Capítulo 26

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Cuando el mes de febrero amenazaba con irrumpir en el calendario, el ojiazul comenzó a volverse loco. No sabía qué regalarle a Harry por su inminente cumpleaños número veintiuno, y nada parecía lo suficientemente bueno para su amado novio. Por su mente pasó la más variada selección de posibles regalos, desde bonitos portarretratos hasta algunos flamantes y lujosos autos. El dinero, obviamente, no era un problema, así que aquella era una limitación menos. Aún así, no sabía qué regalar al menor. Entonces, mientras bebía un té en la taza que el ojiverde le había regalado por su cumpleaños, una excelente idea cruzó por su mente. Aquella noche, con su móvil, acosó al joven Styles, tomándole fotografías. Una mientras lo saludaba con enorme y cariñoso beso, una mientras rascaba la cabeza de Toby («-¿Que no estabas celoso de él? -Más que nunca antes, pero sé que yo soy tu favorito. -¿Ah, sí? ¿Y cómo, exactamente, sabes eso? -¿Alguna vez te imaginaste follando a un perro? -Pues, no... -¿Lo ves? Si no soy tu favorito, tendrás que imaginártelo, porque nunca tendré sexo contigo de nuevo.»), una mientras cocinaba la cena, una mientras cenaban, una mientras ambos lavaban la vajilla («-Mierda, mierda, y más mierda. Se me ha caído el maldito móvil al estúpido fregadero- dijo, enojado consigo mismo-. ¿Por qué nunca hago nada bien?- lloriqueó. -Hey, es resistente al agua, ¿recuerdas?- dijo Harry, intentando calmarlo. -Ooooh, cierto- rió tontamente-. Gracias, Hazz, es por eso que te amo.»), y una última antes de hacer el amor («-¿Qué haces, Lou?- preguntó el menor mientras metía y sacaba tentativamente cuatro dedos de la entrada del castaño- Me has estado tomando fotos toda la tarde y toda la noche. -Nada-aah Dios, sólo que me gusta tomarte fotos- respondió este, respirando con cierta dificultad. -Mhm... fingiré creerte- el de rizos besó cariñosamente la barriga de embarazo del ojiazul, que ya estaba toda hinchada y bonita, como si fuera a explotar en cualquier momento. Louis no había querido enterarse de nada, ni siquiera el sexo del bebé o la cantidad de bebés que llevaba en el vientre, quería que fuera una sorpresa. -B-bien, porque -ah mierda- no p-pienso a-ah decirte nada más sobre e-eso. Ahora, fóllame. -Tus deseos son órdenes, gatita.»). Aquello había resultado en una hermosa taza que se complementaba con la de Louis. Todas las fotos que le había tomado aquel día estaban esparcidas por la taza, la torpe caligrafía del hombre-gato rezaba "Gracias por ser mi refugio en las más fuertes tormentas. Te amo demasiado, Haz." Y aquello, sabiendo que Louis estaba aterrado de las tormentas, además de que esa frase tenía una metáfora que obviamente se refería a todos aquellos fantasmas e inseguridades que el ojiverde le había ayudado a superar, hizo que el corazón del menor se hinchara con afecto y cariño.

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Liam y Zayn ya no podían cargar con su orgullo por Leo. El pequeño había comenzado el jardín de niños aquella mañana; los había abrazado, les había dado un beso en la mejilla a cada uno y les había dicho: «-No se preocupen, papis; sólo son unas horas», lo que había hecho que a los dos se les saltaran algunas lágrimas. ¿Cómo era que un niño de cuatro años era tan maduro e intuitivo? Definitivamente Leo era brillante y cariñoso, y se preocupaba por los demás. Su pequeño era definitivamente una de las cosas más perfectas que les habían sucedido.

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(...)

Durante el segundo mes de su segundo trimestre Louis había estado paranoico.

Aquella era la palabra perfecta para describir lo que le sucedía al hombre-gato. Odiaba estar demasiado sensible, y lloraba por ello. Odiaba que su cuerpo estuviera desarrollando más curvas de las que le gustaría, y lloraba por ello. Odiaba sus repentinos cambios de humor, y lloraba por ello. No odiaba su vientre, porque sabía que allí dentro se desarrollaba un ser al que él cuidaba y protegía, pero odiaba que el peso extra le diera dolores de espalda, y lloraba por ello. Odiaba vomitar por las mañanas, y lloraba por ello. Odiaba sus antojos extraños, y lloraba por ello. Odiaba llorar por todo, y también lloraba por ello. Y siempre que lloraba Harry lo consolaba, le decía que era perfecto y hermoso, y pasaban horas acurrucados en el sillón; aunque, claro está,  el rizado sólo podía consolarlo cuando no estaba trabajando. Así que el ojiverde le dijo al mayor que fuera con él a la empresa, así no se sentiría solo y podría consolarlo cuando se quebrara. Eso había resultado ser un pro y un contra al mismo tiempo. Ahora Louis estaba tranquilo y mimoso, pero cada vez que una mujer se acercaba a Harry se ponía todo celoso y sobre-demostrativo.

Meow? -Larry Stylinson- (Neko!Louis ~ Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora