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Subieron al carruaje sin techo. Era hermoso, negro con detalles dorados y el interior de terciopelo rojo. Y por fuera, los caballos blancos.

Mingyu subió primero, después le ofreció su mano a Wonwoo para que también lo hiciera. Cuando ambos estuvieron dentro el carruaje avanzó, gracias al cochero que tiraba de los caballos. Debían hacer su recorrido desde la iglesia hasta el palacio, donde se llevaría a cabo la recepción.

Conforme iban recorriendo las calles la gente les aplaudía y gritaba, emocionados por los recién casados. Si bien Mingyu no le volvió a dirigir la palabra en todo el trayecto, nunca soltó su mano. Los dos saludaban a la gente.

El viaje duró dos horas, ya que iban despacio para que las personas pudieran verlos. Cuando llegaron al palacio, Mingyu bajó del carruaje y le tendió una mano para ayudarle.

—Vamos. Debemos tomar las fotografías de la boda.—le sonrió y el corazón de Wonwoo se derritió.

No sabía si el hombre era consciente o no del hecho de que seguía sin soltarle la mano. Aunque ambos traían guantes podía sentir el calor que irradiaba.

Llegaron al salón familiar, donde estaban la reina Sooyoung, el rey Taehyung, el padre de Wonwoo, Jungkook, Yoona y Seungcheol. Los abuelos de Mingyu no quisieron asistir, su padre le contó que no era de su agrado que dos hombres contrajeran nupcias.

«Suerte que no dependía de ellos el casamiento.»

Posó junto a su esposo, el mero pensamiento hacia que avispas llenaran su estómago, obviamente no podían ser solamente simples mariposas, estas se sentían como avispas psicopatas. Luego, algunas fotos de cada uno por separado, con el padrino; Seungcheol tenía una sonrisa estúpida, le daba a Wonwoo una mirada complice y una última fotografía con la familia de ambos.

Salió de la habitación, dejando a Mingyu con sus familiares. El Señor le ayudara, pero Wonwoo ya se sentía bastante cansado y aún faltaba la recepción. Tomó una profunda respiración. Seungkwan, uno de los sirvientes del palacio, lo guió a su habitación temporal. Entró y se encontró con un traje negro y camisa blanca, los dos perfectamente planchados y colgados frente al armario, con los zapatos que se pondría debajo.

Soonyoung volvió para darle un retoque a su cabello después de que se hubo cambiado, y se retiró.

Miró el reloj, todavía faltaba casi una hora para irse, él y Mingyu se reunirían en la planta baja del palacio para llegar juntos. En esos momentos ambos estaban solos, cada quien en sus respectivas habitaciones, debido a que los demás invitados estaban yendo hacia el lugar de la recepción.

Se anudaba el lazo que se había puesto en lugar de la corbata y pensaba en su... marido. Dios, no lo creía aun.

Tendrían que ir a la fiesta, escuchar los discursos de sus más allegados, bailar, agradecer, dejar que la gente se embriagara, pero no demasiado, y por último... podrían hacer cosas que se ponían para adultos y estaría bien, porque este hombre ahora era su marido.

«Tierra llamando a Wonwoo. Tierra. Llamando. A. Wonwoo

Salió de sus pensamientos. Ajustó el lazo, acomodó su camisa blanca y se colocó la chaqueta negra. Se vio al espejo, despeinando un poco su cabello. No quería verse tan formal.

Cuando creyó que estaba listo fue en busca de Mingyu. Recordó el camino a su habitación y a unos pasos escuchó unas voces. Frunció el ceño.

«¿Seungkwan estaba ayudando a Mingyu?»

—Me prometiste que no lo harías.—era Jeonghan. Y por el tono, dejaba en claro que era un manojo de emociones.

—Sabes que no podía hacerlo. No había opción, se lo debo a mi nación y tú lo sabes, Jeonghan.—contestó Mingyu con voz irritada.

Royal Lies | MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora