La lluvia seguía cayendo sin detenerse. Era una tormenta feroz, que desgarraba el cielo con relámpagos brutales y un viento que parecía el soplido de gigantes enfurecidos. Anna/Lizet estaba recostada en una vieja cama improvisada sobre la que había un colchón bastante viejo y dañado. Sinom se encontraba cerca de la ventana, con la espalda apoyada en la pared y sentado en el suelo húmedo y sucio.
Se habían metido en un viejo motel abandonado de las regiones más periféricas de Bruselas. Allí pasarían la noche y según Sinom le había dicho, mañana temprano comenzarían su viaje.
La dirección era México, un país que Anna/Lizet no conocía y más específicamente una región de la que jamás había escuchado hablar. "Tulum", así se llamaba el lugar al que tendrían que dirigirse.
Según les había dicho Pyl allí estaba una de las puertas que los llevarían hacia ese "otro mundo" (o plano, como lo llamaba el mercenario) en el que Pyl consideraba que estarían más seguros.
—¿En verdad no tienes frío? —le preguntó a Sinom, abrigándose lo mejor que podía con la manta que el hombre había robado de una casa cercana en la que no habían recogido la ropa con la lluvia. La sábana aún estaba mojada.
El hombre sólo lanzó un repentino rugido que Anna/Lizet interpretó correctamente como negativa. Aquel hombre... pensó, recordando cómo había matado con sus propias manos a los perros gigantes, ¿cuánto de él era en verdad un hombre tal y como ella lo entendía y cuánto algo más?
Como fuera, los recuerdos de las horas antes venían a su mente.
Ella en la fábrica abandonada, con Sinom sosteniendo una daga ensangrentada a su lado, y de repente, Pyl, ese autodenominado ángel, había aparecido frente a ellos...
—Seré breve, no se cuanto tiempo podré permanecer aquí —Pyl, o mejor dicho, la fantasmagórica imagen de su cuerpo pequeño y humanoide, caminó hacia Sinom ignorando totalmente a Anna.
—Tú. Eres la figura que se me apareció en el desierto y me trajo hasta aquí —Sinom no blandió la daga pero tampoco la soltó. Fijamente observó a Pyl y apretó los nudillos, tensando todo su cuerpo como si se encontrase frente a un león que en cualquier momento podía atacar.
—Según los registros ocupas un puesto en el submundo. El mejor cazarrecompensas del plano —dijo Pyl y su voz sonó distante y con un extraño eco acoplado a cada una de sus palabras. —Claro que realicé una búsqueda muy rápida y sin mucho detalle —agregó con cierto tono burlón que el eco no disfrazó. —Era urgente. Tengo una misión para ti mercenario sin nombre.
—No estoy trabajando ahora mismo —respondió Sinom y escupió al piso de la fábrica.
Pyl se adelantó y él retrocedió. El ángel levantó su mano derecha y por un momento ese brillo luminiscente que envolvía toda su figura destello.—Es más difícil de lo que creía mantenerse por aquí —dijo como si hablara para sí. —Tampoco parece que tengas muchas opciones. Eso dos duendes que buscas no serán fáciles de atrapar, lo harás eventualmente, sí, pero puede tomarte lo que en este planeta se llama siglos. Además... oh, interesante. Parece que mataste a quien no debías. Debo cuidarme de ti. ¿Sabes lo que pasa cuando matas a uno de los doce?
—Lo descubrí
—Créeme que aun no sabes nada. Como sea, puedo darte la ubicación de esos dos y además liberarte de la maldición. Ese será tu pago por cumplir una sencilla misión.—Creí que ustedes no intervenían nunca —escupió Sinom con el ceño fruncido. —Además si es tan sencilla ¿por qué no lo haces tu? —
—Estoy desempeñando mi papel en este juego ahora mismo. Chica, no se que hiciste para meterse en esto —dijo ahora girándose hacia Anna/Lizet que lo miraba desde el piso de la fábrica —pero se está desarrollando un evento del que no se tiene registro ni siquiera en las capas más primarias del núcleo. Debo ir hasta lo profundo.
Cuando Sinom escuchó aquello retrocedió aún más, visiblemente sorprendido y Anna/Lizet hasta juraría que asustado.
—¿El núcleo?... El Arca Núcleo. —escuchó que susurraba el hombre con su daga aún sujeta con firmeza.
—¿Que es el núcleo? —preguntó Anna/Lizet a la imagen fantasmagórica de Pyl. Este, como ya parecía ser costumbre, la ignoró.—Nosotros no intervenimos, a menos que sea muy necesario —dijo volteándose hacia Sinom. —En este caso, lo es. Me sorprende que mis congéneres no estén activos por lo que sucede. Sospecho que hay voluntades encontradas que están jugando su papel en los acontecimientos —comentó nuevamente, por lo bajo, como para sí mismo —en cualquier caso, no pido tu ayuda cazar recompensas, contrato tu servicio.
—¿Qué quieres que haga? —
—Necesito que la traigas a este plano —señaló a la joven —Pero no puedo abrir puertas, no puedo hacer uso de mis poderes más que para esta proyección débil. Y eso ya me está... costando demasiado. Cuando llegue al núcleo primario perderé todo contacto y no se cuando podré recuperarlo. En este planeta existe el tiempo, lo cual es una gran desventaja puesto que una serie de pocos eventos desde mi perspectiva puede traducirse incluso en años desde la perspectiva de este planeta. Lo que digo es que no se cuando podré volver a contacarlos. Ve a... —nuevamente la imagen fantasmagórica de Pyl pareció brillar de forma repentina —Tulum. Allí encontrarán la puerta. Usa los caminos entre los caminos y apresúrense. Cuando lleguen al submundo los buscaré.
—¿Por qué es tan importante esta mujer? —preguntó Sinom señalando a la joven con un movimiento de su cabeza. —Luce igual que cualquiera de estos humanos intrascendentes.
—La existencia es un sistema y cada pieza juega en el su papel. El valor de los vivos nunca ha estado en la fuerza de sus apariencias sino en la potencia de sus decisiones —y tras pronunciar esas palabras la imagen pareció desvanecerse por un segundo y luego se reconstruyó. —No podré seguir... más. Te confío esta misión. Tráela, muchas cosas hay en juego, muchas más de la que podrías imaginar.—Parece que los limites también juegan para sus existencias —dijo Sinom pensativo. —Esta bien, acepto. Cumpliré mi misión, para que tu cumplas la tuya.
—Pase lo que pase ellas deben llegar a este mundo. Y si lo que creo qué pasa es cierto esos perros no serán lo único que los amenazara. No confíen en nada ni en nadie.—Ya no cometeré ese error. Ella llegará, cuando la voz de su séptimo grito, cruzaremos la puerta —aseguró Sinom. Entonces se llevó el dedo índice a la frente y pronunció unas palabras que Anna/Lizet jamas había escuchado —Ibris Noctembro.
—Hace mucho que no oía ese lenguaje... Senkai —respondió Pyl y tras lanzar una veloz mirada hacia Anna/Lizet que lo observaba todo desde su lugar, desapareció dejando tras de sí un destello humeante y las gotas de lluvia que volvían a caer y rápidamente lo dispersaron.
ESTÁS LEYENDO
Voyageur De L'esprit
FantasíaAnna creía que todo en su vida estaba dominado, que no había nada que escapara a su control. Para esta joven, inteligente y carismática, las cosas parecían salir como ella deseaba. ¿De qué forma un hecho tan simple como ir de compras podía afectarl...