8. Melancolía

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Diez cosas que no sabes sobre mí

Capítulo 8

Melancolía

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La mesa estaba servida para que los tres amigos almorzaran a gusto, había varias bayas picadas que Misty no recordaba tener en el gimnasio. Pinchó con un tenedor, un trozo de una baya Lichi y la observó antes de llevarla a su boca, era picante, pero terminó con un sabor dulce en la boca, miró a su amigo y decidió interrumpir el silencio del almuerzo con una pregunta hacia el observador.

—¿Conseguiste estas bayas mientras hacías tu reporte de Luna Llena en el Monte Luna? —Tracey la miró con una sonrisa.

—Sí, encontré varias de ellas mientras hacia mi investigación Lunar —respondió, y Ash que se vio confundido por la pregunta de Misty, la miró y luego preguntó.

—¿No que anoche no hubo luna llena? —ante aquello Tracey se acomodó rápido en su asiento como si estuviera pensando una buena excusa, cosa que no pasó desapercibido para ninguno de los dos.

—¿A dónde fuiste realmente Tracey? —preguntó la pelirroja sin mirarlo, mientras volvía a tomar un trozo de baya Lichi.

—Es que... bueno...

Tracey lucía tan nervioso que Ash sintió algo de compasión por su amigo quien -en sí- le había regalado la oportunidad para poder dar un paso gigantesco en su camino a descifrar sus sentimientos, así que decidió intervenir.

—¡Misty, ¿quieres leer otra de las cartas?! —le preguntó a la chica, quien encantada desvió su atención de Tracey hacia el entrenador Pokémon.

—¡¡Claro!! —extendió ambas manos hacia Ash para que éste pudiera darle la siguiente carta, pero el entrenador recordó que no tenía la mochila a mano, por lo que se levantó y camino a la sala llevándose a Tracey con él.

—¿Qué sucede Ash? —preguntó éste, ante el movimiento de Ash mientras buscaba la carta que le daría a Misty.

—No sé a dónde te fuiste anoche, pero realmente avance bastante en cuanto a entender porque estoy aquí...

—¿De verdad? —dijo sorprendido. Realmente no podía creer lo que oía.

—Si —observó los cinco sobres que aún tenía en su poder—, creo entender porque su rostro apareció en ese momento en mi cabeza... —dejó cuatro de los sobres en su mochila y miró el que decía seis. Tracey se acercó a Ash y puso su mano derecha en el hombro del muchacho.

—Me alegra ver que al menos una noche bastó para que pudieras avanzar.

—Anoche mi corazón estaba enloquecido —llevó la mano que tenía el sobre a su pecho—, era como si estuviera conectado a ella, cuando se alejaba se tranquilizaba pero cuando la tenía cerca era como si sintiera el galope de un Rapidash en mi pecho.

—Cielos amigo, creo que no solo te gusta Misty, estás enamorado de ella.

Ash lo miró casi petrificado porque una cosa era sospecharlo y otra era ponerle palabras al acto. Pero rápidamente sacudió su cabeza y se encaminó hacia la cocina nuevamente.

—Mejor regresemos con Misty —Tracey sonrió y siguió al moreno. Cuando regresaron a la cocina, Misty estaba con las mejillas infladas—. ¿De nuevo el hipo? —preguntó Ash sentándose al lado de la chica quien afirmaba con la cabeza—. ¿Y ahora? —Misty señaló el plato de bayas completamente vacío—. ¿Las bayas? —apenada volvió a afirmar, Ash solo sonrió por la expresión de su amiga—. A ver si con esto se te pasa el hipo —le dio la carta que fue tomada por entusiasmo por la chica.

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