Capítulo 3.

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Takaba no se arrepentía de lo que había hecho, pero si tenía miedo. En cuanto se enteraran de su participación en la muerte de Asami sin duda irían a por él, sobre todo el sádico de Kirishima. Por eso se había cubierto las espaldas y había conseguido un pasaje a Nueva York, allí sería fácil desaparecer. Justo cuando iba a abordar el avión, vio como era rodeado discretamente por unos hombres y llevado a un hangar apartado. Temblaba de miedo, no se atrevía a decir nada, aunque se moría de ganas de saber a dónde le llevaban. Por suerte, el que parecía el "jefe" se adelantó hasta ponerse a su lado y le despejó las dudas.

- Takaba san, mi nombre es Yoh, el señor Liu Feilong requiere su presencia.

Takaba sólo asintió no muy convencido, pero sabía que tampoco tenía otra elección.
Yoh se alegró de la cooperación del joven, no hubiera querido tener que usar la fuerza contra un chico tan lindo. La mano derecha de Feilong sacudió un poco su cabeza, ¿en que locura estaba pensando ahora?

Takaba subió al jet privado, se sentó junto a una ventana y Yoh se sentó justo en frente. Mientras Takaba miraba hacia afuera, apoyando su cabeza en una mano, Yoh aprovechó para apreciar mejor al chico. Sin duda entendía por qué Asami Ryuichi estaba interesado en él. No era muy alto, pero aún con la ropa un poco holgada, se podía apreciar un bello cuerpo. Su piel ligeramente pálida parecía no tener imperfecciones. El cabello rubio dorado le recordaron a Yoh los campos de trigo de Jiangsu, su ciudad natal. En ese momento Takaba notó el escrutinio al que era sometido y volvió la vista hacia Yoh, pudiendo apreciar éste los ojos color miel de Akihito. Desde luego Takaba era un joven hermoso, pero lo que Yoh más quería saber, era la razón que le llevó a traicionar a Asami, siendo su amante.

Takaba miró a Yoh y se sonrojó un poco al notar lo atractivo que era. Alto, de pelo negro azabache y ojos oscuros. Ese hombre gritaba peligro por todos lados, pero su mirada ¿tierna? le daba tranquilidad en cierto modo y eso era algo que hacía mucho no sentía.

- ¿Por qué quiere verme el señor Feilong? - preguntó Takaba un poco preocupado. En verdad pensaba que no tendría que volver a ver a un mafioso en lo que le quedaba de vida.

- Eso no puedo decirlo, el señor Feilong le dirá en su momento - contestó Yoh con voz suave tratando de tranquilizar al joven.

Takaba suspiró bajito y volvió a mirar por la ventana, no le quedaba más remedio que esperar.

Cuando llegaron a destino, Akihito se había dormido profundamente. Yoh se acercó y no pudo evitar acariciar con el pulgar el labio del joven, aunque se arrepintió de hacerlo al atacarle unas ganas locas de besar esos labios. Reprimiendo su impulso sacudió a Takaba con suavidad y éste despertó un poco desorientado, restregando sus ojos con las manos, acto que a Yoh le pareció adorable.

- Takaba san, ya hemos llegado.

El rubio se puso en pie, aún somnoliento y bajó del avión detrás de Yoh y seguido del resto de los hombres. A unos metros del Jet, les esperaban varios autos negros muy lujosos. Yoh le hizo subir a uno junto a él y poco después se pusieron en marcha.
La mansión de Feilong se encontraba en las afueras de Hong Kong, en un lugar un poco escondido y rodeada de un jardín tan inmenso que parecía un pequeño bosque.
Cuando llegaron, un hombre se acercó a ellos y le dijo a Yoh algo en el oído, éste asintió y tomando a Takaba del brazo con cuidado, entraron al edificio.

- El señor Feilong nos espera - le dijo el azabache en el oído, haciendo que Takaba se estremeciera.

Andaron por una serie de corredores hasta llegar a unas puertas dobles de madera maciza, con una serie de dragones labrados de manera muy realista.
Cuando entraron al despacho de Feilong, éste los esperaba sentado cómodamente en su escritorio. Vestía un changshan rojo intenso con bordados dorados, y un pantalón negro holgado. Su largo cabello estaba recogido en una coleta alta.

El Tritón del Yakuza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora