Capítulo 25.

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Por más que le insistí a Maggie acompañarme a la bodega del príncipe ella se negó, excusándose con el trabajo.

Había pasado la noche en su casa así que después de desayunar y tomar una ducha esperaba pacientemente a que algún auto real me recogiera.

Tome el control de la pantalla y comencé a hacer zapping hasta que alguien llamo a la puerta, la mandíbula casi me cae al suelo cuando abrí la puerta y me encontré directamente con el Príncipe.

—Buenos días Eliana.

Su boca se curvo en una sonrisa de labios cerrados.

—Hola —respondí casi en un balbuceo.

—Estoy seguro que esperabas a Adrien, pero tuvo que viajar a Schaan a resolver un asunto importante —se aclara la garganta— Así que espero no te moleste que sea yo quien te acompañé a la degustación de vinos.

Niego rápidamente con la cabeza.

—Para nada —suelto atropelladamente— Traeré mi bolso y podremos irnos.

Asiente manteniendo su sonrisa, mientras yo regreso a la sala, apagó la pantalla y tomo mi bolso.

Salgo de casa y me aseguro de cerrar bien, luego en compañía del mismísimo príncipe avanzamos hasta el coche negro con vidrios polarizados y con un par de banderines pequeños al frente que espera por nosotros.

Me pregunte si los vecinos de la tía Maggie se asomaban por la ventana, me preocupe con la idea.

Cuando estuve dentro del coche me di cuenta que además del conductor venía otro hombre, en traje negro, gafas oscuras y un auricular en su oreja, debía ser el escolta del príncipe.

Fue el viaje más silencioso de mi vida, cuando llegamos a nuestro destino y baje del auto casi que suspiro con alivio.

Entramos por las enormes puertas de madera oscura, había una recepcionista en la entrada, nos saludo cuando pasamos hasta llegar a otro par de puertas.

—Estoy seguro que todo esto te va a fascinar, los turistas quedan encantados con la bodega.

—Eso espero.

Abrió sólo una puerta y me dejo pasar primero, había una pequeña estancia con sofás de cuero y un cuadro que abarcaba casi toda una pared, era una botella de vino con dos copas y una canasta llena de uvas verdes, también había un pequeño plato con cubitos de queso acompañando el cuadro.

—¡Han llegado!

Quite la vista del enorme cuadro para llevarla a un Austin que traía una tablet en sus manos.

Cuando llego hasta nosotros me regalo una sonrisa cálida, eso más la pequeña estancia me hicieron relajar.

—¿Lista para saber la historia de nuestros vinos? —su pregunta me hace asentir emocionada— Muy bien vamos.

Atravesamos la pequeña estancia hasta llegar a una puerta de madera que tiene cuadros de cristal que dejan ver un poco el interior de la bodega.

Lo primero que veo al entrar son los muebles que guardan las botellas de vino.

Austin me mira con ojos brillantes.

—Para empezar te voy a poner un poco en contexto, la viticultura en Liechtenstein se remonta a poco más de dos mil años —dice para después contarme en un resumen breve la historia del vino en éste lugar— Hay más de 100 viticultores en Liechtenstein.

Mi boca se abre en asombro.

—Es cierto —habla el príncipe— Tenemos el mejor clima para el cultivo de vinos.

La Corona de Aragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora