Despertar-EDITADO

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Adjunto Foto de Saya

Fabio

Sentía tanta rabia, y quería lastimar a Saya, ella no me reconocía, y luchaba por salir viva de esta situación. La impotencia de no tenerla a mi lado me hizo querer desaparecerla, me hacía pensar borroso, claro, si no existiera pronto la olvidaría y no me arrepentiría, eso pensaba, pero en lo más profundo sabía que primero tenía que hablar con ella.

La aventé hacia una dimensión de mi total dominio, y cumplí con mi obligación de Ángel de la Muerte, Saya miraba con horror mi trabajo, eso me hizo enfurecer más, ella no parecía reconocerme, ¿por qué tendría que hacerlo yo?

La sostuve del cuello con fuerza, ella entró en pánico y por más que quería salvarse, sus esfuerzos no rindieron frutos, iba a ser muy fácil, pero recordé ese pequeño tiempo que compartí con ella cuando todavía no se convertía en un ser alado, cuando sus sentimientos humanos era lo que me atraía hacia ella... lo que me atrajo hacia ella, lo que me llevó a odiar ser un de Ángel de la Muerte.

La solté, definitivamente no podía desaparecerla sin que me perjudicara, quería tenerla a mi lado, pero sabía que no tenía opción más que dejarla ir, reciclar su alma no era la solución, sin saber cómo proseguir, y con una explosión desconocida de sentimientos rompí al llanto, mostré mi debilidad, cosa penosa que debo de admitir.

Mi lloriqueo cesó cuando sentí una mano cálida en mi mejilla izquierda. Mi cuerpo se relajó considerablemente, era extraño, y me sorprendí aún más cuando Saya me abrazó, estuvimos una eternidad así hasta que sentí un empujón que me mandó lejos, tardé en reaccionar, no sabía lo que había pasado, hasta que escuché a Saya gritar, se sujetaba los costados de su cráneo presionando, sus ojos casi exorbitados, mirando hacia arriba, sus piernas se rindieron y cayó al suelo únicamente para enrollarse como protegiéndose de algo.

No sabía qué hacer para calmarla, qué pasaba, qué le dolía, por qué estaba así. Su campo de protección se activó y no podía acceder a ella, pasó mucho tiempo hasta que se desmayó. Corrí a socorrerla y tras tiempo de cuidarla abrió sus ojos, los ojos que me cautivaron hace siglos, y soltando lágrimas, diciendo con un tono apenas audible y voz ronca, "Fabio, recuerdo todo" 

Las Crónicas del Ángel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora