Capitulo Doce

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Aylen estaba nerviosa. Esperaba en un Café Martínez de la capital prácticamente escondida y completamente perseguida. Un tanto paranoica para su gusto. Miró su reloj de nuevo. Eran las tres y cuarto de la tarde. Faltaban quince minutos.

Pensó en qué momento había empezado esta locura y la respuesta llegó rápidamente. Un mes antes del viaje a Cancún. En Instagram se había encontrado con el perfil de uno de sus ex. El mas importante. El que realmente había marcado su vida, aunque ella jamás se lo había confesado. Cuestiones de ego y de no mostrarse indefensa frente a la adversidad. Era mas chica y le costaba reconocer sus errores y había pagado demasiado caro por eso.

El ruido de la ciudad y del lugar no ayudaban a esa especie de meditación que intentaba hacer para relajar su tensión. La tarde que había visto el perfil de Tincho dudo en seguirlo, pero termino haciéndolo. Mas le costo enviarle ese simple ¨¿hola como estas? ¨ después de tantos años de silencio entre los dos.

Ese pequeño mensaje que desataría un torbellino de locuras y palabras.

Eran las tres y veinte. Faltaban diez minutos.

Tincho leyó el mensaje enseguida, pero tardo en contestar. ¿Aun estará dolido? Después de ese mensaje súper lanzado llegaron sus dudas. ¿Para qué lo hice? ¿Qué es lo que quiero? ¿Estaré confundida? No importa. Quizás en el fondo eso que la hacia dudar era que aun él no había respondido. Hasta que lo hizo.

Años atrás todo se había terminado porque ella lo había lastimado. Después de un año y medio de amor adolescente empezó a dudar y se lo hizo sentir de la peor manera posible.

Todas esas locuras de chicos habían pasado con rapidez; las primeras relaciones sexuales adolescentes y frenéticas juntos, Las salidas al cine casi todas las semanas, las llamadas por teléfono hasta altas horas de la madrugada, la contención que al dia de hoy no había sentido en un hombre, su sonrisa y su predisposición cuando ella lloraba por alguna causa sin fundamentos. Los abrazos, todo se sentía diferente con él, hasta que el jarrón se rompió y nunca pudo ser igual.

Caminaban juntos por la plaza del colegio al que habían ido toda la secundaria. Aylen recordaba haber estado rara y callada, pero mas recordaba que Tincho lo había notado durante toda la tarde, pero como tenia mucha paciencia no había dicho nada, hasta uno minutos antes de despedirse.

- ¿Te pasa algo? Te noto rara -había confesado acariciándole la mano.

Ella no contestó, pero no aguanto las lagrimas y se puso a llorar.

-No sé, estoy rara -dijo mientras lloraba -no quiero lastimarte.

- ¿Porque me vas a lastimar? -preguntó Tincho sorprendido y asustado.

-Es que - hizo una pausa -no sé si realmente estoy enamorada. Nose qué quiero. Perdón.

Recordaba la cara de Tincho como si fuera hoy. Un fantasma oscuro se había apoderado de el borrándole completamente su característica sonrisa. La próxima media hora fue de llanto y también de desconcierto. Tincho sintió el primer golpe de muchos más que vendrían con él correr de los días.

Cada uno de esos golpes fue una tormenta de incertidumbre pata Tincho. Llamados que ella no quería contestar. Falta de comunicación y peleas. Aylen sentía que él no respetaba su espacio y que la asfixiaba. Se cruzaban seguido porque compartían amigos, pero siempre las conversaciones terminaban mal o no terminaban. La relación se había roto y parecía no tener arreglo.

Dos meses después Ayelen dio el golpe mortal sin querer y del cual se arrepentiría toda hasta el día de hoy.

Una noche de verano se hizo una fiesta en el club San Fernando. Pensó en no ir, pero había estado pasando unos días fatales. Había extrañado a Tincho pero no lo suficiente como para volver a él y decírselo entonces se tomó esa noche libre para salir con amigas. La fiesta estaba colmada de gente, pero también de alcohol. Canción tras canción se fue dejando llevar por el frenesí de sus amigas y por el desborde de ese estallido hormonal que uno comprende unos años mas tarde, cuando todo parece ser monótono y homogéneo.

Es el día de hoy en que no recuerda en qué momento apareció el mejor amigo de Tincho delante de ella y hablando cosas al oído mientras bailaban. Cosas que ella no entendía, pero se dejaba llevar por su estado y porque la estaba pasando bien. Quizás haya dado por sentado de que el mejor amigo de ex no intentaría algo con ella, pero se equivoco y ese fue su gran error.

En un momento dado él dijo algo al oído y ella asintió sin saber o entender. El la agarró de la cintura y la beso intensamente. Su primer pensamiento fue correrlo, pero el beso había sido tan rápido e inesperado que sus bocas empezaron a jugar entre las risas de sus amigas. Aylen recordaba haber querido cortar el beso, pero la sostenía de una manera que le era imposible y el beso continuó uno uno segundos mas. Fue solo eso; un beso lo que sentenció la relación con Tincho para siempre.

Días después eso llegaría a oídos de Tincho y desde ese momento como por arte de magia desaparecería de su vida. Ahora era él quien no atendía sus llamados ni contestaba sus mensajes de texto. Ella sintió un dolor en el pecho enorme que tardaría muchísimo en poder aplacar. Lo había lastimado.

Hoy, varios años después habían comenzado a chatear por Instagram. La conversación había arrancado siendo rara, pero con el correr de los mensajes se fue ablandando. Esta misma noche tuvieron un hermoso sexo virtual. Jugaron a distancia como en aquellas épocas, recordando cada uno lo mejor del otro en la cama. Entre recuerdos y éxtasis ella se había mojado y él a través del chat del WhatsApp (porque ya se lo habían intercambiado) le hizo ver por live su deliciosa eyaculación. Así estuvieron varios días consecutivos hasta que pactaron verse. No podían continuar así. Hoy era el día.

Lo vió entrar y buscarla. Realmente estaba ahí después de tantos años. Aylen sabia que era él, pero lo decía porque se había presentado de forma física otra vez frente a ella. Como tantas otras tantas veces en el pasado. Se acercó hasta su mesa y la saludó con un beso un tanto tímido en la mejilla y se sentó frente a ella en ese insulso café. Hacia tiempo que esa sensación no recorría su cuerpo. Esas cosquillas que van desde el cuello hasta la cintura sin escalas. Era señal de que no le importaba nada más que estar frente a frente el tiempo que durara, esa tarde, esa noche o el día siguiente.

- ¿Vas a pedir ese capuchino enorme que tanto te gustaba? -Preguntó sin disimular que la conocía demasiado. 

Un hombre en la CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora