Capitulo 3: La rarita

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Al día siguiente - en el departamento

― ¡LAUR! ¡LAUR! ¡AQUÍ ESTOY! ¡VEN A MÍ! ¡VEN A MIS BRAZOS CORAZONCITO! ―Lucia

Vives entraba de golpe a su nuevo departamento con los brazos abiertos y pidiendo por la ojiverde― ¡LAUR! ¡AQUÍ ESTOY! ¡VEN Y DÉJAME ABRAZARTE! ―lejos de cesar con el pedido de cariño, Lucy lo aumentaba.

Eran pasadas las horas del mediodía y la sala del departamento estaba llena de todas las cajas que ellas mismas habían embalado pero que una empresa se había encargado de trasladar.

― ¡LUCIA! ―Verónica llegaba detrás de la castaña con su mal humor de siempre, aumentado aún más, porque en sus brazos cargaba una de las cajas con "objetos importantes" que no pensaba dejar que los de la mudanza maltrataran― ¡DEJA DE LLAMAR A LA RARITA! ―Protestó― Ni la conoces. Cuando veas el aspecto que tiene, no vas a querer abrazarla ―afirmó dejando la caja arriba de la mesita del comedor.

―Vero, no seas mala―la reprendió sentándose en el piso para empezar a desempacar― Tú sabes, y tu papá ya te lo ha dicho, que por más que nosotras seamos ultras millonarias, no podemos despreciar al resto de los normales―explicó a su forma. Uno de los primeros negocios de Cabello e Iglesias inversiones había sido un colegio de danzas que había quedado a cargo de la bailarina. Actualmente era una de las cadenas más prestigiosas de esos estudios.

―Además, anoche tu misma me contaste que la persona que vivía aquí tenía cara de perrito―agregó.

―Si, pero te dije cara de perrito aplastado por un camión que traslada tanques de guerra Lucy―la corrigió mientras trataba de llegar a la heladera de la cocina esquivando cajas.

―Pero un perrito al fin―Lucy se quedaba con lo que quería― ¿Crees que sepa bailar Vero? Porque si no yo podría enseñarle... ¡YA SE! ― ¡PLIMP! Idea― Podría hacer que fuera a mis clases Vero―una idea no tan buena.

―No me hagas reír Lucy―Verónica ya había llegado a la heladera y la estaba inspeccionando con perfección― El único baile que debe saber esa tipa, es el del caballo que canta el chino idiota ese. Y se lo debe haber aprendido de la cantidad de veces que seguramente un policía le ha ordenado que pongas sus manos al frente para poder esposarla. De paso también deberían haber llevado preso a ese tipo, por robar tanto tiempo con esa canción―No le alcanzaba el tiempo para quejarse― ¡DIOS! ―El portazo de la heladera demostraba la intensidad del carácter de Verónica― Ni una cerveza tiene este cochino departamento―dijo― Apuesto a que la rarita se emborracha a las noches con alcohol de cuarta. Vamos a tener que tener la heladera con llave Lucy... ¿Contaste las cajas como Camila pidió? ―le preguntó la latina a la chica con la cual mantenía una relación casual.

―Sip―Lucy no dio más información y siguió sacando cosas.

― ¿Y? ―Verónica quería un número.

― ¿Y qué? ¿Crees que a Laur le quedará bien este tutu? ―La castaña alzaba un tutu rosado que parecía haber sido usado por alguno de los hipopótamos de Disney en la película Fantasía.

Justo cuando Verónica estaba por insistir acerca del número de cajas, Camila aparecía en la puerta junto con el jefe de la mudanza a su lado― ¿Contaron las cajas? ―preguntó sin indirectas y sin mirar a sus amigas, estaba más interesada en localizar el cuerpo blanco que no había podido sacarse de su cabeza en toda la noche.

―No te preocupes―la calmó Verónica― Al parecer la rarita no está. Estamos a salvo por ahora ―agregó

―Son 23 cajas Camila―contestó la castaña más alta desde el piso.

Soy Para Ti (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora