Día 7: Jugueteo con los dedos

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Mob no era celoso.

Al contrario, confiaba en las demás personas ciegamente y se mantenía tranquilo ante algunas situaciones hasta que se salían de control.

Claro, eso pensaba, hasta hoy...

¡Ahhh, usted debe ser la señorita Minori Akichiro!— Shigeo torció la boca, asegurándose de que ni Reigen ni la clienta lo vieran. No le gustaba ser grosero, pero... ¿Era necesario que esa mujer llevara casi las jodidas tetas de fuera?

— Se nota a lenguas que cobra barato...— Susurró Ekubo a su lado, alzando una ceja. El niño no entendió su comentario pero de todas formas no preguntó. Prefirió seguir con su lectura del manga que tenía entre las manos.

— Reigen-sama, un placer. Verá, vi su letrero y quise pedirle ayuda inmediatamente—

— Claro, aquí será bienvenida siempre, gracias por su preferencia, ¿le puedo ofrecer una taza de té, señorita?—

Encanto.

Arataka Reigen tenía un natural encanto que le salpicaba los poros y lo hacía ver como un caballero dispuesto a ayudar a la sociedad por medio de acciones honestas.
Mob pensó que quizás si había algo de eso en su maestro, pero muy, muy en el fondo.

Lo conocía perfectamente bien. Llevaban más de cuatro años conviviendo para decir con seguridad que esa sonrisa suya era fingida. Arataka no solía sonreir con tanto entusiamo ni demostraba de más sus dientes. Tampoco hacía gestos exagerados con las manos como lo estaba haciendo ahora, ni se cruzaba de piernas de forma elegante cuando entraba en confianza. Y tampoco...


¡Un momento!

¿Por qué coño le agarró la mano a... Esa?

No escuchaba la plática entre ellos pues su mirada estaba fijamente clavada en como Reigen tomó la mano de la mujer y comenzó a acariciarle suavemente.

Mob... Estaba celoso, un poquito...

Vió con envidia la forma en que la mano del hombre rubio encajaba con la perfecta mano delicada de la mujer de casi cuarenta años, —en realidad parecía menor que Reigen pero Shigeo estaba molesto—, y sintió como un trago de espinas bajaba por su garganta.

Aquello no estaba incluído en el libro "Conozco demasiado a mi maestro y sus tácticas para engatusar clientes idiotas", parte uno.
Arataka jamás buscaba contacto físico con alguien más, hasta que le decían que comenzara a hacer un exorcismo con sal de minerales y... Sus masajes exorcizantes. 
Pero lo estaba haciendo. Justo ahora, ahí, descaradamente en frente de Mob.

— Ah... Shigeo...— Le llamó Ekubo, notando el cambio intenso de emociones en el niño. De tranquilidad, a ira—. ¿E-estás bien...?—

— Iré afuera. Si me disculpa— se dirigió el rubio, que asintió y continuó hablando con la clienta sin soltar su mano. Shigeo sintió que le hervía la cara, por lo que salió sin mirar atrás.

El portazo que dió, seguro lo envidiarían sus poderes.

Mierda... Esto estaba mal...
No quería ser un jodido niño caprichoso y celoso. Pero era... Inevitable.
Su madurez no era del todo confiable, pues tenía inocentes catorce años, y su nula vida romántica le impedía saber con exactitud como debía comportarse en algunas ocasiones.
Aún así, su juicio moral le subrayaba que aquel comportamiento estaba mal. Desconfiar así de Reigen...

30 Days OTP challenge [ReiMob] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora