14. Cuidado con ellos

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Temble al oírle hablar, notaba como su respiración golpeaba mi rostro. ¿Como podía respirar un hombre sin boca ni nariz? Se acerco más a mi hasta que nuestras frentes chocaron. Me encontraba completamente paralizada, diriji mi vista a Jess, que observaba la escena con auténtico pavor.

De pronto las enormes manos de Slederman acariciaron mi cabeza con delicadeza, revolviendome el cabello.

Me sonroje por el contacto, algo confusa.

-Me alegro de que la comida fuera de vuestro agrado- su grave voz ahora tenía un tono amable, incluso cariñoso.

No pude evitar sonreír, me recordaba a cuando era pequeña y mi hermano me revolvia el pelo cada vez que tenía miedo o estaba feliz. Me relaje al instante, sonriente.

Se alejó de nosotras y salió de la cocina en silencio, dándose la vuelta ya fuera.

-Si tenéis algún problema con ellos no dudeis en llamarme- se dio la vuelta y desapareció de mi vista.

Nos quedamos en completo silencio, ¿que había pasado?

-Alice, ¿tu sabes que acaba de pasar?- en su rostro se dibujaba la confusión en la que se encontraba.

-No lo sé, pero no parece peligroso- no podía dejar de sonreír sin saber porqué, me sentía bien, por un momento había olvidado la violación.

-¿Quienes son ellos?- preguntó inocente.

La miré con los ojos desorbitados, me había relajado tanto que no me di cuenta de ese detalle. ¿Quienes eran ellos?

Nada más preguntarmelo vinieron a mi mente los rostros de él y del enmascarado que rapto a Marie. Si se refería a ello su aviso había llegado demasiado tarde, ¿o no?

-Por cierto, ¿la camisa que llevas es de Slederman?- preguntó con una sonrisa malevola en la cara.

Me puse roja y me mire, tenía razón, ¡era igual a la que llevaba él bajo la oscura chaqueta! Además la longitud era exactamente la de Slederman. Si lo pensaba bien la noche anterior después de mi primera vez me había dormido en la cama aún desnuda y atada, pero esa mañana me había despertado en la otra cama, sin ataduras y vestida. ¡Me había tenido que cambiar! Por tanto,¡me había visto desnuda!

Note como el calor se acumulada en mi cara, ¡me habían visto desnuda dos hombres! Los dos bastante "peculiares".

-Y...yo, no lo se- me miro picara, la conocía lo suficiente como para saber que tarde o temprano conseguiria que se lo contara todo. Y no tenía las fuerzas suficientes para ello.

-Anda tira a bañarte guarra- cambie de tema precipitadamente.

-¡No soy una guarra!- gritó, corriendo hacia el baño a lavarse.

Suspire aliviada una vez sola. Me volví a sentar ya sin fuerzas ninguna. Me sentía angustiada y la cabeza me daba vueltas, me encontraba muy mal.

Mire a mi alrededor, las muebles claros, el dibujo de un niño en la nevera, la comida sobre la mesa... me fijé en el dibujo, era demasiado raro para venir de un niño, las líneas y la forma de colorear sí pero lo que se encontraba dibujado no. Me levanté y observe fijamente el dibujo a fondo, sin dejarme un sólo detalle. En el centro había una niña, con la ropa rasgada, pelo negro y enmarañado, a su alrededor se encontraban dibujados, de derecha a izquierda; el enmascarado y él dándose puñetazos, Slederman sujetandolos a ellos y a otros dos chicos con máscara que también peleaban. Al lado chica estaba un chico pequeño y sin ojos, de donde salía una sustancia negra, vestido como Link, y al final, una muchacha blanca y quemada, de pelo oscuro con rizos y sonrisa igual a la de él.

Mi mente trabajaba a toda prisa intentando asimilar toda la información. ¿Acaso todos ellos eran los que estaban en aquella casa? Ya había visto a tres de ellos, y sólo había tenido un buen encuentro con uno, un encuentro raro, pero bueno al fin y al cabo. Pero si todos ellos estaban en aquella casa, ¿donde estaban los demás? ¿Serían como él o como Slederman? Es más, ¿Slederman sería de fiar?

Por un segundo pasó por mi mente la idea de salir de allí y volver a casa, dejar atrás aquella maldita cabaña. Pero en mi interior tenía la sensación de que, si lo hiciéramos, sería peor, mucho peor.

-¿Quién eres tú?- dijo una voz infantil a mis espaldas.

Me di la vuelta dándome de cruces con la niña que se encontraba en el centro del dibujo. Su largo vestido estaba roto y lleno de barro, con restos de sangre seca y hojas viejas. su pelo negro y largo despeinado, como en el dibujo.

-Soy Alice- me sorprendi a mi misma al ver que no me asustaba ni tartamudeaba al hablar, no hay rastro de duda en mi voz.

-¿Quieres jugar conmigo?- pregunto con voz presuntamente inocente ladeando la cabeza, a pesar de ello yo sabía que cuando hablaba de jugar no lo decía como una niña normal, ella quería algo diferente. Y eso lo sabía yo muy bien.

-Pues claro,- sonrei -pero yo elijo el juego.

Obsesion asesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora