Capítulo 31, Parte II.

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—¿Porqué no me dijiste nada?

Observo incrédula a la abuela.

—¿Porqué esperaste al último momento para traerme? —me pongo de pie— Dios mío, esto es horrible.

—No te dije nada en un principio porque no creí que el asunto se me iría de las manos, luego te quise mantener fuera de esto, y cuando te quise traer de vuelta Aaron me dijo que te lo estabas pasando bien en compañía de Siena y Maggie —alcanza su vaso de agua para tomarle un trago— No quise arruinar tu estadía con tú familia.

La miro aún con mil pensamientos corriendo por mi cabeza.

—No puedes decidir por mí —le digo en voz baja— Mi lugar siempre ha estado aquí, ayudar a las personas de Aragón siempre va a ser más importante que nada.

Se pone de pie para alcanzarme.

—Mi Lia —niega con la cabeza— Jamás me voy a perdonar el haberte hecho esto.

Mi ceño se frunce.

—¿De qué hablas? Tú no me has hecho nada.

—Claro que sí —me sujeta de los brazos— Te metí tanto en el papel de princesa, puse tanto peso sobre tus hombros que te obligue a pensar de la misma manera que yo y no es correcto —sus ojos azules se cristalizan— No por ser la futura reina estás obligada a priorizar tu cargo por encima de tú familia, si haces eso entonces terminarás como yo.

—¿Pero de qué hablas?

—De que la familia es igual de importante que tu cargo —suspira— Yo me di cuenta tarde de eso y lo sabes, no quiero que te conviertas en mí ¿entiendes?

—No digas eso abuela —la abrazo sintiendo el picor de las lágrimas.

—No cometas los mismo errores que yo.

Nos mantenemos abrazadas durante largos minutos hasta que ella se aleja de mí cuerpo y me sonríe.

—Ahora necesito que te pongas al tanto, hay mucho trabajo por hacer.

Asiento a la vez que ella se encamina a la puerta y le pide a su escolta que llame a todos.

Esperamos sentadas y uno a uno empiezan a ingresar los miembros del Gobierno y de la Justicia de Aragón.

Luis Soto miembro del gobierno me muestra los censos de la población y entre varios miembros me comienzan a pasar papeles para ver las cifras de los hombres desaparecidos, esa es una mejor palabra que secuestrados.

Todos y cada uno aportan algo y para cuando el sol comienza a salir ya estoy al tanto de toda la información, comenzamos a discutir formas de dar con los desaparecidos y de como podemos ayudar a las familias sin que haya robos o saqueos.

—Podríamos hacer una caja con alimentos y cosas necesarias para una semana y enviarlas a las familias —propongo— Es más seguro que darles de comer en un lugar abierto donde temen por su comida y seguridad.

Comienza el debate y se decide hacer una prueba para ver si funciona.

Pasamos al tema de investigación, necesitamos dar con el responsable si o si.

Un miembro del Gobierno propone abrir los aeropuertos y demás para que las familias aún completas no corran riesgo y puedan irse y el debate ni siquiera es necesario pues todos estamos de acuerdo que es una pésima idea.

—Yo creó que cerrar las fronteras es muy beneficioso para nosotros, pues así sin que nadie salga ni entre del país podremos dar más rápido con el responsable de las desapariciones —todos asienten de acuerdo conmigo— También creó que deberíamos poner seguridad en las calles, si bien los desaparecidos son hombres mayores de veinte años, no debemos confiarnos en que no se llevarán a los adolescentes.

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