Capítulo 19: El roce de manos

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Parte de Calle: 

La observe de pie frente a mi con una mueca de sorpresa, realmente no sabía que decirle, no era normal que le contara mi vida amorosa a una chica que recién conozco, pero en el fondo yo era consiente que mi visita no solo era para desahogarme, algo me atraía, algo que ni siquiera soy capaz de explicar, mis intenciones no se trataban de una charla, era algo totalmente distinto. 

Me lancé a sus brazos como si fuese costumbre que lo hiciera y me recibió en ellos, posterior al pequeño abrazo nos miramos unos segundos y como instinto propio la besé. En mi mente retumbaba la idea de que era otra mujer a la cual estaba besando, estaba dando pie a una infidelidad por un par de discusiones, sin embargo mis labios captaban otra cosa totalmente distinta; la calidez de esos labios me era tan conocida, era como si nos hubiésemos besado antes, me hacían sentir tanta tranquilidad, me refugiaban. No estaba tratando de comparar pero esos besos eran tan Poché, esa Poché que por este beso estaba perdiendo.

Distinguía perfectamente la manera de besar de mi mujer y debo admitir que era muy similar ¡Dios, no sé por qué estoy metiendo a mi mujer en esta barbaridad!.

Aquel beso tan apasionado dio fin dejándome ver una Mariand tan confundida, sin decir nada bajó la mirada y pude ver que el color carmesí se apoderaba de sus mejillas después de unos segundos y aún con la mirada fija al suelo me ofreció su mano la cual sin pensarlo dos veces tomé esperando que hablara, dijese algo para romper este silencio tan desesperante, al tocar su mano pasó algo tan raro, pude sentir un escalofrío que más de una vez había sentido, sin embargo no esperaba volver a sentirlo y menos con ella. 

* 7 años atrás*

Después de una noche de cuentos de terror y leyendas en casa de Juancho mi amigo del colegio, nos dividimos para ir a dormir en distintas habitaciones, aquellas chica castaña y yo fuimos las últimas en ser elegidas y por supuesto  nos tocó en la misma habitación, siempre la veía en las fiestas de la casa e incluso así fue como charle con ella por primera vez, al parecer era muy amiga de Johan ya que siempre los veía juntos y al parecer él era quien la invitaba a las rumbas que ofrezco en casa, en fin yo moría de miedo y esperaba que esa chica fuese valiente y pudiese ser mi protectora.

Entré a la habitación y me recosté en una de las camas intentando que ella fuese la primera en hablar y nos sacara de este momento tan tenso, todo quedo en silencio, levante un poco la cabeza para observar lo que hacía y la encontré decidiendo entre apagar o no la luz, reí como boba, ¿Cómo era posible que esa chica que se veía peor de asustada que yo fuese mi protectora?. Finalmente se decidió a hacerlo y se lanzó a la cama con un grito, lo cual me pareció gracioso y la vez  tierno. 

-Hola Daniela, ¿qué tal?. ¿No mueres de miedo?

- Hola Poché, normalmente no me creo las historias, pero esta noche es tan aterradora.

Reímos por unos minuto tratando de olvidar el miedo, nos metimos en las cobijas y nos decidimos en dormir, sin embargo ruidos extraños nos impedían pegar los ojos, teníamos demasiado miedo tanto que Poché se cambió a mi cama, nos manteníamos abrazadas y con los ojos cerrados mientras gritábamos con cada ruido, sabía que los demás podían escucharnos pero ninguno nos ayudaba. 

Un ruido inmenso y la sensación de pánico se hicieron presentes haciéndome saltar a los brazos de Poche e inmediatamente tomé su mano la cual me hizo sentir algo extraño, una especie de corriente y cosquilleo además de muchas emociones a la vez, lo cual sin pensarlo me decía que ella era la correcta (aunque en el momento no lo veía así). 

*Fin del recuerdo*

Siempre que rozaba las manos con Poché sentía ese sin fin de emociones y sensaciones inexplicables y ambas coincidíamos con un fragmento de la película Cenicienta III de Disney donde el príncipe podía identificar a su doncella tocándole la mano y a pesar que le habían borrado la memoria él sentía a su verdadero amor, tal vez era una película de caricatura, algo tonto, pero puedo jurar que sentíamos eso, nos pasaba todo el tiempo y esta tarde al sentir la mano de Mariand unida a la mía logré esa corriente de emociones era tan difícil no reconocerle. 

 Solté su mano y ella me miró y sonrió, me preguntaba internamente si ella logro sentir lo que yo, entre pequeños picos susurro en mi boca antes de besarme -Como en la Cenicienta, logré sentirte.

Ese cometario me dejó helada, sí había sentido lo que yo, a pesar de todo sentí temor, ese temor de haber perdido el amor de mi vida que esperaba en casa pacientemente mientras yo me encontraba sobre otra mujer la cual me hace sentir corrientes eléctricas al rozar las manos, ¡Qué estupidez!. 

Me separé lentamente de ella y me disculpe por tal acto a lo cual ella solo me observaba confundida y a la vez apenada, solo esperaba una explicación la cual no tenia en mí, no podía justificar semejante acto. Caminé hasta la puerta y me despedí lo mas rápido posible para poder salir del apartamento e inmediatamente cuando toqué la perilla de la puerta ella tomó mi brazo y tiro de él impidiendo que me fuera. -Detente... Dijo con lagrimas en los ojos. 



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