la lluvia y se perdió entre el trafico de la zona del abasto. Pocos minutos después Salí del local, sentía que me ahogada, caminé sin saber hacia dónde iba y me costó encontrar el estacionamiento. Mi cabeza iba a mil. Mi alma estaba destrozada y ya no tenia el control de mi mismo ni de nada lo que rodeaba mi vida. 

Un hombre en la CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora