Capítulo 17

11 3 0
                                    

Después de las palabras de Diego, Iris no sabía ni dónde estaba. Se había disculpado sí, pero no por ella, sino porque no podía soportar la carga. Sabía que corrían muchos rumores sobre ella, pero nunca nadie, ni siquiera sus "amigas" se lo habían dicho directamente. Al igual que ella también hacía correr rumores de los demás sin motivo alguno. Las palabras de Diego de aquella noche le hicieron pensar mucho, se dio cuenta de que no se quería a sí misma y, si ella no se quería, no podía permitir que los demás lo hicieran, quizá por eso actuaba como actuaba. Cada vez veía más gente criticándola cuando pasaba por delante y, si ya lo hacían cuando ella estaba, no se podía imaginar lo que hacían cuando no estaba. Sabía que era tarde para arreglar las cosas, no podía ir a cada persona a la que había hecho daño, disculparse y esperar que esta la perdonara. No podía cambiar su reputación. Esos pensamientos le hacían mucho daño, pero era la verdad. Y ese odio, lo había creado ella solita, por culpa de su egoísmo y sus celos.

Le gustaba el invierno porque podía ir con manga larga.

...

Deka salió de casa con intención de ir a la biblioteca a estudiar, sus primos molestaban demasiado. Sintió una presencia detrás suyo, sonrió sutilmente y siguió caminando, esta vez por lugares más estrechos. Se metió por un callejón sin salida, y al llegar casi al final se giró, pero no había nadie. Se quedó algo desconcertada, la estaba siguiendo, estaba segura. Cuando se disponía a irse, notó como alguien la cogía por la mochila, la tiraba contra una pared y seguidamente ponía su brazo en el cuello de ella.

-¿Que tramas? -preguntó el chico mirándola fijamente.

-Tengo lo que tanto buscas -contestó Deka con una sonrisa ladeada. Cada vez le fascinaban más sus ojos.

-Dámela -ordenó el joven apretándole más el cuello.

-No, quiero respuestas. Solo te daré la piedra si me contestas a unas preguntas -sentenció Deka, con decisión.

-Esta bien -la dejó ir, frunciendo el ceño.

Deka llamó a Diego para indicarle que se dirigía a su casa, tal y como habían planeado. Diego les abrió la puerta y los acompañó al comedor, allí le indicaron al chico que se sentara en una silla.

-¿Dónde está? -preguntó mirando a Deka fijamente.

-Primero las preguntas -respondió Diego cruzándose de brazos.

-No contestaré a nada sin la piedra -afirmó el joven.

Deka llamó a Uriel y este apareció por la puerta del comedor algo tembloroso. Si su plan salía mal, podía acabar sin volver a ver a su familia nunca más.

-¿Cómo sé que es la de verdad? -preguntó el chico

-Tendrás que confiar en nosotros -afirmó Deka, cruzando los brazos y apoyándose sobre una pierna.

El chico bajó la mirada un segundo, la volvió a subir y miró a Uriel fijamente, analizándolo. Intentaba penetrar su mente, y lo consiguió, asegurándose así que era la piedra, pero sólo podía con él. Después miró a Diego, tenia una cara familiar. Lo miró por unos segundos, hasta que Diego dio una palmada, se fregó las manos y miró hacia Deka indicándole que empezara a preguntar.

-¿Quién eres? -preguntó Deka

-La persona que protegerá a tu amigo de una muerte segura -contestó el chico.

-¡Sin rodeos! -exclamó la chica alzando la mano creando una esfera azulada, humeante.

-Me llamo Kilian.

-¿Se puede saber por qué motivo corro peligro? -siguió Uriel -Resulta que me hice un corte y solo Deka y yo podíamos ver que se me había curado -explicó.

-Resulta -contestó imitando su voz. Uriel se ofendió -que una vez se detecta la piedra, los poderes de esta son visibles a cualquier persona -sonrió. Sonrisa que más bien era una mueca. Diego automáticamente fue a mirar si Uriel tenía la cicatriz que se la había quedado después de que Deka lo cortara. No estaba.

-¿Cómo sabes de la existencia de la piedra y cómo me encontraste? -continuó Deka después de coger una silla para sentarse.

-¿Sabes? Te conozco más de lo que piensas. Tengo una misión muy simple, proteger a la piedra y únicamente a la piedra, sin importarme a quién tenga que hacer desaparecer -explicó el chico levantándose de la silla, con intención de ir a coger a Uriel.

Deka y Diego, rápidamente, se colocaron delante de Uriel, impidiéndole el paso a Kilian. Este dio un paso hacia atrás, frunciendo el ceño.

-Esa no es tu misión, es la mía. Yo soy la descendiente de aquel mago -afirmó la chica.

-No tienes ni idea -se limitó a decir el chico antes de irse.

Deka estaba segura de que era imposible que Kilian fuera su padre, pero, ¿a qué se refería con que la conocía más de lo que pensaba? Miró a los demás con intención de que dijeran algo sobre lo que había pasado, pero nadie dijo nada. Tenían aún más preguntas que antes.

-¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Uriel rascándose la cabeza.

-La verdad, no tengo ni idea. Solo sabemos como se llama y con eso no podemos hacer mucho -contestó Deka sin mirarlo.

-Estas equivocada, piénsalo bien. Este chico, seguramente, vive solo y no tendrá más que unos pocos años más que nosotros. Quizá Google nos de una pista -explicó Diego.

-¿Y qué piensas buscar, "niños desaparecidos llamados Kilian en los últimos veinte años"? Por favor Diego, no estamos en una película, no me seas ridículo -reprochó Deka.

La piedra de la reina CalifyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora