Día 11: Contra la puerta

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— 🌻—

Lo supo una noche fría de Octubre.

Apresúrate—, demandó Ekubo, a un lado del esper más poderoso que había conocido jamás—, o nos perseguirán a nosotros también—.

— ¿Lo sabes?— Interrumpió Arataka, con la mirada en el cielo naranja que brillaba tan espléndidamente, ajeno a su naturaleza grisácea.


— ¿Saber qué?—

Reigen suspiró, sacando las manos de sus bolsillos. No se atrevía a decir que era una farsa de persona...

— Lo que Internet y la televisión dicen de mi... Lo que en verdad soy.. —

El viento se sentía especialmente frío; Octubre estaba terminando y el invierno se estaba haciendo cada vez más presente. No iba a nevar, pero si se sentía diferente al verano. 

— Eso siempre lo he sabido... Desde el principio...—

Reigen se sorprendió y se decepcionó más de si mismo. ¿Ni siquiera ante un niño podía aparentar ser alguien genial? Y no cualquier niño... Shigeo era el único niño que aún guardaba esperanza en él, la única persona que aún lo admiraba y le seguía a todas partes...

Pensar en la simple posibilidad de Mob alejándose de él... De Mob apartándolo... Lo destrozaba. Lo quería tanto... Era su único amigo, y haber estado casi un mes sin él había sido una mentira para su persona, extrañaba a Mob cuando no estaba. ¿Y ahora, estaría una vida entera sin su sonrisa tímida? ¿Sin su eterna inocencia? ¿Sin su «maestro» resonando a cada rato en su oficina...?

— Lo que mi maestro en verdad es...—

Apretó los puños, cansado. Harto de todo. ¿Sería el final? ¿Dolería demasiado? No se atrevió a devolver la mirada al niño...

Lloraría si lo veía.

¿De verdad todas sus malas acciones le habían llevado a esto? No se atrevía ya a levantar siquiera la mirada. Él creyó ilusamente que siempre tendría aventuras paranormales con ese pequeño; que lo vería crecer, ir a la universidad y quizás formar una familia. Que siempre iban a estar juntos... Que Mob siempre lo iba a querer...

Aún tenía una pequeña luz de esperanza sin apagarse...

—...es una buena persona—.

Y nuevamente Reigen no se equivocó en confiar en su alumno.

Shigeo Kageyama, el niño que un día cruzó la puerta de su oficina porque había llegado aclamando ser un psíquico y él, Arataka Reigen, había decidido darle unas palabras de aliento y después dejarlo ir. Qué chiste tan cruel del destino. Reigen imaginaba que después de unas cuantas palabras jamás volvería a ver a ese tierno chiquillo que le veía con la mirada llena de ilusión, de confianza.

Agradeció tanto haber estado equivocado, y al destino, a sus decisiones, a lo que lo había llevado a conocer a Mob.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2019 ⏰

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