"Eʟ ᴍᴇ sᴏsᴛᴜᴠᴏ ᴇɴ sᴜs ʙʀᴀᴢᴏs
Y ᴍᴇ ᴇɴsᴇñó ᴀ sᴇʀ ғᴜᴇʀᴛᴇ
Mᴇ ᴅɪᴊᴏ: ᴄᴜᴀɴᴅᴏ ʏᴀ ɴᴏ ᴇsᴛé
Esᴛᴏ ᴇs ʟᴏ ϙᴜᴇ ᴅᴇʙᴇs ʜᴀᴄᴇʀ"—Cariño, te recomiendo que vengas, sé que el viaje será largo. Pero necesitas despejarte y sabes que este será el mejor lugar.
Su madre podría tener razón, estar en la ciudad de Konoha le traería algunos problemas en especial con muchos conocidos de la familia Uchiha, si continuaba en ese departamento de soltera en cualquier momento los rumores entre la prensa circularían y su hija saldría afectada. Sakura cerró sus ojos y suspiro vencida.
—De acuerdo, mamá. Mañana estaré de viaje con Sarada.
—Acomodaré tu habitación, cariño—su madre permaneció un momento en mutismo—tengo muchas ganas de conocer a mi nieta.
Su madre no conoció a Sarada, únicamente la presentó a través de una video llamada, en ese instante caviló que fue algo muy descuidado de su parte. Desde que llegó a la ciudad de Konoha con catorce años realizó algunos viajes a la aldea, lamentablemente por el largo trayecto le era casi imposible viajar cuanto quisiera. Konoha es tan extenso que se divide en dos partes bastante diferentes, la aldea de Konoha y la ciudad, recapitulaba con cierta dificultad que algunos jóvenes de la aldea viajaban a la ciudad para obtener lo que lamentablemente en la aldea aún faltaba.
Sus padres aprovecharon la oferta de una prima lejana que residía en la ciudad de Konoha y enviaron a su hija a que permaneciera estudiando y disfrutara la oportunidad de ingresar a la universidad. Así fue, llevaba años estudiando y trabajando evitando preocupar a sus padres e independizándose a los diecisiete años.
Sarada dormitaba entre sus brazos durante las largas horas de viaje y le hizo suspirar muchas veces de consuelo, poseía el latente temor que el viaje fuera fastidioso para su hija, sin embargo, solo se dedicaba a dormir.
Sus ojos jades se mantenían asentados en el horizonte del viaje, la ciudad de Konoha había quedado ya muy lejos y ante ella ostentaban los cerros extraordinarios alumbrados por los potentes rayos de sol. Si Sarada pudiera entender sus palabras estaría contándole cuanta añoranza le despertaba ver aquellas campiñas que deliberó nunca volvería ver. Su corazón latía con cada tramo del autobús.
La mujer asomó su cabeza para recibir ese aroma a vegetaciones y el soplo fresco, por primera vez en días una pequeña mueca se trazó en su desolado rostro al ver a lo lejos la cantidad de casas que se asentaban, sus memorias de pronto vivieron, el sonido de los aplausos y risas mientras todos bailaban en esa plaza común, la aldea de Konoha lucia igual que años anteriores, envuelta de esos majestuosos cerros.
El colectivo suspendió su trayecto en la plaza principal, la ayudaron a bajar de ese autobús. Su madre estaba allí levantando sus manos con una gran sonrisa propia de ella y a su lado estaba su primo Sasori junto a más familiares que sin pedir permiso ya estaban cargando sus maletas en la camioneta familiar.
Sarada fue el foco de atención, su familia reía emocionada ante cada movimiento de Sarada alegando el parecido que tenía con ella al nacer. La brisa revolvía su cabellera rosada golpeando su rostro suavemente, presumió que esa era la bienvenida de su aldea.
«Vine a este mundo, la niña de papá»
No deseaba llorar frente a su madre y sus familiares, no obstante, cada vez que la camioneta prolongaba su camino en dirección a su casa lograba ver a su padre junto a ella caminar por esos espacios, su padre estaba perfectamente seguro que ella debía ser una niña ruda, y aunque a veces él cometía errores la hizo luchar siempre con entusiasmo.
«Papi hizo un soldado de mí, me hizo bailar y sostuvo mi mano»
—Recuerdo que a papá le gustaba whisky con su té—habló con voz despedazada—y allí condujimos motocicletas—señaló dejando caer las primeras lágrimas.
Mebuki consintió que Sasosi se encargará de Sarada y con una desconsolada sonrisa asió la mano de su hija.
—Lo recuerdo, tú y él con sus camisas negras y sus vinilos clásicos desparramados por la sala.
Sakura apretó sus labios evitando emitir un jadeo atestado de emociones, Mebuki palmeó las piernas de Sakura en un gesto melancólico y cedió que la cabeza de su hija reposara contra su hombro. Sakura poseyó la necesidad de cerrar sus ojos, sin embargo, no lo hizo pretendía que cada parte de la aldea de sus recuerdos volviera a vivir para ella, la voz de su padre se repetía una y otra vez.
"Cuida de tu madre..."
La llegada de Sakura a la aldea de Konoha fue un acontecimiento entre los habitantes, muchos estaban hablando por adelantado de lo hermosa que era la hija de Sakura y musitaban alarmadas la rapidez del tiempo, como era de esperarse la plaza principal estaba siendo preparada para una fiesta improvisada entre los vecinos.
Al caer la noche las primeras notas musicales de ese tradicional jazz colmaron la plaza principal, Sakura fue acogida entre gritos de regodeo, los niños corrían a su alrededor y pedían ansiosos que le permitieran ver a la nueva bebé de la aldea. Mebuki orgullosa de su nieta se encargó de presentarla a los vecinos. Muchos advirtieron la distancia de Sakura, pasaron años desde que ella bailaba con en ese mismo lugar con risitas y despreocupación. Su primo Sasori antes de que llegarán a la fiesta vecinal le narró que así ella fue recibida al nacer. Cada niño que llegaba al mundo era motivo de festejo y eso ella lo comprendió muy bien. Recreó la escena perfecta en su mente, su padre Kizashi con una gran sonrisa presumiendo a su recién nacida hija en brazos de su esposa Mebuki.
Sakura retornó a su casa de la infancia mientras todos disfrutaban de la noche, recordó que su padre efectuó el mismo recorrido semanas antes de que ella partiera a la ciudad de Konoha, con pasos estables y rostro circunspecto ingresó a la biblioteca rebuscando entre los libros que nadie tomaría. Sus dedos sostenían con seguridad aquel revólver que utilizó una vez.
¿Cómo no conmemorar ese momento?
Si al verlo en el umbral de la puerta con esa arma en su mano la hizo tiritar de pavor, su padre le ordenó que lo siguiera y ella lo hizo. Sakura circuló como aquella vez con el arma, con amargura evocó las palabras que su padre pronunció al enterarse de su matrimonio con Sasuke.
—Mi papá me previno acerca de hombres como tú—murmuró pisando la hierba de su extenso patio trasero, su corazón volvió a doler y sus lágrimas reaparecieron para humedecer sus mejillas.
"Mi nena, él está jugando contigo..."
Si solo hubiera analizado bien sus palabras, si hubiera pedido que se explicara con más detalle. En medio de aquella noche y de ese extenso patio donde muchas veces corría a la par de su alma libre, Kizashi le entregó el arma a Sakura y le indicó que sujetará con solidez y con su cabeza en alto.
"No llores..."
Recordó que le expresó con voz potente y firme, con el dorso de su mano izquierda limpió todo rastro de lágrimas en su rostro y afirmo su brazo derecho apuntando a la nada de esa noche.
"Cuando ya no esté contigo, esto es lo que debes hacer: cuando los problemas lleguen a la ciudad. Esto es lo que harás"
Parpadeo retirando cualquier molestia de sus lágrimas pasadas, Sakura no deseaba llorar, llegó a la aldea hace unas horas y sus pensamientos giraban en torno a su dolor, sabía que aún le quedaba mucho por entender y llorar, no obstante, ambicionaba sentirse nueva, entonces en esos pequeños segundos comprendió porque los sentimientos explotaban en su pecho, su madre tenía razón cuando le dijo que estar en la aldea le haría bien, Sasori con una sonrisa le explicó detalladamente como fue cuando ella llegó al mundo, luego de años los que la vieron crecer y correr volvían a darle la bienvenida a la aldea de Konoha. Estaban celebrando la llegada de Sarada y de ella, Sakura se entregó al lugar que la vio nacer, accedió a que su origen volviera a brillar en ella, para que la ayudara a volver a nacer.
"Dispara, dispara"
Hizo caso a su padre, era su responsabilidad a partir de ese entonces, sin cerrar sus ojos Sakura disparó, el sonido de la detonación se fusionó con las notas de esa animada bienvenida.
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ALL NIGHT
FanfictionSakura Uchiha hizo de él un hogar. La promesa de amor eterno es consumida por el vacío de una posible traición. "Tuve mis altos y bajos, pero siempre encuentro mi fuerza interior para tranquilizarme. Me dieron limones e hice limonada"