13. Hay alguien mas

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Perdón por tardar tanto en volver a escribir pero el móvil donde tenía la historia murió... por decirlo de alguna forma.
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Note como unas manos calidas me zarandeaban de un lado a otro susurrandome en el oído.

-Alice despierta, tengo hambre.

Abro los ojos con dificultad, ¿en qué momento me había dormido? ¿qué había pasado? No recordaba nada de lo ocurrido la noche anterior... estaba recorriendo las habitaciones cuando...

-Tengo hambre- se quejó Jessica a mi lado.

-Vamos que me has despertado para que te haga el desayuno- gruñi por lo bajo con fastidio.

-Básicamente si- se levantó de la cama ignorando mis quejidos, lo que no me hizo mucha gracia.

Intenté levantarme de la cama pero, al hacerlo, un inmenso dolor recorrió mi cuerpo haciéndome caer contra el suelo.

-¡Alice! ¿Estas bien?- me preguntó Jess preocupada, ya tenía suficiente con una amiga raptada para que ahora la otra se le muriera de un golpe.

-S...si- intenté tranquilizarla sin mucho éxito.

Oleadas de dolor recorrían mi cuerpo. Móvil mi mano a la zona donde se concentraban y temble al darme cuenta de qué era lo que más me dolía.

No puede ser.

En ese instante las imágenes de la noche anterior inundaron mi mente dejándome en estado de shock.

¡¿Me habían violado?! No, imposible, tenía que ser una broma...

¡¡Fue una pesadilla!! Grite interiormente en un intento de convencerme a mi misma. Pero el dolor estaba ahí y los recuerdos...

En ese momento me di cuenta de no sabía quien era él, pero el sí me conocía, había dicho mi nombre. Aunque su peculiar rostro me parecía extrañamente conocido.

-¿Seguro que estas bien?- la dulce voz de Jess preocupada me sacó de mis pensamientos. La miré a los ojos y asenti con una falsa sonrisa pintada en mi rostro.

Me levanté como pude apoyandome en la cama.

-Ve adelantandote, me he levantado muy rápido y me he mareado. Pero no te preocupes estoy bien.

-Está bien- dijo antes de salir por la puerta.

Suspire pesadamente y me senté sobre la cama. Las caderas me dolían horrores y esa zona... parecía como si miles de agujas se clavaran sobre mi piel con cada movimiento, por mínimo qué fuera.

Me inspeccione a mi misma y me sirprendi. Llevaba una larga camisa blanca, tan larga que rozaba el suelo como si de un vestido se tratase. Las mangas parecían cortas pero a mi me llegaban hasta las muñecas. Se de quien fuera la camisa tendría que ser alguien muy pero que muuuyyy alto. Más que un jugador de baloncesto a lo sumo.

-¡¡Alice ven aquí!!- me gritó mi amiga que se encontraba ya abajo.

Me levanté con dificultad y baje lentamente, utilizando las paredes y todo aquello que se me ponía por delante como apoyo.

-¿Qué pasa Jess?- pregunte algo asustada al verla en la puerta de la cocina, mirando hacia el interior de esta con los ojos como platos.

Ella no dijo nada, simplemente hizo un gesto con la mano para que me acercara, y eso hice.

Cuando llegue a vislumbrar el interior note como perdía el aliento. ¡La mesa se encontraba repleta de los manjares más suculentos del planeta! ¡Gofres, tostadas, crepes, churros, chocolate caliente, fruta, bacon, huevos fritos...! ¡Había comida suficiente como para acabar con el hambre en el mundo!

-Alice te amo- susurro por lo bajo. Obviamente pensaba que lo había echo yo.

-Y yo a ti. Pero no lo he hecho yo.

Me miro con el ceño frunzido.

-¿No, entonces quién? Sólo estamos tu y yo...- nada más decir estas palabras un escalofrio nos recorrió la espalda a ambas.

-Hay alguien más- dijimos al unísono.

Comencé a temblar al pensar que él podría encontrarse aún allí, observado desde las sombras.

-Tenemos que irnos- mi voz sonó desesperada.

-Pero tengo hambre- de la comisura de sus labios comienza a caer un fino hilillo de baba.

En cierta forma lo entiendo, estar ante semejante banquete y no dar ni un sólo bocadito sería realmente raro. Y como queriendo afirmar esto, mis tripas rugen revolviendose en mi interior.

-Sólo un poquito...- cedo al final.

Nos abalanzamos sobre la comida y comenzamos a comer. Si el olor y el aspecto ya era apetitoso su sabor era magnífico, por un segundo creí estar en el cielo.

- Madre mía que bueno que está todo- suspiramos ambas, ya llenas a reventar. Mire la mesa, no había habido casi cambio alguno a pesar de que había comido hasta no poder más, y eso ya era decir.

-Seguro que si estuviera Maríe ya hubiéramos terminado con todo- murmuro Jess triste.

La miré apenada, tenía razón, Marie a pesar de ser tan pequeña y delgada devoraba todo aquello que encontraba a su paso. Y sabiendo lo golosa que es puedo afirmar que sería capaz de comerselo todo ella sola.

-Parece que os ha gustado- nos quedamos estáticas en el sitio al oír la profunda y grave voz proveniente de la puerta. Jamás había oído una voz así, más terrorifica aún que la de él, tan escalofriante y fantasmal, tan fuera de este mundo, tan distante y... ¿triste?

Alzamos la vista y le vimos. Era un hombre alto, muy alto, de piel palida y blanca como el tizon vestido con un elegante traje negro. Sus largos brazos se encontraban rozando el suelo debido a que estaba encantado en la puerta, como una persona asomandose por las mini-puertas para perros y gatos. Pero lo que más llamaba la atención era que no tenía rostro, su cara se encontraba completamente lisa, sin ojos, sin boca... Una extraña bruma oscura salía de su espalda tomando una forma parecida a unos tentáculos.

-¿Q...quien eres?- tartamudee aterrorizada.

Sentía mi corazón martilleando fuertemente a gran velocidad. Temi que se me saliera.

Se nos acercó lentamente, agachandose aún más para entrar en la sala. Se posiciono a mi lado y bajo su cabeza a la altura de mi rostro, "mirándome".

-Slederman- respondió.

Obsesion asesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora