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La tensión se palpaba en el aire. En cualquier momento uno de los dos iba a estallar. Santi se fue acercando a Valen con los puños cerrados. Entonces yo me puse delante de él mirando hacia Santi.

- ¡Basta! - solté desesperada.

- ¡No te metas inútil! - me empujó fuerte y caí al piso. Y de seguido pegó a Valen.

Ya está. La pelea había comenzado. Mauro y Lucas se metieron a separarles y Dani vino corriendo hacia mí. Yo estaba llorando y temblando. El se agachó y me abrazó, sin moverme del sitio. Justo delante de los dos pibes.

Consiguieron separarlos rápidamente y Mauro echó a Santi enfadadísimo. Le amenazó con denunciar si volvía a pisar su casa o si le veía cerca de mí.

Valen se agachó conmigo y con Dani y me abrazó cuando Dani se corrió.

- Lo siento mucho. - Dijo mientras acariciaba mi cabeza.

- Os dejamos solos. - dijo Dani y echó a todos del patio, cerrando la puerta.

Yo me escondí en el pecho de Valen y no pude evitar llorar. El me acariciaba la espalda.

- ¿Nos las tomamos de aquí?

Asentí con la cabeza, aún estaba apoyada en su pecho. Nos levantamos, caminamos de la mano y al entrar por suerte nadie se volteó a verme como me imaginaba. Nos topamos con Mauro.

- ¿Sofi estás bien linda? Bueno estúpida pregunta. Como me vuelva a cruzar con ese Santi le parto la cara. Nunca me dio buena onda.

- Tranquilo Mauro. Nosotros nos marchamos ya de acá. - le di un abrazo.

- Okay, avísenme al llegar a casa.

Asentimos y nos fuimos.

- ¿Te querés venir a mi casa? - me preguntó Valen.

- No prefiero estar en la mía.

- Entiendo.

- ¿Te venís conmigo?

- Claro. Dejame manejar a mí. Vos mejor relajate.

Asentí y me senté en el asiento del copiloto. Le di indicaciones hasta mi departamento.

- Podés estacionar acá. - le señalé con el dedo.

Nos bajamos del auto y subimos a mi depa. Nos sentamos en el sofá.

- ¿Te hiciste daño?

- No, estoy bien. Vos sos el que se peleó.

- Pero nos pararon al segundo, yo estoy bien. Vos sos la que cayó al suelo desprevenida y se raspó el brazo. - dijo mirando a mi brazo.

Lo miré y vi que me había raspado toda la piel y en algunos lugares se asomaba la sangre.

- Ni lo noté, así que imaginate si estoy bien.

- Pues yo creo que no lo notaste porque te hiciste más daño mental que físico.

Bajé la cabeza para que no viera mi mirada de tristeza. Tampoco supe que responderle.

- Las heridas del otro día... eran de él, ¿no?

Asentí con la cabeza. Se me quedó mirando con ganas de saber más.

- Fue cuando le dije que lo quería dejar. No se lo tomó muy bien. Y por lo que he visto hoy, ni lo ha aceptado.

- ¿Nadie sabe que te pega?

- No, algunos pibes saben que discutimos mucho últimamente y a ninguno le gustaba como me trataba. Pero nunca me pegó delante de ellos. Tal vez vieron algún empujoncillo.

Gracias

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