Pedido P1

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La mañana del lunes por fin se asomaba por la ventana. Los pájaros comenzaban a charlar y las personas, yendo a trabajar en sus autos, ocupaban el vacío del silencio en la calles. Esta vez, la alarma sonó a las seis de la mañana. No era para Badd, sino para Garou, puesto que ahora tenía un trabajo al cual llegar a tiempo. Con desgane, el de ojos dorados extendió su brazo para detener el molesto sonido de su deber. Bostezando y, seguidamente, quitándose el sueño de los ojos, apreció la imagen que tenía ante él. Badd, inmerso en su sueño, tenía la cara más apacible y linda que Garou hubiera visto. Asomaban por la cobija sus fuertes hombros; no pudo evitar masajear con suavidad la zona. Por obvias razones, Badd aún estaba en un profundo sueño. Ese día, el héroe no tenía ninguna misión asignada y podía darse el lujo de no poner alarma.

Las batas de anoche pasaron a segundo plano, sólo estaban piel con piel en un cálido abrazo bajo la cobija. Ambos, con el cabello hecho un desastre y las respiraciones lentas, se negaban a salir de esa zona de confort. Pero Garou tenía que hacerlo, aun cuando todo el aroma de su pareja se aferrara a su nariz en un intento desesperado para no apartarse. Aunque trato de levantarse con cuidado, retirando el brazo que su pareja utilizaba a modo de almohada, inevitablemente Badd despertó.


―Hola, babe... ―Garou se acercó, dando un marcado beso en su labios ―. Perdón por despertarte.

―Descuida, además debo hacer el almuerzo.

―Es mejor que descanses... ya sabes... por lo de anoche.

―Te dije que estoy bien―ahora fue Badd quien devolvió el beso con un leve sonrojo―, también tengo que ir a comprar comida para la semana.

―Bueno que te parecen... ¿cinco minutos más?

―Me parece excelente.


Si pensaron que esos cinco minutos serian desperdiciados en plática, están equivocados. Fueron cinco minutos de caricias, besos, abrazos y risas divertidas impartidas muy bien en ese pequeño lapso de tiempo. El concepto confianza y adoración habían trascendido a un nivel muy alto en ellos, y ninguno quería que parara.


―Gracias, Badd ―confesó, recostado en su pecho.

―¿Por? ―cuestionó peinando un poco su cabello

―Por todo.

Badd se sorprendió:

―De nada...


Con un último beso, se levantaron dispuestos a comenzar el día. Hasta que Badd cayó en cuenta que estaba completamente desnudo. Garou, por su lado, se acercó a las batas de baño de anoche y le pasó una a Badd. A pesar de todo lo sucedido, que Badd aún sintiera pena, le pareció tierno al ex-cazador. Tierno pero injustificado porque, literalmente, ya no había algo que no conocieran del otro. Ya cambiados y peinados, puesto que Garou no ponía mucho esfuerzo en eso, abrieron la puerta y bajaron a la cocina. Zenko aún seguía dormida, entraría a la escuela más tarde.

La pareja preparaba el almuerzo que Garou llevaría a su trabajo, para su hora de descanso, y que llevaría Zenko, para su hora de receso. De vez en cuando, Garou rodeaba la cintura de Badd y recargaba su nariz en su cuello, olfateando minuciosamente mientras Badd freía el almuerzo.


―Yo también te amo, pero terminare quemando tu comida. ―declaró entre risas.

―Vale la pena el sacrificio.

Eras tu... (Batarou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora