Capítulo 11

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Estaban sentados en el autobús cuando uno de los chicos se le acercó y se sentó a su lado.

-Hola, soy Cio -dijo ofreciéndole la mano.

-Ya, lo sé, te han llamado más de una vez -contestó Uriel, agarrándola.

-Se escribe T-h-e-o, siempre hay confusión con eso -siguió Theo, ignorando el comentario de Uriel -¿Tu eres el del gatillazo verdad?

-Sí... podríamos decirlo así... -Uriel no se esperaba esa pregunta y se puso algo tenso.

-Oye, tranquilo -Theo notó que no le había gustado mucho que le recordara aquello -yo te creo, Iris es una persona... como lo diría...

-¿Manipuladora? -intervino Kyla.

-¡Exacto! -exclamó el chico satisfecho -A mi me hizo algo parecido porque no quise pasarle el número de un amigo, le dijo a todo el mundo que me vio enrollándome con mi hermana, que tiene diez años. Así que imaginate... -explicó.

-De mi dijo que había pillado un herpes vaginal por no pasarle unos apuntes, y ni siquiera vamos a la misma clase -añadió Kyla apoyándose en la espalda del asiento de Uriel -como podrás ver todas sus mentiras giran entorno a lo sexual, es una inmadura -rodó los ojos.

-Si, pero Diego se pasó con lo que le dijo -se entrometió Elijah.

-Si, ¿eh? Te quedaste a gusto... -dijo Zoe dándole un golpecito con el codo y alzando las cejas.

-Yo creo que hizo bien, hasta me atrevería a decir que ahora dejará de inventarse tantas cosas -comentó Ivette, encogiéndose de hombros.

-¿Podemos dejar el tema? Ha pasado casi un mes, olvidadlo ya -se enfadó Diego, no le apetecia recordar su actuación de aquella noche.

Inmediatamente miró a Deka, que lo estaba mirando un poco sorprendida. Todos se quedaron algo incómodos después de la bronca de Diego, estaban hablando en broma pero a él no le hizo mucha gracia. No se sentía muy orgulloso de esa noche y quería hablar con Iris sobre ello, pero tampoco se atrevía por Deka. Ya tenía muchos problemas como para ahora meterle uno más con ese tema. Diego sabía que Deka se sentía intimidada por Iris, por eso no quería que los viera hablar a solas, para que no se creara ideas falsas en la cabeza.

Cuando llegaron a su destino, se bajaron del transporte y caminaron unos cinco minutos hasta llegar a una gran papelería dónde vendían todo tipo de materiales, desde libretas hasta diferentes telas para la costura. El dependiente ya los conocía a todos, ya que, cada año iban a comprar allí. Una vez comprado todo lo necesario, cada uno se fue por su lado.

...

Deka llegó a casa a la hora de comer. No había nadie, sus primos se quedaban a comer en el colegio des del primer día y sus tíos estaban trabajando. Le tocaba hacerse la comida, definitivamente, había empezado la rutina. Solo se quedaba a comer en el instituto los lunes y los martes, así que los otros, debía hacerse la comida. Vio que le habían dejado una nota en la mesa de la cocina. En esta, decía que subiera al desván y que lo ordenara, que tirara a la basura todo lo que ya no quería y lo limpiara. Que debería haberlo hecho en verano. Deka suspiró, podrían habérselo dicho antes y no esperarse a que acabaran las vacaciones. Llamó a Diego para que la ayudara a ordenar el desván, pero este rechazó la oferta porque ya había quedado para ir al gimnasio con sus amigos. Aunque él le propuso de pasarse al salir, tentándola diciéndole que acabaría de hacer pesas y estaría con la adrenalina del deporte, pero quería ordenarlo temprano. Sus amigas tenían entreno a las cinco de la tarde, así que llamó a Uriel.

Deka estiró la cuerda para que la escalera que daba al desván se desplegara y así poder subir por ella. Una vez arriba, encendió la luz y, seguidamente, subió Uriel, con los productos de limpieza, que no pudo evitar toser por todo el polvo que había.

-¿Por dónde empezamos? -preguntó el chico pasando el dedo por una de las muchas cajas que había.

-No lo sé... no me esperaba tantas cosas -contestó Deka con un suspiro -¿Por qué no empiezas tú por ahí y yo por aquí? Así acabaremos antes -propuso -Todos los muebles se van al contenedor de la basura y todo lo que veas que es de hace más de cuatro años también -mandó la chica con las manos colocadas en la cintura.

Primero sacaron las sillas, las cómodas, las mesas... No sabía porque había tantas cosas, no se acordaba de casi ninguna. Quizá eran muebles de sus padres, de cuando eran jóvenes. Una vez despejado todo un poco, empezaron a sacar las cosas de las cajas. Uriel, a veces, iba preguntándole si quería conservar algunos objetos y eso hacía que la limpieza se ralentizara, pero era de esperar ya que el chico no sabía que era importante.

-¿Por qué no te está ayudando Diego? -dijo Uriel, curioso por la situación.

-¿Por qué debería ayudarme él? -respondió Deka levantando una ceja.

-No me refería a eso... es solo que... -empezó a disculparse el chico, barriendo una zona en la que ya no había nada.

-Estaba bromeando -lo cortó con una sonrisa -lo he llamado, pero ya tenía planes, después he pensado en mis amigas, las que has conocido hoy, pero ellas también estaban ocupadas. Así que te lo he dicho a ti -explicó.

-O sea, que soy tu tercer plato -añadió él con tono de falsa ofensa.

-Estas por delante de Ian -se rió la chica.

Siguieron sacando cosas y matando arañas. Ya eran las cinco y media de la tarde, sus primos y su tía ya habían llegado a casa. Así que, su tía, les subió un té helado para que tuvieran más energía.

-¿Quiénes son Christina y Henry? -preguntó Uriel leyendo los nombres de una de las cajas

La piedra de la reina CalifyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora