Capítulo 16

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Diego salió un momento a la taquilla en un cambio de clase y vio que solo estaba Iris en el pasillo. “Vaya casualidad”, pensó. De todas las personas que había en ese instituto, tenía que ser ella. La chica lo vio y se le fue acercando rápidamente.

-Oye Diego… -empezó a hablar Iris.

-Antes de que digas nada -la interrumpió el chico alzando una mano- siento lo que te dije aquella noche, no estuvo bien. Iba un poco fumado, sé que no es excusa, pero no me pude contener. Me salió de dentro. Supongo que era lo que llevaba tiempo pensando y lo que le hiciste a Uriel fue el desencadenante. No te conozco en realidad, solo sé lo que los demás dicen de ti y con eso me he hecho un perfil de cómo eres, y no es bueno precisamente -desvió la mirada un segundo -Bueno, solo decirte que lo siento mucho, llevo pensando en decirte esto desde que te reproché todo aquello.

-No se que decirte, yo te venía a preguntar si sabías dónde estaba Naomi -contestó Iris algo incómoda- pero ya que me has dicho todo eso, te perdono. Intuyo que sabes que me gustas mucho desde hace bastante tiempo y, la verdad, cuando me soltaste aquello me dolió bastante, pero tenías razón y eso me hizo reflexionar.

-No sé donde está Naomi -se disculpó Diego.

Iris asintió con la cabeza y volvieron a clase. Se había precipitado un poco no dejándola hablar, pero así ya no tenía que preocuparse por eso.

...

Estaban en el patio, Deka estaba sentada con sus amigas. Ellas hablaban mientras Deka solo las observaba. De vez en cuando hacía un comentario, pero solo tenía ganas de llegar a casa y encerrarse en la habitación.

Una vez ya se habían acabado las clases, Deka vio como Uriel y Diego se le acercaban a paso rápido.

-Deka, hemos pensado que podríamos ir a comer a mi casa -propuso Uriel.

-¿Por? -preguntó la chica levantando una ceja.

-Ya que no tenemos nada que hacer, podríamos pasar un rato los tres. Además, te vendría bien estar con alguien -explicó Diego.

-Muy bien, iré a comer a tu casa, pero solo porque así no me tengo que hacer la comida -afirmó.

No estaba de humor, no le apetecía estar con nadie, pero pensó en que estaría bien ir con ellos para poder explicarles lo de aquella noche. Llegaron a casa de Uriel y justo cuando el chico iba a meter la llave para abrir la puerta, alguien la abrió desde dentro; su madre. Esta se despidió de ellos y les avisó de que no había hecho mucha comida y que de esa poca, tres cuartos se los había puesto Gael en el plato, así que Uriel les preparó una ensalada a sus invitados para que tuvieran que comer. Mientras, la pareja ponía la mesa con lo necesario: platos, cubiertos, vasos, servilletas y un jarrón lleno de agua. Gael, su hermano, estaba comiendo en su habitación a la vez que jugaba al ordenador. Estaban sentados comiendo, entonces Deka se acordó de que había ido a casa de su amigo para explicarles lo que le había pasado de madrugada.

-Tengo algo que contaros -dijo Deka dejando el tenedor en el plato.

-¿El qué? -preguntaron los chicos a la vez, con ansia.

Pero unos pasos bajando las escaleras lentamente les hicieron mirar hacia el pasillo, esperando a que la persona se fuera.

-¿Gael puedes espabilar? -ordenó Uriel irritado.

-¡Tranquili…! -quiso protestar Gael, pero al ver que no estaba solo se cayó inmediatamente -Hola.

Deka y Diego le devolvieron el saludo y, cuando el hermano de Uriel volvió a subir las escaleras después de dejar el plato en la cocina, prosiguieron con la conversación.

-Ayer, por la noche, salí al bosque. Entonces, escuché a dos personas hablar y me acerqué. Vi que eran una mujer y un chico. En ese momento hice ruido y la mujer atacó al chico, entonces lo ayudé a curarse, era el chico que me había atacado el día que os llamé. Le hice preguntas y me dijo que te quería a ti, Uriel, porque yo no sería capaz de protegerte “de ella” -explicó Deka.

En ese momento, Diego se atragantó con el agua, le había pillado por sorpresa la historia. Se esperaba otra cosa. Uriel le dió unas palmaditas en la espalda y siguieron con la conversación.

-¿Protegerme... de quién? -preguntó Uriel.

-No lo sé, supongo que de la mujer que estaba con él, pero no sé quién era -contestó Deka, encogiéndose de hombros.

-Pues habrá que hablar con el chico de la capucha -intervino Diego, con tono serio.

-No sé cómo encontrarlo, tampoco -no tenían muchas posibilidades.

-Tengo una idea -sentenció Uriel antes de ponerse a explicar su plan

La piedra de la reina CalifyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora