Su segunda visita al club nocturno fue totalmente distinta, Sarah fue con un vestido muy escotado y unos zapatoa rojos que destacaban totalmente de su piel extremadamente blanca.
Se sentó con Sam en una pequeña mesa al lado de otra con una pareja de jóvenes homosexuales y al otro lado un hombre solo que al parecer esperaba a alguien.
Ya pasadas las tres de la madrugada el hombre seguía sentado solo en la mesa y parecía admirar a Sarah.
Sam movió el pie de Sarah como advirtiéndole que ese hombre la estaba mirando.
Y así era, ese extraño estuvo mirandola toda la noche, pero no con una mirada acosadora, era una mirada tierna, como de alguien que observa ancianos alimentándo patos en un parque.
Sarah se levantó de su mesa y se sentó en la de ese extraño que no paraba de observarla.
-¿Te dejaron plantado?.- Preguntó ella.
Con un leve giro sobre sí mismo el hombre volteó y miró hacia ella. Era castaño claro, de ojos celestes casi cristalinos, y un lunar en el cuello que destacaba de todo lo visible de su cuerpo.
-Uhm... no, la verdad es que... te conozco de la secundaria-. Dijo tímido.
Oh! Lo siento no te recuerdo, me dirías tu nombre?.
-Stwart. Stwart Lie.
-Stwart! Si ya te recuerdo! Fuímos compañeros pero no hablabas mucho conmigo... mi nombre es...
-Sarah. Lo recuerdo perfectamente.
Pasadas dos horas Sarah y Stwart habían compartido varias anécdotas de la secundaria y cosas que tal vez habían compartido.