5. Lentejas

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El gruñido de sus tripas se hacía eco por las anchas dimensiones de su cuerpo. Su mano grande y peluda acarició la barriga intentando calmar su hambre, ese que había usado su mujer como arma de castigo por no ser escuchada. Manolo chasqueó su lengua frente a la cocina sin saber por dónde empezar. Pensó en tomar una pieza de fruta. Engullir una sandía entera. Sin embargo, después de toda una jornada de trabajo, su cuerpo necesitaba algo mucho más consistente. Abrió la nevera y se dio cuenta de lo vacía que estaba. Se quejó mentalmente de Natalia, quien había olvidado por completo hacer la compra en el pueblo. Un pollo entero, tres yogures caducados, una balda con cuatro latas de cervezas y una botella de agua fresca. Desvió su mirada a la puerta del frigorífico y se encontró con dos filas rebosantes de huevos. Nos zalvan las gallinas, de verdá. Ignoró la leche y los zumos, y las bolsas verdosas que contenían verduras del huerto, cerrando el refrigerador de golpe. Había tenido una brillante idea, a juzgar por su gesto rebosante de alegría. Abrió el congelador y encontró algunos tuppers. Bingo. Sacó uno de lentejas, abrazándolo con una risa grave y burlona. Que te crees que me via queá yo zin comé, mala mujé.

Le quitó la tapa, preguntándose si hacía bien en hacerlo, y lo metió en el microondas. Cuando las lentejas bailaban a 360º, Manolo leyó la pegatina triangular y amarilla que le advertía del peligro de calentar con recipientes de plásticos. Automáticamente pulsó el botón de apertura y sacó las legumbres con pesadez. Eran un auténtico bloque de hielo. Tené que pazá yo por estas penurias... la mae que la parió. A vé qué hago yo ahora con esto. Golpeó el tupper contra el filo de la encimera de granito. Nada. Lo lanzó al suelo con violencia. Nada. Trató de hacer palanca con un cuchillo jamonero. Nada. ¡Me cago en la vígen, cojones! Con los dientes apretados y con los rugidos de su estómago gruñendo con crudeza, salió de la granja con su comida congelada.

-Ziento que tengamos que comé lo mismo, moza, pero...

-Tu crema está buenísima, Natalia-trató de difuminar su preocupación. Natalia sonrió al instante-. No me importaría pasarme la vida alimentándome solo con tu cremita de verduras. Bueno, y de cualquier cosa que venga de ti-mordió la cuchara, quedándose tan congelada como las lentejas de Manolo-. De comer, digo. ¿Sabes? Es que cocinas muy bien. A ver si aprendo un poco.

-Yo te enzeño, moza-contestó ella, maravillada por los elogios, rebañando el plato con movimientos tan bruscos que a Alba le pareció que rompería el plato a cucharazos. Ojalá me zarandearas a mí así, granjerita. ¡Alba, tía! ¡Córtate un poco que está delante! Pf, delante... y tampoco me importaría por detrás. ¡Alb...! Antes de que sus perversos pensamientos y su conciencia escandalizada terminasen de discutir, un motor molesto las hizo mirarse extrañadas-. ¿Ezo es el tractó der Manolo...?

-No sé cómo suena un tractor-murmuró pensativa.

Natalia, sin echarle cuenta, se levantó de la mesa y miró a través de la ventana de la cocina. Su vista obvió por completo el gallinero, centrando su mirada en Manolo subido en el tractor rojo. Tenía la lengua fuera, casi alcanzando la punta de su nariz. Estaba levantado, mirando hacia el suelo que tenía delante. Parecía concentrado en lo que hacía, como si tuviese algo en mente.

-¿Qué hace este? -se preguntó extrañada-. Tan lento por ahí... Y que tampoco zon horas de trabajá. - La rueda izquierda del tractor se elevó, como si pasara por encima de algo, haciendo que el vehículo agrícola subiera en altura por dicho lateral. Manolo, tras pasar el bache, se bajó del tractor y se agachó. Y entonces lo vieron-. Que ha aplastao' mis lentejas... ¡Zerá burro!

-¿Cómo? -Alba parpadeó confusa sin enterarse de nada de lo que pasaba.

-Má bruto que un arao, Arba... Que el inútil no zabe ni calentá un tapergüé-refunfuñó Natalia, volviendo a la mesa. La rubia soltó una carcajada de incredulidad-. Lo viá matá de hambre... -suspiró con preocupación.

Girazoles - (1001 Cuentos de Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora