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Con gran pereza SeokJin se levantó de la cama, estiró su cuerpo y algo indispuesto fue a preparar el desayuno como cada mañana.
Pensó que hacer lo que más le gustaba en este mundo le ayudaría a sonreír, por que parecía que ese gesto que siempre hacia con facilidad, hoy era solo una tortura.

Así que con un mandil en su cadera, estiró la mano para encender la radio, esperaba que con la música su estado de ánimo se elevará un poco.

Se dispuso a cocinar y en un par de minutos volvió a ser el mismo. Tarareaba la canción que sonaba en la estación, para cuando está acabo ya no escucho el agua caer de la regadera, supuso que NamJoon estaba vistiéndose.

Preparo la mesa, sirvió el desayuno en los platos y sirvió el café recién hecho en la taza favorita del pelinegro. Seguro de que todo estaba en orden camino a su habitación en busca de su esposo, cuando abrió la puerta encontró a este colocándose la camisa para el trabajo, SeokJin se recargo en el marco de la puerta admirando el cuerpo de él otro y perdiéndose en tal hermosa vista.

—¿Me miraras todo el día o prepararas el desayuno?— hablo NamJoon sacando a SeokJin de sus pensamientos

—Está esperándote en la mesa Nam

El pelinegro lo miro unos segundos, tomo su saco y paso alado del rubio, se detuvo a mitad del camino y regreso para sonreírle a su esposo, tomar su mano y llevarlo a la mesa donde la comida los esperaba.

El rubio discretamente observaba a su amado disfrutar de lo preparado, eso lo llenaba de alegría y hacia a su corazón latir muy fuerte,por eso se animó a si mismo a preguntar.

—¿Podemos ir al parque en la tarde?

El pelinegro detuvo sus movimientos y miro fijamente al rubio antes de responder y seguir comiendo.

—No creo poder, tengo mucho trabajo y llegaré tarde— dio un rápido vistazo a su esposo y continuó —,así que lo mejor será que no me esperes.

NamJoon dio un último sorbo a su taza con café, se levantó con el saco en mano, se colocó este abotonandolo, acomodo su corbata mientras SeokJin peinaba con dulzura su aún húmedo cabello, le dio su maletín y lo acompañó hasta la puerta.

El rubio abrazo fuertemente a su esposo como despedida, recibiendo un cálido beso en los labios como respuesta, quizá era lo único que necesitaba para sentirse bien.

❝ Violetas - knj • ksj ❞ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora